viernes, 19 de octubre de 2012

Úbeda



El pasado mes de junio mi marido y yo pasamos dos días en Úbeda, donde pudimos disfrutar del magnifico parador de Turismo, pasear de nuevo por esta ciudad, donde habíamos, poco mas que, hecho noche hace muchos años y visitar la vecina Baeza, que no conocíamos.

Estas dos joyas del Renacimiento en España son Patrimonio de la Humanidad, declarado por la Unesco desde 2.003.

Dedicamos el primer día al traslado de Madrid a Úbeda, y una vez llegados a esta ciudad, a disfrutar de sus muchos tesoros y del excelente clima que nos acompaño .

Antes de recorrer sus calles y sus monumentos conozcamos un poco de su historia para comprender su esplendor de antaño.

Úbeda, capital de la comarca de La Loma de Úbeda, con una población de algo mas de 36.000 habitantes, es un importante municipio de la provincia de Jaén, de los mas densamente poblados, debido a su importante producción agrícola, sobre todo del olivar, el mas productivo del mundo, que, a partir de los años 60 del s. XX, ha ido ocupando toda la comarca; también queda algo de cultivo intensivo en las zonas de regadío de algodón, tabaco y hortalizas.


Aunque no pasa ningún río por la ciudad, sin embargo la comarca esta regada por cuatro ríos, el Guadalquivir, el Guadalimar, el Guadiana Menor y el Jundilla.

El paisaje, todo ello de olivos con sus características filas, es ondulado, debido a sus muchas lomas y cerros y se extiende de forma similar por todo lo que abarca la vista, con la Sierra Mágina de fondo.


Según la leyenda Úbeda fue fundada por Tubal, descendiente de Noé, uno de cuyos descendientes, a su vez, el rey Idubeda, fue constructor de la mítica torre de Ibiut, de la cual derivaría, después de pasado por varios lenguajes, el nombre de Úbeda.

Sin atenerse a las leyendas, los primeros asentamientos datados son de la Edad del Cobre. La últimas investigaciones arqueológicas han arrojado unos seis mil años de antigüedad, lo cual hace de Úbeda la ciudad mas antigua de Europa Occidental.

Íberos, griegos, cartagineses y romanos, que la llamaron Betula y romanizaron el territorio, se asentaron en estas tierras, en la Edad Antigua.

Después de la caída del Imperio Romano, el pueblo germánico de los vándalos asolo el territorio, que quedo despoblado.

Vuelve a la historia con la invasión musulmana, durante la cual se convirtió en una importante ciudad del sur de la Península Ibérica, debido a su artesanía y comercio, con importantes murallas defensivas, de las cuales podemos ver, hoy todavía, bastante trecho en pie.

Aunque a comienzos del s. XI, (1.091) el rey de Castilla Alfonso VI había tomado la ciudad, y durante los s.s. XI y XII, los reyes castellano-leoneses fueron aumentando la presión bélica sobre la zona, tomando y perdiendo Úbeda, no fue hasta 1.233, cuando el rey Fernando III, el Santo la conquisto definitivamente.

La ciudad fue de nuevo asolada durante las guerras entre Pedro I  y su hermanastro Enrique de Trastamara, en el s. XV.

A partir de entonces, debido a su excelente situación geográfica, dominio de las vías de comunicación y presencia de una nobleza cada vez mas poderosa, se sentaron las bases, a lo largo de los s.s. XIV y XV, del futuro esplendor de Úbeda que culmino durante el s. XVI.

Después del final de la Reconquista con la toma de Granada por los Reyes Católicos, en 1.492, y la paz consiguiente, se produjo un gran desarrollo económico, en la agricultura, con la roturación de bosques, y la puesta en valor de nuevas tierras; el aumento demográfico que esto propicio, y la llegada a las mas altas magistraturas del estado de nobles procedentes de Úbeda como fueron Francisco de los Cobos, secretario del Emperador Carlos I, y, mas tarde, su sobrino Juan Vazquez de Molina, también secretario de Carlos I y después de su hijo, Felipe II, hicieron de la ciudad la joya que podemos contemplar.

Fueron estos próceres los que llenaron Úbeda de extraordinarios monumentos, sobre todo Francisco de los Cobos.

Este hidalgo, que recibió títulos, cargos y prebendas, fue secretario y consejero de Estado del Emperador Carlos I, para asuntos nacionales e internacionales. Acompaño al emperador por toda Europa, dentro y fuera de las fronteras del imperio, incluida la coronación de Carlos V como emperador, en Bolonia, en 1.530, durante toda su actividad  política.

Francisco de los Cobos, que debido a sus importantes cargos acumulo poder y riquezas, destaco, además por el mecenazgo y apoyo a las artes que ejerció, principalmente en su ciudad natal, Úbeda.

En su primer viaje a Italia en 1.522, acompañando a Carlos I, tomo contacto con el Renacimiento, ignorado por entonces todavía en España, y conoció al gran pintor Tiziano, que le impacto, y con el cual trabo amistad.
 
