domingo, 31 de enero de 2010

Capítulo VII Un paseo por Nova Scotia, Canadá

Amanecia cuando llegamos a nuestra siguiente escala en Halifax, Nova Scotia, Canadá.
El sol estaba levantandose, ofreciendonos un espectaculo fantastico y rápido, pues enseguida lo inunda todo con su luz.

Tambien pudimos admirar el elegante Queen Mary II, que pasaba al lado de nuestro barco, en un viaje similar al nuestro.

En la costa podiamos ver ya Halifax, la capital de Nueva Escocia.

Nueva Escocia es una de las provincias fundadoras de Canadá.

Junto con Quebec, Nuevo Brunswick, y el estado de Maine, en E.E.U.U., fue colonizado y poblado por franceses que le dieron el nombre de Nueva Francia, desde comienzos del s. XVIII.

Los ingleses habían reivindicado, poco tiempo despues, estos territorios, que habian atraido a cierto numero de colonos escoceses, y que le dieron su actual nombre.

Despues de largas y cruentas guerras entre los franceses, los británicos y los nativos que colaboraron con ellos, Gran Bretaña se hizo con estos extensos territorios.

La población era mayoritariamente francesa, conocidos como acadianos, francofonos y católicos, lo cual no convenia a los nuevos dueños.

Se promovió la implantación de gran número de colonos alemanes protestantes, sin resolver el problema.

Finalmente los británicos dedidieron deportar a los acadianos a otras colonias suyas, a Europa y a Louisiana, en el sur de E.E.U.U., donde contribuyeron a crear la cultura cajún.

Las siguientes oleadas de pobladores fueron los llamados "leales", que quisieron mantenerse unidos a la corona británica, cuando la Independencia de E.E.U.U. y emigraron hacia el norte.
Y mucho más tarde llegaron los irlandeses que huian de la Gran Hambruna de 1.845-1.849.

Bien, volvamos a Halifax, gran ciudad de mas de 350.000 habitantes, un importante puerto de la costa atlántica de Canadá, que recibe mas de cien cruceros al año.

Conocida, tambien, por ser la ciudad mas cercana al naufragio del Titanic, desde donde partieron los barcos de rescate, trás la tragedia. Cerca de la ciudad hay un cementerio con muchas lápidas de victimas del Titanic, que no visitamos.

El autobús habia cambiado. Hoy teniamos a nuestra disposición uno mas amplio y confortable, con buenas vistas para todos, manejado por Betty-Ann experta conductora, ademas de madre y abuela, que nos llevo con toda seguridad por algunas dificiles carreteras secundarias.

Dimos un paseo por las calles antiguas de Halifax, cercanas al puerto, de fuerte sabor victoriano, restauradas en todo su esplendor por un gran plan de recuperación del municipio.

Subimos a continuacion a la Ciudadela, llamada Fort George, construida entre 1.740-1.856, primero para repeler posibles ataques de los franceses, y luego de los E.E.U.U.

Una de sus estampas caracteristicas es la del Reloj de la Ciudad, mandado a instalar por el principe Eduardo, Duque de York, Comandante en Jefe de las fuerzas de la América Británica del Norte, en 1.803, para estimular la puntualidad y el sentido del deber de las fuerzas allí estacionadas.

La Ciudadela tiene forma de estrella, inspirado en las fortificaciones diseñadass por el francés Le Pestre, señor de Vauban, para Luis XIV.

Uno de los atractivos de la visita es contemplar a los centinelas, vestidos de escoceses. El que estaba de guardia ese día era un hombre de color. Quise hacerme una foto con él y al tocarlo ligeramente me dio un gran susto, pues fuera un robot o de carne y hueso, se cuadro con gran ruido, estrepito podriamos decir, y cantidad de movimientos, para quedarse conpletamente quieto a continuación. Sigo con la duda sobre su identidad, humana o mecánica...

Seguidamente montamos de nuevo en el bús y por carreteras secundarias atravesamos un precioso paisaje costero, el de la bahia de Saint Margaret, hasta llegar a nuestro destino: Peggy´s Cove.

El lugar es espectacular. Grandes extensiones de granito han sido redondeados por la accion del agua y el viento y forman un panorama algo salvaje.

No eramos los únicos visitantes; una multitud de turistas, seguramente procedentes de cruceros como el nuestro, paseaba por allí; frío no hacía, pero C. quiso abrigarse mas pues corría el viento con ganas. En la bien abastecida tienda se compro un impermeable que parecia de lobo de mar, aunque no era amarillo.

En un extremo hay un gran faro. En la base del faro había una mujer vestida y calzada de verano con una guitarra, tocando y cantando para amenizar a los turistas. Estaba sentada en un taburete y no parecía temerle al viento.

Según una de las leyendas locales, hay varias versiones, el nombre del pueblo se debe a una niña superviviente de un naufragio, que fue llamada así por la familia que la acogió, al no conocer su nombre; otra posible procedencia del nombre es el de la propia bahía donde está el pueblo, ya que Peggy es el apodo de Margaret.

En todo caso es un bonito pueblo de pescadores. Tiene un puente cubierto, como los que ya habíamos visto, un muelle con barcos y demás artes de pesca, nasas, redes, etc, un iglesia pequeña de madera y hasta un escocés vestido a la usanza, con su falda a cuadros, para guiar a los turistas, en los nada complicados rincones del lugar.

Continuamos nuestro viaje, rodeando siempre la costa, hasta llegar a la Bahía de Mahone, otro pintoresco punto desde el que hay la mejor vista de la ciudad llamada igualmente Mahone Bay.

