viernes, 22 de octubre de 2010

Potaje de berros, un plato canario

Este sabroso potaje se hace en todas las Islas Canarias, con muchas y sustanciosas variantes.

Yo he optado por un potaje sin carne. Me parece que así se pone mas en valor el sabor de las verduras.

Aunque a alguno pueda parecerle una herejía, he utilizado la olla expres, pues las legumbres quedan muy bien y se hace mas rápido

La receta

Ingredientes



250 g de judías blancas (fabes)
500 g de patatas
250 g de batata (boniato)
500 g de calabaza
250 g de berros
1 mazorca de maíz
1 cebolla mediana
1 tomate
3 dientes de ajo
100 ml de aceite
Sal
Azafrán
Comino molido

Elaboración

Poner las judías a remojo la noche anterior.
Ponerlas en la olla expres con un l de agua y dejar diez minutos desde que esta a presión máxima.
Dejar que la olla se enfríe para abrirla, mientras se van preparando los demás ingredientes
Pelar y cortar las patatas, batatas y calabaza en cuadritos.
Picar la cebolla menuda.
Picar uno de los ajos.
Pelar y picar el tomate
Una vez cocidas las judías, pasarlas a un recipiente y en la misma olla echar el aceite y calentarlo.
Echar en el aceite caliente la cebolla y uno de los ajos y cuando empiece a dorar, añadirle el tomate.
Dejar unos 7 minutos.
Añadir los berros picado, las patatas, batata y calabaza, así como las judías cocidas y la mazorca de maíz.
Cerrar de nuevo la olla y cuando este a máxima presión dejarla 5 minutos.
Apagar el fuego y dejar que se enfría para abrirla.
Hacer un majado con el azafrán, sal, comino molido y sal
Disolver con un poco de caldo.
Echar en la olla.


En las islas, el potaje se suele comer con gofio, harina de trigo o de maíz, o una mezcla de las dos, tostada, a la que los canarios son muy aficionados.

Tanto se lo toman en el desayuno, como para los platos salados, potajes y guisos de pescado principalmente.

Probadlo. Es muy fácil y muy rico

Para la variedad con carne, se suele poner costilla de cerdo salada. Hay que dejarla en remojo, también la noche anterior.

martes, 12 de octubre de 2010

1er día en la Isla de La Palma. Santa Cruz de La Palma

Después de nuestra caminata por los bosques, bajamos hasta Santa Cruz de La Palma, para tomar algo y visitar la capital de la isla.

Ya desde el primer momento nos pareció un lugar encantador. Todo el casco histórico está muy bien conservado y mantenido. Forma una gran unidad muy poco transformada, desde su creación en el s. XVI.

Las calles se suceden armoniosamente conservadas.

Paramos en la calle O´Daly, llena de casonas y palacios de estilo canario. En una agradable terraza tomamos unas tapas, disfrutando de la tranquilidad y serenidad del lugar. Esto se debe, además del incomparable marco, a que no hay casi turismo.

En la isla los visitantes, que no son demasiados, vienen sobre todo para hacer senderismo y disfrutar de la naturaleza, y las masas de turistas de playa y sol no se acercan por allí.

La isla es autosuficiente, tiene agua en abundancia y mucha agricultura, plátanos sobre todo, y las autoridades no han promovido el gran turismo, ni han llenado la isla del tipo de construcción que esto lleva consigo.

Digamos ahora unas palabras sobre la historia de la isla.

La Palma fue la penúltima isla canaria en ser incorporada a la corona de España.

La conquista fue llevada a cabo por Alonso Fernández de Lugo, militar natural de Sanlucar de Barrameda (Cádiz), que había participado en la conquista de Gran Canaria, en 1.492.

Para realizar esta acción, pidió el permiso correspondiente a los Reyes Católicos, que por entonces estaban inmersos en la conquista de Granada, último bastión de los musulmanes en España.

Para financiar la empresa, que corría, en principio, solo por su cuenta, Fernández de Lugo se asocio con el mercader florentino Juanoto Berardi, y con el comerciante sevillano de origen genovés Francisco de Riberol, que pusieron dos tercios del coste, corriendo el tercero por cuanta de Fernández de Lugo, que vendió, para conseguir el oro necesario, el Señorío de Agaete, en Gran Canaria, del cual era el primer gobernador, debido a su destacado papel en la conquista de esta isla.

Tenemos que ponernos en el contexto de época y tener en cuenta que esta era la manera en que se hacían estas cosas, en aquella época; la Evangelización de las poblaciones indígenas era uno de los motivos importantes de la conquista, otros eran la búsqueda de riquezas y honor.