Tiziano ya había pintado al emperador para la ceremonia de su coronación en Bolonia, y  luego lo volvió a pintar, a instancia de de los Cobos, en varios cuadros, que gustaron mucho mas, al modelo.

En sus varios viajes con Carlos I a Italia, fue acumulando numerosas obras de arte, algunas de las cuales están actualmente en Úbeda.

También conocio, en su primer viaje, al arquitecto Pedro de Vandelvira, español que estudiaba arte en Italia, al cual convencio para que volviera a España y trabajara para él.

Efectivamente es Vandelvira el que proyecta y construye la capilla del Salvador entre 1.540 y 1.546, fundada y dotada por Francisco de los Cobos como su Panteón. Así como el palacio que este mismo hizo construir en su ciudad, y el Hospital de Santiago, llamado, a veces, el Escorial de Andalucía, una de las grandes obras del Renacimiento en España, que solo pudo proyectar, pues murió cuando empezaban las obras, y que continuo su hijo y discípulo Andrés, otro de los grandes arquitectos en Úbeda.

Para hacerse una idea de la monumentalidad de esta ciudad, hay que saber que tiene 48 monumentos notables y otro centenar de edificios con interés, lo cual ha hecho que fuera nombrada Conjunto Histórico-Artístico en 1.955. Por la ciudad se distribuyen nueve edificios declarados Monumento Nacional, y otros diecinueve catalogados como  Bien de Interés Cultural.

Del impresionante conjunto, del cual, desgraciadamente, se ha perdido una parte, destaca, sin embargo, el buen estado de conservación de muchos edificios, donde se pueden ver puertas de madera claveteada, aldabas de hierro, faroles y rejas, de la época.

Nosotros nos alojamos en el Parador de Turismo, uno de los establecimientos de esta cadena mas antiguos de España, que ocupa el palacio del Deán Ortega, en la Plaza Vazquez de Molina, uno de los palacios renacentistas mas importantes de la ciudad.


El palacio fue mandado a construir por Fernando Ortega Salido, que entre otros cargos fue Deán de la Catedral de Málaga, y el primer capellán de la Capilla del Salvador, que, como hemos visto, era el  Mausoleo edificado por Francisco de los Cobos para su reposo eterno.

 Las obras tardaron, de manera que el Deán Ortega no pudo ver acabado su palacio, ya que falleció antes de que concluyeran.

 En cambio los huéspedes actuales podemos disfrutar de este magnifico entorno, dotado actualmente de todas las comodidades.

El palacio comenzado en 1.550 es obra del arquitecto Vandelvira, como otros muchos de la ciudad.

Su planta rectangular, como la de la mayoría de palacios de Úbeda, esta articulada por un elegante patio central , y tiene dos alturas.

En el patio porticado hay unas columnas renacentistas y una pequeña fuente central, que lo hacen delicioso.

La fachada que da a la Plaza Vazquez de Molina, tiene dos cuerpos y es de una elegante sobriedad, perfecta representante de la arquitectura castellana del renacimiento.

Cuando llegamos a Úbeda, después de tomar posesión de la excelente habitación del Parador, salimos, ya que era la hora de comer, a descansar un rato mientras tomabámos algo, para lo cual encontramos, casi al lado del hotel, pasada la Capilla del Salvador y el Hospital de Viejos, de la misma época, una pequeña terraza, desde la que se  veía la plaza y el campo, bañado por una resplandeciente luz; lo de menos era lo que comiéramos, pues el lugar por si mismo era encantador.


Una vez repuestos y aunque hacia bastante calor, paseamos por la cercana muralla, viendo los diferentes arcos de las puertas, que han sobrevivido hasta ahora.


Pasamos por algunas calles con mucho sabor.


Después nos fuimos a reposar a la habitación, a esperar que pasara algo la calor, como dicen en Andalucía, que estaba en su momento álgido.

La primera visita de la tarde fue para la cercana capilla del Salvador, como he dicho fastuoso panteón del Comendador de los Cobos y su familia.


Este monumento hoy día de propiedad privada, es impresionante, tanto por fuera como por dentro.


Ordenado a construir en 1.536 por su patrocinador, secretario de Carlos I, fue encargado a los mejores artistas de la época, en un primer momento a Diego de Siloé para pasar a manos del arquitecto, autor de muchos de los monumentos de Úbeda, Andrés de Vandelvira, a partir de 1.540. Constituye el mas importante monumento de arquitectura religiosa privada del Renacimiento español.

En su impresionante portada plateresca se mezclan temas mitológicos, con otros bíblicos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, así como los escudos de Francisco de los Cobos y de su esposa María de Mendoza.

Tiene una sola torre rematada en forma de cebolla, al estilo centroeuropeo.

El interior, diseñado por Diego de Siloé, es fastuoso. Lo preside el retablo del altar mayor, obra de Berruguete, que representa la transfiguración de Jesús, todo recubierto de pan de oro, del cual solo se conserva original, el Cristo central, siendo lo demás restaurado.