Se puede observar la calle principal, con las tres iglesias de tres distintas confesiones protestantes,
  • anglicana,
  • luterana y
  • unionista,
una al lado de otra, recuerdo de los diferentes emigrantes que han forjado el pueblo, alemanes, suizos, etc. y de su tolerancia religiosa.

Al atravesar la ciudad pudimos ver variadas muestras del Festival de Espantapájaros, que se acababa de celebrar en los primeros días de octubre, en el que presentan cientos de estas figuras.

Son muy simpáticos, parodias de personajes celebres de la sociedad, realeza, artistas pop, etc.; había también espantapájaros en forma de calabaza, brujas, esqueletos, pues ya preparaban Halloween.

Seguimos hasta llegar a Lunenburg.

Esta ciudad, establecida como segunda colonia británica después de Halifax, en el territorio de Nueva Escocia, en 1.753, y poblada luego con alemanes, suizos y franceses, conserva casi intacto su patrimonio urbano, con casas y edificios de finales del s. XVIII y principios de XIX.

Ha tenido desde su fundación gran cantidad de industrias relacionadas con el mar, astilleros, así como la mayor planta del país de procesamiento de pescado, entre otras actividades e industrias.

En 1.992 el gobierno de Canadá declaro Lunenburg como Distrito Histórico Nacional. En 1.993 la UNESCO reconoció este conjunto como Parimonio de la Humanidad.

Comimos en un restaurante llamado Rum Runner, nombre evocador de su pasado pirata y de fabricantes de ron. La comida no evocaba nada, solo pasable.

Después de comer dimos un paseo contemplando las casa, iglesias, fábricas, etc, todo con cierto aire de casita de muñecas, convertida en gigante por algún sortilegio.

En el muelle está atracado un velero, vencedor de la copa de América, el Bluenose, que su propietario, natural del lugar, ha dejado allí para ser contemplado por los visitantes.

Volvimos después al barco, en el cual teníamos que embarcar a las cinco y media como hora limite.

Desde nuestro camarote contemplamos Halifax, así como la salida del barco, siempre espectacular.

También se iba, momentos antes que nosotros, el Queen Mary II , con su majestuosa silueta. Lo seguimos hasta que desapareció en el océano.

Nos esperaba una larga navegación.

miércoles, 27 de enero de 2010

Capítulo VI Saint-John, New Brunswick, Canadá

Cuando nos despertamos estábamos frente a la ciudad de Saint-John, en otro país, Canadá. Para nuestra suerte no había niebla, no había viento, el cielo era azul y teníamos buena temperatura.

Fue un día perfecto en cuanto al clima. Podíamos cumplir nuestro apretado programa de visitas con agrado.

Estábamos en Canadá, en la provincia de Nueva Brunswick y en su capital Saint-John; esta ciudad de cerca de 70.000 habitantes es una ciudad bilingüe (inglés-francés), de hecho todos los letreros están en ambos idiomas.

Se encuentra situada en la confluencia del río Saint John con la bahía de Fundy.

Es la primera ciudad que se unió a Canadá, en el momento de su formación.

Dos palabras sobre Canadá.

Es un país bastante nuevo, su independencia de Gran Bretaña data del año 1.867, en que fue promulgada su primera Constitución con el nombre de British North America Act.

Es uno de los países mas grandes del mundo en cuanto a extensión, pero, debido a su clima, gran parte del año permanece bajo los hielos, o cuanto mas al norte, todo él; la densidad de población es pequeña y la mayor parte vive cerca de la frontera del sur, a unos 200 kms de los E.E.U.U.

Tiene muchos recursos naturales, posee la reserva de agua dulce mayor del mundo, gran riqueza maderera, que extrae de sus muchos y enormes bosques, y petróleo.

A la vista de un español parecería casi lo mismo que su vecino del sur, pero creo que esta visión irrita mucho a sus ciudadanos.

Por lo tanto fijémonos mas en lo que los separa.

Para empezar, el horario difiere, es una hora mas tarde que en E.E.U.U.

Por otro lado su historia es muy distinta de la de su vecino. El primer núcleo de Canadá lo constituyeron los territorios de Nueva Escocia, Nuevo Brunswick y Quebec, estos y el Estado de Maine, en E.E.U.U., habían sido colonizados por los franceses desde comienzos del s. XVII, con el nombre de Nueva Francia.

Cuando después de muchas guerras con los ingleses y con los nativos, que colaboraban con los ingleses, los franceses fueron expulsados de esas extensas regiones, estas pasaron a pertenecer a la corona inglesa.

Los residentes aumentaron, considerablemente, con una nueva oleada de gentes que vivían en el territorio de E.E.U.U., y que no quisieron separarse de la metrópolis cuando la revolución americana; son los llamados "leales", que emigraron hacia el norte.

La colonia fue favorecida por el gobierno inglés, que premió su lealtad, con exenciones de impuestos y diversas protecciones.

De hecho y después de varias modalidades de unión con Gran Bretaña, en 1.865 se tomo la decisión de nombrar a esos territorios Canadá, palabra derivada del idioma nativo iroqués, lengua de una de las tribús que poblaban el territorio -kanata-: poblado, asentamiento.

Contrariamente a la Independencia de E.E.U.U., Canadá fue emancipandose de Gran Bretaña de forma gradual, desde 1.867 hasta 1.982, hasta alcanzar plena autonomía.

Hoy día sigue perteneciendo a la Commonwealth , Mancomunidad de Naciones que comparten lazos históricos con Gran Bretaña. La reina de Inglaterra tiene allí un representante político, que actualmente nombra el parlamento canadiense.