Pienso que la historia no se puede examinar fuera del momento en que se producen los hechos históricos y la mentalidad que los produjo.

Bien, pues Alonso Fernández de Lugo llego con sus barcos y tropas a la isla, por Tazacorte, en la costa occidental de La Palma, lugar que reunía las condiciones portuarias necesarias para el desembarco, el día 29 de septiembre de 1.492. No hay documentación sobre el día exacto pero se supone esta fecha por haber dado el nombre de San Miguel de La Palma a la isla, cuya fiesta se celebra ese día.

La conquista fue relativamente fácil. Se cree que la población de la isla no superaba los cuatro mil habitantes.

Después de diversas escaramuzas con los nativos, se dio por finalizada al cabo de un año, aproximadamente.

Aunque una parte de la población aborigen fue vendida como esclava, la mayoría se incorporo a la nueva sociedad, nacida tras la conquista.

Santa Cruz de La Palma lleva el mismo nombre que Santa Cruz de Tenerife, ya que fue el mismo día, 3 de mayo, día de la Santa Cruz, en el que también Alonso Fernández de Lugo desembarco en la playa de Añaza (Tenerife) y fundo esta ultima, unos años después.

Fue fundada en la desembocadura del riachuelo donde estaba la cueva del último rey de Tedote, la Cueva de Carías, hoy día, al norte de la ciudad. El lugar ofrecía las condiciones portuarias, protegido de los vientos e idóneo para que recalasen los barcos.

La ciudad creció rapidamente gracias a su puerto, que era el último en la ruta de América y por el que se exportaba la caña de azúcar, producida en la isla.

En 1.553 fue atacada y destruida por el pirata francés François Le Clerk, conocido como Pata de Palo, que la saqueo durante dos días.

Fue reconstruida y fortificada en el reinado de Felipe II, con murallas, y los castillos de Santa Catalina

y de Santa Cruz del Barrio, recientemente restaurado, de manera que, aunque siguió sufriendo los ataques de piratas de diversas nacionalidades, franceses, ingleses, holandeses y berberiscos, pudo resistir y rechazar a todos.

Fue también en el reinado de Felipe II cuando se crea en Santa Cruz de La Palma el primer Juzgado de Indias, donde debían registrarse todos los barcos españoles que iban a comerciar a las colonias americanas.

El comercio con América y con Europa atrajo a diversas familias flamencas en el reinado de Carlos I, que era, a la vez, soberano de España y de los Países Bajos, entre otras muchas posesiones.

Estas familias fundaron emporios comerciales, exportando, sobre todo a Europa, caña de azúcar y vino producidos en la isla, y dinastías con nombres que aun perduran en las islas como Van de Walle, Monteverde, Guisla Guislin, Vandale etc. casándose al principio entre ellos y emparentando después con familias españolas de fuerte implantación en la isla, cuyas casas y mansiones aun se pueden ver al pasear por Santa Cruz de la Palma.

Y eso fue lo que hicimos después de nuestro tapeo.

La ciudad es llana, al lado del mar, que bordea totalmente la Avenida Marítima, precioso paseo; el mar bate en la escollera y hay que tener cuidado de que alguna ola no salpique, o bien dé una ducha, a algún paseante despistado, sirve también para que los aficionados a la pesca se echen allí las horas muertas, esperando que pique un pez.

En la avenida, con una gran parte correspondiente al casco histórico, se han conservado las casas palmeras con sus balcones de madera.

Tiene Santa Cruz un casco antiguo magnificante conservado y arreglado.

El centro de este casco, es la Plaza de España que forma uno de los conjuntos histórico-artísticos mas importantes, si no el mas importante, de arquitectura del Renacimiento en las islas.

La plaza esta presidida por el Ayuntamiento, del s. XVI, joya del estilo plateresco, y también con aire canario debido a la unión de la piedra volcánica, con el blanco de la cal.

Acompañan al Ayuntamiento, la Iglesia de El Salvador, fundada a finales del s. XV, aunque edificada a mediados del XVI, con una importante techumbre mudéjar. La imponente torre, de aspecto militar, fue construida con piedra traída de la isla de la Gomera.

No tuvimos suerte para ver el interior, pues estaba cerrada.

El otro elemento que compone el conjunto es la fuente, también del s. XVI, 1.588, según reza la inscripción en la propia fuente. Está adosada a la pared adapatandose a la sinuosidad del terreno.
Sirvió para el abastecimiento de agua a la ciudad y es la única que pervive en las islas.

En una esquina de la plaza está la antigua casa adquirida en 1.618 por la familia Monteverde, aunque muy modificada en los s.s. XVIII y XX.