En el templo funerario, hay gran cantidad de objetos preciosos como pinturas, esculturas, reliquias y piezas de orfebrería de primera calidad, así como una finisíma reja, realizada por Francisco de Villalpando en 1.555, que separa la gran rotonda destinada a los nobles, de la nave, donde se ubicaba el resto de asistentes.

Para entrar en la Sacristía, una de las piezas mas importantes del renacimiento español, como todo el monumento, hay una original puerta, realizada en una esquina que supone una de las mas atrevidas y bellas obras del arquitecto Vandelvira, que representa la puerta del Edén.
                                                                   
Siguiendo hacia la terracita donde habíamos comido, adyacente con la Capilla del Salvador se encuentra el Hospital de Honrados Viejos del Divino Salvador, institución de beneficencia que acogía a hombres mayores y necesitados, que ya no podían trabajar y no tenían otros recursos, una especie de "residencia de la tercera edad" para hombres.

Aunque creado en 1.592, su factura es obra de Vandelvira, que lo proyecto en 1.548. Tiene una fachada austera y un patio renacentista muy bonito


Después de esta visita, continuamos paseando por Úbeda, contemplando, en primer lugar la gran plaza de Vazquez de Molina, donde se encuentra el palacio de este segundo procer constructor de la ciudad, conocido como Palacio de las Cadenas, ocupado desde 1.850 por el Ayuntamiento.


Juan Vazquez de Molina, sobrino de Francisco de los Cobos,  secretario de Felipe II, lo mando construir extendiéndose las obras entre 1.546 y 1.565, como su residencia particular.

Fue proyectado por Andrés de Vandelvira, como gran parte de los monumentos de Úbeda, y es uno de los mas fastuosos palacios de España, con una imponente fachada de tres pisos.

Cuando pasamos por allí estaba cerrado y no pudimos contemplar algunas de las maravillas de su interior, como su patio porticado, el artesonado mudéjar del último piso, y otras muestras de arte, de gran calidad.

El palacio fue convertido en convento al morir su dueño sin sucesión, para lo cual se hicieron obras de acondicionamiento, como también se vio modificado al ocuparlo el Ayuntamiento.

Esta plaza, configurada como varios espacios que le dan una forma trapezoidal, llena de palacios, tiene también la iglesia mas antigua e  importante de Úbeda: Santa María de los Reales Alcázares

Esta obra ecléctica y singular, que ocupa un lugar, considerado sagrado desde tiempos inmemoriales, fue edificada como iglesia cristiana  tras la conquista de este territorio a los musulmanes, en 1.233, por Fernando III, el Santo.


La mezcla de diferentes estilos, gótico, mudéjar, renacentista, barroco, es fruto de la duración de sus construcción, que se extendió de los s.s. XIII al XIX.

Fue gravemente dañada durante la Guerra Civil, y acabada de restaurar hace bien poco, en 2.011, por lo que el interior de la iglesia resulta algo frío.


 También recorrimos el claustro, que es muy severo, como una fortificación.


Otros monumentos de la plaza Vazquez de Molina, sobre los que no me extenderé, pues es mucho mejor verlos que leer sobre ellos, son el Palacio de Mancera, también del s. XVI, que fue propiedad de Pedro de Toledo, marques de Mancera y virrey del Perú,  luego convento de las Siervas de María, hasta hace poco;  el Antiguo Pósito, del s. XVII, construido por el Concejo, para guardar grano, hoy sede de la Policía Nacional, y la antigua Cárcel del Obispo,  solamente para delitos canónicos,


 ocupada hoy día por los Juzgados, todos estos monumentos en la misma plaza.

Seguimos paseando por la ciudad, llena de palacios e iglesias. Enumerarlos y describirlos todos, seria interminable, yo me cansaría y los posibles lectores aun mas. Esta es una ciudad para visitar y disfrutar de sus calles y plazas, como hicimos nosotros después de un buen recorrido.

  




Finalmente llegamos a una plaza muy bien acondicionada, la Plaza Primero de Mayo, donde hicimos un alto para disfrutar del buen tiempo, y descansar.

En un lado de la plaza está la Iglesia de San Nicolás de Bari, una de las once parroquias creadas tras la Reconquista. Data de la segunda mitad del s. XIV y es un buen ejemplo del arte gótico en Úbeda.


En ella también intervino nuestro conocido arquitecto Vandelvira, en el diseño y construcción de la Sacristía.

Tiene dos fachadas, la principal que está orientada al sur, es de estilo gótico flamigero, la de Poniente es renacentista y se atribuye a Vandelvira.

Antes de sentarme en la terraza, hice una corta visita al interior de la iglesia, que es pequeño pero muy lindo, con varias excelentes rejas en los distintas capillas.

La cena la hicimos en el precioso patio del Parador, admirando la columnata con sus finisímas columnitas de mármol, y su elegancia arquitectónica.


Al día siguiente íbamos a visitar a la compañera en la designación de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la cercana Baeza.

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