Bien, pues volvamos a Saint-John.

Una vez desembarcados y sin tener que pasar mas que un ligero y rápido control de pasaportes, en un edificio al lado del barco, cogimos un autobús, para nuestra excursión.

En esta ocasión, y dado que el número de viajeros había aumentado en cuatro, por habersenos unido unos despistados "navegantes", compatriotas nuestros, que habían emprendido el crucero por libre y se encontraban entre los 3.000 americanos, sin saber que hacer, ni con quien hablar, el bus se revelo demasiado pequeño y nos toco a nosotros ir en la última fila, donde solo había ventana y media, la otra media era ciega, para admirar el paisaje.

Porque la contemplación de los bosques que atravesábamos, era parte importante de la excursión. Pusimos nuestra buena voluntad y miramos todo lo que la situación nos permitía.

Efectivamente, tanto los bosques como las fechas, estaban escogidos para contemplar la belleza de la naturaleza; el otoño ofrecía gran cantidad de colores, verde oscuro de las coníferas, gamas de amarillo, de marrón, rojo de diferentes tonos de los arces. Una delicia para la vista. De vez en cuando veíamos alguna casa aislada, preparada para el duro invierno, gran tejado inclinado y mucha leña en la leñera.

Al cabo de un tiempo llegamos a la primera parada de nuestro viaje. Un pueblo llamado Saint-Martins. Allí en la bahía de Fundy, muy profunda y estrecha, se producen las mareas más altas del mundo, que han excavado unas profundas grutas a un lado de la playa

La playa es de cayados o piedras redondeadas; difícil andar por ellos.

Por suerte en ese momento la marea estaba baja y pudimos ver las grutas.

Fuimos, luego, a otra zona de Saint-Martins, donde lo que había que admirar eran unos curiosos puentes protegidos por una construcción de madera. Quien haya vista la película "Los puentes de Madison" protagonizada por Clint Eastwood, se hará idea de como son. Él interpreta a un fotógrafo de la revista Life, que va a Madison a hacer un reportaje sobre este tipo de puentes.

Entramos y salimos de los puentes. Allí había un faro, que no sé si tenía mas función que adornar ese lugar, pues estaba bastante retirado del mar.

Seguidamente volvimos a Saint-John. En la ciudad hay un enorme parque, Rockwood Park, que mas parece un bosque, dedicado al esparcimiento de los habitantes de Saint-John, en él se pueden practicar muchos deportes. Nos detuvimos en el Centro de Visitantes, adornado con un estanque. Nos entretuvimos un buen rato con los patos del estanque, que se divertían de los lindo.

Volvimos al centro urbano, para visitar su Mercado cubierto, situado en el casco histórico, al lado de una plaza de fuerte sabor decimonónico, con estatuas de los proceres locales.

Tengo que decir que la circulación en Canadá es de lo mas civilizada. Siempre piensan en el peatón y en cuanto ven a alguien con intenciones de cruzar la calle, aminoran la marcha desde lejos y paran, antes de llegar al transeúnte en cuestión. Cosa no vista en otros lugares del mundo.

El mercado cerrado, tenía su encanto como todos los mercados. Estaba limpio y ordenado. Había comida cocinada, que la gente compraba con asiduidad por ser la hora del almuerzo, fruta, vegetales, productos cárnicos, productos del mar... todo lo necesario para llevar a casa y cocinar, puestos menos concurridos, en esos momentos, que los de comida preparada.

También había algunos artesanos de pequeños objetos como collares, pulseras e incluso pequeñas cerámicas. Uno de ellos, que se intereso en mi nacionalidad, tuvo la gentileza de regalarme un pequeño faro, en arcilla cocida, para colgar en la pared. Quería, según me dijo, que recordara mi paso por Canadá y a él. Se puede ver que el carácter de los canadienses es simpático y amistoso

Después fuimos a contemplar otro fenómeno natural, que sucede en la desembocadura del río Saint-John. Debido a la profundidad de la bahía de Fundy, que allí se encuentra con el río, se provoca un retroceso del caudal que llaman "cataratas invertidas". El agua en vez de ir hacia la desembocadura da vuelta atrás, se resiste a ir al mar, provocando unos remolinos y unas olas invertidas. Es curioso, mas fácil de entender viéndolo que explicándolo.

El lugar donde se produce, que es precioso, esta bastante afeado por una gran fábrica de papel en sus margenes. Hay que desviar la vista, porque ofende.

Todavía nos esperaba otra visita con vistas. En efecto, subimos hasta un castillo llamado Carleton Martello Tower, destinado antaño a la vigilancia de la costa durante la guerra de 1.812 y que estuvo en uso hasta la Segunda Guerra Mundial.

Se vislumbraba un amplio panorama, entre otras cosas el muelle donde estaba atracado nuestro barco

Ya era hora de volver al barco para comer. Llegamos por los pelos, pues el buffet cierra una hora para preparar la merienda...

Teníamos toda la tarde para "disfrutar" de nuestro transporte.

Contemplamos Saint-John, mientras el barco se iba alejando de la ciudad. La salida y la llegada del barco a una población son de las cosas mas atractivas del crucero, desde mi punto de visita.

Durante largo rato se va viendo la costa, primero la ciudad que se aleja, el movimiento de los muelles y luego el paisaje en conjunto, así como el océano, con sus luces y sombras.

Pensamos en dar un paseo por la cubierta de marcha. Imposible, el viento soplaba con ganas.
Dimos unas cuantas vueltas por el barco y sus dependencias, para acabar aterrizando en el gran comedor, donde ya había gente merendando: si, en el barco se puede comer a todas horas; pasamos de largo.