En ella se encuentra la sede de la UNED en La Palma y una sala de exposiciones del cabildo Insular de La Palma.

Después de un buen rato disfrutando de la plaza y de la tranquilidad que emana la ciudad, seguimos nuestro paseo, pasando por preciosas calles llenas de palacios y casonas;, como la Casa de los Massieu-Sotomayor, del s. XVIII, la casa de Arce y Rojas, la Casa Fierro, del s. XIX , y el Palacio Salazar, del s. XVII, uno de los mas sobresalientes ejemplos de arquitectura noble de la de Santa Cruz de La Palma, con su soberbia fachada renacentista de piedra; un paseo a través del túnel del tiempo.

Una vez visitada la parte llana de la ciudad, al lado del mar, nos tocaba subir pues el resto de la ciudad está encaramado en la montaña, con cuestas pronunciadas, pero... estábamos decididos a conocerla.

Llegamos en primer lugar a la Ermita de San José, en el barrio del mismo nombre. Esta Ermita data del s. XVII, levantada por la hermandad gremial, la mas antigua de la isla, de carpinteros, albañiles y pedreros.

Albergo numerosas piezas de arte, que han sido trasladadas al cercano antiguo convento de San Francisco

Tiene un exterior austero pero encantador.

Y así llegamos a la Iglesia de San Francisco.

Los monjes franciscanos acompañaron a Alonso Fernández de Lugo en la conquista de La Palma y después de quince años de habitar en chozas, emprendieron en 1.508, por expreso deseo de la reina Juana, madre de Carlos I, la construcción de un monasterio, el cuarto de su Orden en Canarias.

La iglesia fue edificada entre los s.s. XVI y XVIII y cuenta con grandes obras de arte flamencas, sevillanas, americanas y canarias, pero por desgracia cuando pasamos por allí, estaba cerrada y solo pudimos ver el exterior; el monasterio quedo desafectado por la Desamortización de Mendizabal, de 1.835, para convertirse después la iglesia, en parroquia.

Hoy está habilitado por el Cabildo de La Palma como Museo Insular. Dejaremos esto para otro capítulo.

Seguimos subiendo hasta llegar a un barrio que estaba en fiestas, lleno de banderitas y preparando los diferentes actos. Era el barrio de San Telmo, con su Ermita.

Parece que a lo largo del tiempo, pues su fundación data de los primeros años del s. XVII, se veneraba allí a este santo dominico, pero una bella talla de la Virgen del s. XVIII, procedente de la Iglesia de El Salvador, que fue entronizada en la Ermita de San Telmo en el XIX, provoco tan intensa devoción de los vecinos que le cambiaron el nombre a su Ermita, llamándola, ahora, Virgen de La Luz.

Fue fundada en honor de san Telmo, Patrono de los mareantes y se encuentra en alto, mirando al enorme océano.

El interior es muy bonito, con el baldaquino de la Virgen, que lucia en todo su esplendor y una curiosa nave, con una desproporcionada talla de san Telmo, pilotandola.

Bajando de San Telmo nos encontramos con la casa natal del pintor Manuel Gonzalez Mendez, un gran artista palmero, del cual tenemos en casa un oleo, que representa a una vieja bretona en su cocina, bastante bonito, por cierto.

Nos hizo ilusión ver su casa, primorosamente pintada de color rosa fuerte, como se puede ver en las fotos.

Todavía pasamos por algunos lugares con mucho sabor, como esta preciosa casa de los primeros holandeses que llegaron a la isla, que amenaza ruina. Las autoridades deberían cuidar mas el patrimonio.

Una verdadera pena, pues además de ser preciosa, es histórica. La tapia de la casa por la que se descolgaban las enredaderas recordaba las acuarelas de Bonin, otro gran artista canario.

También pasamos por el Teatro del Circo de Marte, restaurado recientemente. Este edificio de finales del s. XIX, fue proyectado para todo tipo de espectáculos, como el universo circense, veladas literarias, conciertos, bailes y oh! asombro, sobre todo, peleas de gallos, por las cuales los palmeros sentían gran afición.

El nombre le viene de su planta decahexagonal, como los coliseos romanos, para rememorar el combate gallístico.

Uno de los problemas de Santa Cruz de La Palma, hoy día, es que su población se ha estancado y crece poco debido a la imposibilidad de extenderse, por su accidentada geografía, al contrario de los cercanos municipios de Breña Alta y Breña Baja, que no tienen esas limitaciones.

Volvimos al coche, que habíamos aparcado sin ninguna dificultad y regresamos al Parador donde disfrutamos de una tranquila cena y corta velada, ya que por la noche refresca bastante; teníamos que descansar para seguir nuestras excursiones al día siguiente...