lunes, 26 de enero de 2009

Viaje a Egipto. Capítulo I De Madrid a Karnak

Estimulada e invitada por mi hija, dueña de este blog, voy a hacer algunas anotaciones sobre el viaje que realizamos mi marido y yo el pasado mes de noviembre, al fascinante país del Nilo.
Hace mucho tiempo C. me había dicho que ese país era el que más le atraía para visitarlo... y por fin se presentó la ocasión.

Hicimos el viaje desde Madrid a El Cairo, el 2 de noviembre, en compañía de R., hermano de C. y A. su mujer, que también se animaron a ir.

Llegamos ya de noche; nuestro primer guía M., un egipcio joven y bien trajeado, nos llevo hasta el Hotel Fairmont cercano al aeropuerto. Tengo que señalar ya el extraordinario nivel de conocimiento del español, y creo que de cualquier otra lengua que pueda hablar un turista, que tienen los guías en Egipto.


A la mañana siguiente de buena hora, nos levantaron y M. nos llevo al aeropuerto. Es
evidente que el número de turistas es mayor que los metros cuadrados del aeropuerto y por tanto cuando nos dejaron allí estuvimos un buen rato hacinados y apretujados con montones de personas.

El sistema de llamada del vuelo correspondiente también es propio de Egipto, pues alguien grita, a pleno pulmón, desde una especie de escenario, la cifra del vuelo y hay que estar muy muy atento. Bueno, pues por fin embarcamos y volamos hacia Luxor. Allí ya nos esperaba nuestro guía para todo el viaje, Y., hombre de buenas maneras y buen español.

En primer lugar nos llevo a nuestro barco, Al Farida, donde íbamos a recorrer una pequeña parte del gran río, en un crucero de cuatro días. El barco era como un buen hotel, con amplio "camarote", magnifico ventanal para poder contemplar el río y sus márgenes, y estupendas instalaciones, terraza, bar, restaurante, etc. Esa era nuestra base, desde allí salíamos a hacer las excursiones y volvíamos para hacer todas las comidas, excelentes por cierto, y descansar.

                                                                        
Y entonces fue cuando empezó la inmersión en el antiguo Egipto, comenzando por la visita a Karnak.

A pesar del mes y de la hora temprana el calor era grande e iba en aumento. El guía se protegía toda la cabeza con una "kefia" (pañuelo palestino), que le tapaba no sólo esta sino el cuello y la boca, además de unas gafas de sol. Me hice el propósito de conseguir un gorro lo más pronto posible.

Karnak está en la antigua Tebas (hoy Luxor), capital de los faraones desde la XI Dinastía y durante los siguientes 1.000 años.


 Primeramente sorprende por su enorme tamaño, ya que no es un templo sino un conjunto de templos, manifestaciones de poder y devoción de muchos faraones que allí dejaron pilonos, salas, obeliscos, estatuas, templetes, etc. a lo largo de 2.000 años. El dios principal, al que está dedicado el conjunto es Amón-Ra; en un principio, dios tutelar de Tebas, mucho antes de que esta ciudad fuera la capital de Egipto.


Por allí deambulamos durante varias horas, maravillados del inmenso trabajo que el conjunto representa; todo impresiona pero, quizás sea la sala hipóstila con sus enormes columnas, como un gran bosque pétreo, todas ellas grabadas con jeroglíficos, lo que deja el espíritu en suspenso; hay que esforzarse para mirar hacia el cielo, tan altas son las columnas, y poder contemplar los capiteles, en forma de capullo, unos de papiro y otros de loto.



También las paredes están llenas de grabados y de jeroglíficos que expresan la piedad y devoción hacia los dioses de los diferentes faraones que engrandecieron Karnak, y que son un testimonio imprescindible para conocer el Antiguo Egipto, para los arqueólogos y egiptólogos, y un placer de contemplar para los visitantes, tan bellos son.

                                                                             
El santuario de Amón-Ra, donde estaba la estatua del dios, ocupa la posición central y es bastante pequeño; es así como se hacía en los templos egipcios.

                                                                                
Vimos los obeliscos de Tutmosis I y de su hija y sucesora Hatshepsut, única mujer "faraón" de la historia de Egipto, que está representada en otro obelisco, este caído y con magníficos bajorrelieves, con todos los atributos de faraón y ninguno de su condición femenina.

Vimos también una columnita coronada por el dios Khepri o sol naciente, el escarabajo sagrado.

                                                              
Vimos colosos de faraones conocidos y de otros de nombre nunca antes oído. Una de estas estatuas es de Tutankhamon, restaurador del culto de Amón en Egipto.

                                                           
Vimos, vimos, vimos. Tanto hay que contemplar que una sola visita no da para todo, sólo para hacerse una idea, eso sí mucho más precisa que todos los libros de Historia y de Arte que se hayan podido consultar antes. Eso es lo que tiene ir a ver en su lugar paisajes, ciudades, monumentos.

La idea de ver las cosas en su propio espacio la tienen y la habían tenido para Karnak muchísimas personas más, y por lo tanto estaba lleno, lleno de gente. En Egipto es así en casi todos sitios y hay que hacer abstracción y disfrutar como se pueda; los guías, además, tiene la costumbre, ellos sabrán por qué, de meter a todos los grupos de turistas al mismo tiempo, en el mismo sitio, de manera que a veces un templo, no tan grande como el complejo de Karnak, está tan lleno que uno no se puede mover.


Con el alma y la vista llenas de sensaciones y con el cuerpo sometido a un ya enorme calor, volvimos al barco, donde comimos en un agradable buffet, y descansamos un rato, para ir por la tarde a visitar el Museo de Luxor, que queda a un paso del muelle donde estaba atracado el barco.

                                                                      
Este Museo, inaugurado en 1.975, es pequeño, pero contiene grandes obras, muy representativas del arte egipcio, maravillosamente colocadas para poder disfrutar de ellas; parte del tesoro de la tumba de Tutankhamon y bustos, estatuas, joyas, utensilios etc. y hasta momias de faraones, que lo hacen una auténtica joya; también contribuía al placer de la visita que el museo tenía pocos visitantes, al contrario que casi todos los lugares en Egipto y que la temperatura ambiental era agradable.

Museo de Luxor
Algunas de las soberbias piezas del Museo:
 
                                       1. El dios cocodrilo Sobek y el faraón Amenofis III

                                        2. Cabeza de una estatua colosal del faraón Sesostris III
     
                                                        3. Esfinge del faraón Tutankhamon

                                          4. Cabeza de una estatua colosal del faraón Amenofis III

Volvimos al barco paseando por la orilla del Nilo. Allí como por otras muchas partes del país había tenderetes, además de centros comerciales y todo lo que suponga vender algo; y en un tenderete encontré un gorro de lona para protegerme de los rayos de Amón-Ra, que me acompañó en el resto del viaje.

En el barco tuvimos una buena cena, ésta servida al modo tradicional, con varios platos. Hay un buen cocinero en este barco. Nos fuimos a dormir pronto pues mañana tenemos otro extenso plan de visitas, así que, hasta el capitulo III.