Otra de las distracciones es ir de compras, pues en cuanto el barco se pone en movimiento abren las tiendas. Una vez vistas las tiendas, el entretenimiento se acaba rápido. Comprar por comprar no forma parte de mis diversiones.

Por la noche, después de la cena tuvimos un espectáculo ofrecido por la organización, patinaje artístico. Representaban, en una pista de hielo pequeña, una semblanza de las cuatro estaciones del año.

Discreta interpretación que duro alrededor de una hora.

Seguimos navegando durante la noche rumbo a nuestra siguiente escala, que dejaremos para otro capítulo.

Hasta entonces...

jueves, 14 de enero de 2010

Capítulo V Cocina de Nueva Inglaterra I


Habíamos tenido una agradable comida en Bar Harbor, con especialidades de la zona.
Nuestro guía nos explico algo acerca de ellas.

Los habitantes de la región de Acadia, en la isla del Monte Perdido, Nueva Inglaterra, fueron expulsados por los ingleses, cuando perdieron la guerra anglo-francesa, a mediados del s. XVIII y en su huida llegaron hasta Louisiana, en el sur, creando diversos platos que hacían con lo que tenían a mano.

Es lo que llama comida cajún.
Entre ellos destaca el Clam Chowder o sopa de almejas de Nueva Inglaterra, hoy muy popular en todo el país. Con algunas variaciones se puede comer tanto en Manhattan como en S. Francisco.
La langosta de Maine es un plato en el que ingrediente principal no necesita gran cosa para ser sublime.
En cuanto al postre es casi obligada la tarta de arándanos de los cuales Maine es el principal productor nacional.
Ya en casa tuve ganas de hacer una comida casera sobre ese tema, y esto es lo que salio

Clam Chowder, sopa de almejas de Nueva Inglaterra.

Receta para 6 personas:
Ingredientes
  • 500 g de almejas
  • 125 g de bacón en cubitos
  • 2 puerros
  • 2 tallos de apio
  • 1 cebolla mediana
  • 3 patatas medianas
  • 1 ramito de hierbas (perejil,laurel, tomillo)
  • 2 cucharadas de harina
  • 1/2 l de leche
  • 1/4 l de nata de cocinar
  • 50 g de mantequilla
  • Maíz en grano
  • sal
  • pimienta
Elaboración
  1. Poner las almejas en una sartén a fuego vivo hasta que se abran, reservar, colar con un colador fino y dejar en un vaso por si tienen algo de arena que quede en el fondo.
  2. Picar finamente el puerro, la cebolla y el apio.
  3. Cortar las patatas en cuadritos no muy grandes.
  4. Poner en una olla el bacón a freír, cuando este dorado reservar en un plato
  5. Rehogar las verduras, patatas incluidas en la grasa soltada por el tocino.
  6. Añadir la harina y revolver un par de minutos.
  7. Incorporar el caldo de cocción de las almejas, la leche, la nata y el ramito de hierbas
  8. Dejar que cueza unos 12-15 minutos
  9. Mientras quitar las conchas de las almejas; si son grandes se pueden partir en trocitos
  10. Añadir el tocino frito, el maíz y las almejas y dar un hervor.
  11. Servir bien caliente con pan tostado o galletitas saladas


Langosta de Maine

Ingredientes
  • Un langosta por persona
  • 3 o 4 l. de agua fría
  • 1 zanahoria mediana raspada y cortada en rodajas gruesas
  • 40 g de cebolla en un trozo, pelada
  • 1 hoja de laurel, una ramita de perejil y otra de tomillo.
  • 1/2 vaso, de los de vino, de vino blanco seco
  • 6 granos de pimienta negra
  • sal
Modo de hacerlo
  1. Se pone a cocer a fuego vivo
  2. Cuando rompe el hervor a borbotones se sumerge la langosta
  3. Se cuece durante 10 minutos
  4. Se quita del fuego y se tiene otros 20 minutos dentro del agua caliente
Allí la sirven con mantequilla liquida y mazorcas cocidas de maíz, como acompañamiento


Encontré unas magnificas colas de langosta congelada, importada de Maine precisamente.

Ya que estamos en España, introduje dos variantes para servirla.

La acompañe de salsa mayonesa casera, y patatas cocidas como acompañamiento. Creo que estas modificaciones mejoran el plato.

Tarta de arándanos

Ingredientes

Para forrar el molde desmontable de 25 cm
  • 27 galletas Digestive, un paquete pequeño
  • 40 g de mantequilla
  • 120 g de mermelada de arándanos
Elaboración
  1. Macahacar las galletas con la mantequilla hasta formar una pasta
  2. Forrar el molde por la base y los lados
Para la crema frangipane
  1. 1/2 l de leche
  2. 1 huevo entero
  3. 3 yemas de huevo
  4. 100 g azúcar
  5. 70 g de mantequilla
  6. 50 g de harina
  7. 130 g de almendra molida
Elaboración
  1. Se calienta la leche hasta ebullición en un cazo
  2. Mientras se ponen en un cuenco, el huevo, las yemas y el azúcar y la harina. Se baten bien con varillas hasta que la mezcla blanquee
  3. Se bate la mantequilla en pomada
  4. Cuando la leche empiece a hervir se apaga el fuego y se vierte en el cazo la mezcla de huevos, azúcar y harina batiendo sin parar, hasta que la crema espese
  5. Se pone en un cuenco y se añaden la mantequilla y la almendra molida
  6. Se bate todo hasta que quede homogeneo
Para acabar la tarta
  1. El molde forrado con la pasta de galletas con mantequilla, se cubre con la mermelada de arándanos
  2. Se vierte encima la crema de almendras, se alisa
  3. Se decora con arándanos al gusto de cada cual

Como vereis un menú contundente, pero sabroso. En casa se quedaron muy contentos con él.
A C. y a mí nos sirvio de recuerdo... Aromas de Nueva Inglaterra.

martes, 12 de enero de 2010

Capitulo IV Bar Harbor, Maine

A la madrugada siguiente habíamos llegado a otro lugar. No estábamos en un puerto sino en el mar entre unas islas, que aparecían brumosas.

Estábamos enfrente de la Isla del Monte Desierto, una maravilla de la naturaleza, y veíamos la pequeña población de Bar Harbor, en el extremo nordeste de la isla.

El muelle no tiene suficiente calado para un barco de las dimensiones de nuestro buque, así que fuimos trasladados, junto con todos los demás pasajeros que quisieran ir, en unas lanchas, hasta el muelle de Bar Harbor.

Allí estaba el autobús, conducido por Everett, esperándonos.

Pero, Oh! el tiempo tampoco nos fue favorable, pues todo lo que podíamos ver estaba envuelto en una densa niebla. Siendo estos parajes uno de los paisajes mas bellos que íbamos a visitar, las perspectivas no eran halagüeñas.

Sin tener esto en cuenta, como hace todo turista bien conducido, salimos hacia el Parque Nacional de Acadia, que está en la Isla del Monte Desierto.

Esta zona fue explorada por el francés Samuel de Champlain, a principios del s.XVII. Él le dio el nombre de Acadia a una extensa región que comprendía Nueva Inglaterra, Nueva Escocia y la isla del príncipe Eduardo y también bautizo la elevación mas importante de la costa atlántica noreste, como monte Cadillac.

El Parque Nacional fue fundado en 1.916 con el nombre de Parque Nacional Lafayette, cambiado en 1.929 por el actual de Parque Nacional de Acadia, en honor de los franceses que poblaron y colonizaron la costa noratlántica de Canadá y E.E.U.U.

En las primeras décadas del s. XX, esta zona estuvo muy en boga como residencia veraniega de algunos millonarios americanos, que hicieron allí grandes mansiones. Un terrible incendio desatado en 1.947, que destruyo casi todas y arraso la mitad de la isla, los alejo de allí.

Fue entonces cuando John D. Rockefeller Jr., el mayor propietario de hectáreas de la zona, dono el parque al estado de Maine, con 45 millas de caminos creados por él, que incluyen 17 puentes de piedra, atravesando cursos de agua, cascadas, acantilados y carreteras, cada uno con su diseño propio.

Hoy día este espacio natural protegido es utilizado por deportistas, se hace montañismo, senderismo, recorrido en bicicleta, y excursiones de todo tipo. En la isla hay una única playa. Para desarrollar estas actividades, tanto deportivas como turísticas, hay que pagar cada día. De algo se tiene que mantener el parque...

Bien, pues nosotros íbamos subiendo con el autobús. El camino, siempre con niebla, apenas nos dejaba ver un espectacular bosque a ambos lados, donde los arces, rojos en esta época del año, sobresalían entre el verde oscuro de los pinos, el amarillo y otros tonos otoñales.

Hicimos una parada en el Centro de Visitantes, que resulto de los mas oportuna, pues allí nos ofrecieron una película donde se veía todo lo que nos estábamos perdiendo a causa de la niebla. ¡Al menos lo habíamos visto virtualmente!...

Seguimos con el bus hasta la cima, lugar desde donde se divisan las mejores vistas , de las que he puesto una muestra y que, por desgracia, la intensa niebla nos impidio ver.

Como era el momento del día en que el sol tiene mas fuerza, dimos un corto paseo por unos senderos marcados, para que los excursionistas puedan llegar por ellos a los diferentes puntos de vistas sublimes, esperando, desesperadamente, que la fuerza del sol pudiera con la niebla..., pero no fue así.

Mis reflexiones eran negras, mejor dicho grises como el día, cosas como, -Para una vez en mi vida que voy a estar en lugar, y no puedo ver nada-, -Qué perra suerte- y otras por el estilo.

Con ánimo descorazonado emprendimos la bajada. Hicimos una parada en una laguna que había en medio del bosque y tratamos de consolarnos contemplando el color de los arces y las construcciones de los castores que habitaban en el lago

Descendimos cerca de la costa, todavía en Parque Nacional de Acadia, para ver como el mar produce, lo que aquí llamamos, bufones.

Estos son grietas y chimeneas abiertas en el acantilado, conectadas con simas marinas, por las que las olas empujan el agua con gran fuerza, formando surtidores que pueden llegar a gran altura, dependiendo de la marea.

Cuando la marea está alta y hay un gran volumen de agua, al salir provoca un sonido o bufido característico. De ahí el nombre del fenómeno marino.

Los bufones de Acadia se llaman "Thunder Hol"

Para entonces, además de frustrados, estábamos hambrientos. Pero había una agradable sorpresa. Una comida propia de Nueva Inglaterra. La tomamos en un restaurante de Bar Harbor, "Yvy Manor Inn" pequeño, tuvimos que repartirnos en dos salas, y coqueto, que se anunciaba como restaurante de estilo francés. No nos decepciono.

La comida consistió en especialidades locales:


  1. Clam Chowder (sopa de almejas de Nueva Inglaterra)
  2. Langosta de Maine
  3. Tarta de arándanos
Como bebida, cerveza local, bastante oscura, pero agradable

La sopa proviene de los franceses que habitaron estas regiones y que necesitaban un alimento nutritivo y bien caliente para soportar el duro clima de estas latitudes.

Maine es un gran productor de langostas, que exporta a todo el mundo.

Los arándanos también son típicos de los climas fríos, cuando desaparece la nieve aparecen los arándanos.

Bien repuestos y olvidadas las inclemencias del tiempo, nos quedamos un rato paseando por Bar Harbor.

Esta pequeña ciudad de 4.000 habitantes fue habitada por los indios Wabanaki; en ella encallo el explorador y colonizador francés Champlain, que ya he citado, pero no fue fundada como ciudad hasta mediados del s. XVIII.

Hoy día es el puerto de entrada para visitar el Parque Nacional de Acadia y tiene transbordadores que van a Yarmouth, Nueva Escocia, Canadá.

Es también lugar de veraneo y está preparado para la práctica de varios deportes.

Paseamos por la calle próxima al puerto, dedicada al comercio. Había varias tiendas de artesanía con bonitas producciones.

Por último, y con tiempo, nos pusimos en la cola de la lancha que nos tenía que llevar al barco, Había una hora determinada en que salía la última embarcación y no podíamos perderla.

¿Que hubiéramos hecho otro día mas en Acadia? Esperar que el sol luciera... o no

Cuando el barco se alejaba, hacia su siguiente destino el panorama de Bar Harbor y las islitas cercanas estaba...envuelto en nieblas

El próximo capítulo sera gastronómico, con receta de los platos que tomamos en el Ivy Manor Inn.

Hasta entonces

sábado, 9 de enero de 2010

Capitulo III Maine

Al día siguiente, cuando miramos hacia fuera, empezaba a amanecer y estábamos atracando en el puerto de Portland; la vista era impresionante y nuestro corazón se alegro al ver algo más que agua por todos lados.

En esos momentos no llovía, pero mirando con mas atención, a lo lejos hacia la izquierda, se iba poniendo cada vez mas gris y desdibujado. Efectivamente era la lluvia que avanzaba hacia nosotros.

Y eso fue lo que tuvimos, un día pasado por agua.

El grupo, eramos unos cuarenta, había quedado con nuestro guía en el paseo central del barco para salir al exterior.

Tengo que hacer mención a nuestro guía, C., un colombiano naturalizado estadounidense, con grandes dotes para dirigir turistas. Hombre de gran experiencia, maneras educadas y sentido del humor; nos hizo el viaje agradable, poniendo todo lo que pudo de su parte.

La salida al exterior iba acompañada de diversos controles, que nos retrasaron hasta las once de la mañana.

Fuera llovía a cantaros, así que la primera parte de la visita transcurrió dentro del autobús,
Como chofer llevábamos a un simpático chico, no podía ser mas típico, llamado Everett.

El comienzo de la visita era la ciudad de Portland.

Este Portland está en el estado de Maine, cuyo nombre proviene de la región francesa homónima.
Y es que este, junto Luisiana en el sur, son los únicos estados con fuerte tradición y presencia francófona en Estados Unidos, lo cual se debe a su historia, pues esas regiones fueron colonizadas y ocupadas por franceses en primer lugar, que perdieron todas sus colonias, incluidas las de Canadá, en la guerra contra los ingleses.

Portland ha tenido tres nombres, a saber

  • Machigonne, como la llamaban los nativos algonquinos;
  • Casco , que le dieron los pescadores ingleses allí establecidos en el s. XVII
  • Vienticinco años mas tarde los mismos ingleses le cambiaron el nombre por Falmouth
  • En el s. XVIII, un barrio, que llamaron Portland, se desarrollo mucho y acabo dando nombre a toda la ciudad.
Hay un monumento que conmemora los cuatro nombres.

Ha sufrido cuatro grandes incendios, por eso su escudo tiene la palabra latina "Resurgam" (Me levantare de nuevo).

Hoy día es la ciudad mas grande de Maine, capital económica, cultural y social del Estado.

Su población es de cerca de 70.000 habitantes y tiene un aire mas bien provinciano.

Se ha hecho una gran labor de conservación y restauración de los diversos estilos, que varios grandes arquitectos norteamericanos dejaron allí, desde el s. XIX hasta mediados del XX.

En conjunto tiene un aspecto victoriano y hace honor al nombre de la región, Nueva Inglaterra.

C., nuestro guía, lamento mucho que no pudiéramos bajar del bus, solo los mas arriegados lo hicieron varias veces para hacer fotos.

Vimos al pasar un faro que es usado como observatorio, la bahía de Casco, envuelta en brumas, una parte de la ciudad restaurada con alegres colores y gran variedad de bonitas mansiones victorianas, alguna convertida en museo de la ciudad

La excursión prosiguió después a Fort William Park. Íbamos a ver un faro, que por lo visto van a conocer todos los visitantes de Portland.
Es uno de los muchos faros que hay en esa costa, pero este debe ser de los mejor situados para la visita.

Sus luces fueron alimentadas con aceite de ballena hasta el año 1.958

El día seguía lluvioso y en las proximidades del faro hacía un fuerte viento. El lugar es pintoresco.
Ah!, pero el día no invitaba al paseo, ni a la contemplación. La mayor parte de los del grupo se metieron en una diminuta tienda de recuerdos, o bien en un diminuto museo que había allí. También se podía uno refugiar, con el paraguas abierto, debajo de un diminuto porche.

Después recorrimos un buen trecho de la costa, con alguna playa, que estará llena en el verano, pues es costa de veraneo, pero que ofrecía el mismo paisaje intensamente gris.

Pasamos, sin poder parar, ya que está prohibido, cerca de la residencia del ex presidente de Estados Unidos George Bush padre, en Kennebunkport.

Esta mansión mandada edificar por el abuelo materno de George Bush hijo, fue utilizada como la residencia de verano del padre, en otros tiempos. Ahora la ha convertido en permanente.

Tanto él como su hijo, el presidente George W. Bush, han recibido en ella a lideres mundiales, durante los años de sus mandatos.

Hay grandes medidas de seguridad alrededor de la mansión , pero se puede ver bastante bien.

En esta zona apenas hay urbanización, solo un pequeño núcleo con alguna tienda, el resto se compone de casas grandes, a veces mansiones, o mas pequeñas, diseminadas por un bosque, sin tapias, ni cercas.
Es una costumbre americana no "cerrarse" con ningún obstáculo para los habitantes de la casa, vecinos, paseantes e incluso cacos...

Otra curiosidad de este país es que los cementerios están en medio de las casas, también sin separación, muros, ni ningún tipo de valla; las pequeñas lápidas que están generalmente de pie, se encuentran clavadas en una gran superficie de césped, con bastante espacio entre unas y otras y algunos arboles por aquí y por allá.

La calle o serie de casas pueden tener como panorama, con el que levantarse todos los días, la vista del cementerio.

Tuvimos ocasión de ver varios cementerios de este tipo en nuestro recorrido por esa pequeña parte de Nueva Inglaterra. Tengo que decir que a pesar de lo que pueda parecer, no resulta demasiado siniestro.

También visitamos otro pueblo al lado de este y llamado casi igual, Kennebunk. En él estuvimos demasiado tiempo, pues no había nada que ver, excepto una calle llena de tiendas de recuerdos y otras variedades.

Cuando uno va a visitar algunos países, te dicen sin tapujos, después de una visita mas o menos cultural, que te van a llevar a una tienda magnifica, etc. etc. donde podrás comprar todo lo que quieras. Y efectivamente consiguen que compres algo, aunque no tengas la pulsión enfermiza de la compra, por aburrimiento, debido al enorme tiempo destinado a esa actividad.

En otros, como el que estábamos visitando, no hay ninguna advertencia; te llevan a un pueblo, y te dan mucho mas tiempo del que necesitas para hacer la foto del río y del puente locales. Acabas comprando, aunque sea una postal.

La idea era volver a comer al barco, pero aunque nuestro chofer enfilo con ganas la autopista 195, por la que transitábamos, autopista que va desde Canadá a Florida, no era posible llegar antes de que el buffet del barco hiciera una pequeña pausa entre la comida y la merienda.

Pero nuestra organización lo resolvió rapidamente. Comimos en un restaurante de carretera, al lado de un centro comercial, donde había un gran buffet bien surtido... y mucho color local, pues era un lugar para los habitantes de la zona, que aprovechaban el fin de semana para hacer sus compras, no un lugar para turistas.

Pudimos comprobar que no todos los obesos del país estaban reunidos en el barco. La obesidad se extiende como una plaga por doquier, en E.E.U.U.

Al llegar a Portland, se nos ofreció dejarnos en el centro de la ciudad, pues hay allí un afamado Outlet.

C. se quiso ir al barco; como había parado de llover, o casi, preferí quedarme paseando por la ciudad, con algunos del grupo.

Compras no hice, pero caminamos por la ciudad, que parece bien surtida y ordenada, con cierto sabor inglés.

El día acabo con la cena formal, en nuestros asignados sitios.

Hasta pronto.

jueves, 7 de enero de 2010

Capitulo II Navegando hacia Maine

Nuestro primer día completo en el barco, transcurrió enteramente surcando el Océano Atlántico, sin mas que ver que el inmenso mar a un lado y otro del inmenso barco: "la prisión dorada".

En él te proporcionan toda la comida y toda el agua, e incluso zumos, tés y cafés que quieras, pero la diversión escasea.

Si eres norteamericano y estas dispuesto a entretenerte como tal, la dirección ofrece diversas charlas, p. e. sobre nutrición, problema que, ya he apuntado, es grave entre los pasajeros, por su exceso de peso.
O pasatiempos como pintar dibujitos, como los que pintan los niños en la guardería, dirigidos por un tutor como allí se hace.
También puedes ir al gimnasio a castigar el cuerpo en los aparatos ad hoc, e incluso bañarte en los yacuzis exteriores, soportando después el gélido aire ambiental al salir.
Debe haber todavía alguna que otra diversión mas, todos los días nos pasaban el programa completo de a bordo, como cursillos de fotografía en incluso clases de bridge para principiantes. Todo, natural y rigurosamente en inglés.

Otros pasatiempos, muy concurridos aunque más peligrosos para la cuenta corriente son los que necesitan utilizar la tarjetita proporcionada a la entrada del barco, con tentaciones diversas para que la uses; así hay dos joyerías, una perfumería, otras dos tiendas de recuerdos, que incluyen ropa y objetos diversos, venta de cámaras de foto, y por si fuera poco, todos los días, en el paseo central, llamado La Promenade, ponen caballetes donde venden bisuteria y camisetas.
Es fácil caer en la compra compulsiva después, de tantas horas de barco.
También, pagando por el mismo procedimiento, puedes someterte a los ciudados de masajistas, con las diversas modalidades, del spa.

Después del desayuno optamos por caminar por la cubierta 14, acondicionada para este fin, con trayectoria marcada en el suelo. Tuvimos suerte pues el día era de buena temperatura y soleado. Pudimos ver que solo el agua nos rodeaba, vista impresionante.

A las 11 nuestro guía nos había convocado para una instructiva y, según él, necesaria charla, sobre cosas interesantes que teníamos que conocer, a cargo de un miembro de la tripulación, llamado pomposamente "embajador internacional".

Este resulto ser un "morenito" colombiano, muy alto y que hablaba además de su y nuestro idioma materno, otra varias lenguas, como a lo largo de los días tuvimos ocasión de comprobar; además de presentarse, su misión, las cosas interesantes prometidas, se podía resumir en una sola: una incitación repetida al consumo dentro del barco.

Comimos en el buffet, que era variado aunque nada exquisito. La masa a la que hay que dar de comer en estos barcos impide la buena calidad

Por la tarde, antes de la cena, tuvo lugar el "Saludo del Capitán de la nave" al pasaje, que ha sustituido la cena de gala que aparecía en la serie Vacaciones en el mar, de hace unos cuantos años.

El capitán vestido con su uniforme de gala y subido a un simulacro de puente de mando que hay en el paseo central, dirige a los pasajeros unas palabras y luego presenta a la tripulación, incluido el chef. Tengo que decir que nuestro capitán era como de encargo, alto, mediana edad, guapo.

Los norteamericanos son muy animados pues se visten de gala para este evento, que va acompañado de una copa de champán.
Están dispuestos a disfrutar con todo.

Cenamos, a continuación en el enorme salón llamado Da Gama, en nuestros puestos asignados. Para la cena te ofrecen una pequeña carta, para elegir; hay que ir con cuidado porque algunas cosas no están nada apetitosas; con los días descubriríamos que lo mejor era pedir siempre carne a la plancha. La bebida es asunto de la tarjetita.

Bien, pues así había pasado nuestro primer día, navegando, navegando... hasta nuestra primera parada que iba a ser en Portland, Maine.

Hasta entonces...

domingo, 3 de enero de 2010

Crucero a Nueva Inglaterra y Canadá

Capitulo I Embarque


Teníamos, C. y yo gran ilusión por hacer un crucero. Habíamos oído comentarios como: "yo ya no quiero mas que cruceros para viajar", "fantástica organización", "la comida es excelente y los servicios de a bordo muy buenos" etc.Todos ellos parecían una clara recomendación para hacer alguno; así que nos embarcamos en el enorme barco con bastante entusiasmo.

Fuimos desde Nueva York al puerto de embarque de estos trasatlánticos, que esta en Cape Liberty, New Jersey.
El trayecto tarda mas de una hora. Parece ser que estos barcos, tan grandes, no caben en el puerto de Nueva York, que no tiene calado suficiente . El puerto ha sido poco desarrollado desde que la Mafia acabo con él, hace varias décadas.

El muelle de embarque es un sitio desolado, con grandes hangares para albergar al enorme número de pasajeros que íbamos a compartir el viaje, en consonancia con el enorme barco.
Allí después de una cola, que iba rápida, comprobaron los pasaportes y nos proveyeron de una tarjeta con la cual debíamos pagar cualquier gasto en el barco; el dinero no se admite. Se abona el total de gastos el último día.

Al final de la cola había un puesto con café y galletas, anticipo de los servicios de restauración del barco, que están disponibles las veinticuatro horas del día.

Ahora dos palabras sobre los viajeros. La mayor parte de los mas de 3.000 pasajeros eran estadounidenses, y digo esto desde ya, porque todo el viaje estaba orientado a los gustos y necesidades de tal colectivo. Destacaba la edad media, con lo que parecía una gran cantidad de mayores de 70 años. Por último empezamos a ver otro de los fenómenos de la sociedad norteamericana actual: una gran cantidad de personas con sobrepeso. En general el sobrepeso era casi universal, había algunos ejemplares increíbles.

A continuación subimos al barco y nos fue asignado nuestro camarote, que era confortable; amplio, bien decorado, con un balcón sobre el mar.

El barco es enorme, pero esa enormidad es limitada y produce algo de claustrofobia. La decoración es recargada y estrambótica, de dudoso gusto. Hay bares, tiendas, un teatro, gimnasio, y hasta un casino.

La salida del barco es espectacular. Se puede ver la linea de rascacielos de Manhatan, la estatua de la Libertad, la isla de Ellis, el puente Verrazzano... Estuvimos un buen rato contemplando este magnifico paisaje, mientras navegábamos hacia el océano Atlántico

En el barco la comida del mediodía se hace en un buffet, disponible, casi sin interrupción, desde el desayuno hasta la cena. Para la cena, que se sirve en otra sala inmensa, hay puestos asignados para toda la travesía con los mismos comensales y tiene un carácter mas formal.

Después de la cena estuvimos en uno de los acogedores bares tomando una copa.

Así se acabo nuestro primer día como "navegantes"

viernes, 1 de enero de 2010

Presentación

Vivo en una ciudad de tamaño mediano de España; ahora que ya no tengo responsabilidades profesionales, viajo de vez en cuando...

Bueno, esto de viajar no es nuevo en mi vida, porque por suerte o no...me he pasado la vida viajando desde que tenía un año de edad.

Voy a dejar constancia de mis viajes recientes y futuros para que no se me olviden y por si hay alguien al que pudieran interesar.

Todo empezó cuando mi hija me invitó a contar el viaje que su padre y yo habíamos hecho a Egipto, que ya he relatado en su blog.

Me hace gracia que el año y mi propio blog empiecen el mismo día.
¿Será un buen augurio, para el entretenimiento que puedan conseguir, tanto los lectores como yo, con esta actividad?

Ya veremos...