domingo, 1 de septiembre de 2013

De Torremolinos a Benalmadena. Espectaculo flamenco

                                                                             
Hoy no teníamos ninguna excursión programada, así que decidimos dar un paseo largo, que nos iba a llevar hasta Benalmadena, población a unos 7 km de Torremolinos, de la cual habíamos oído hablar elogiosamente.

Salimos pues del hotel, situado en la parte alta de Torremolinos, y caminamos hasta la calle San Miguel, la principal arteria comercial, con tiendas de gran variedad y bastantes bares, con sus correspondientes terrazas.

Después de la Torre Pimentel, el único, se puede decir, resto de la época nazarí, llegamos a las escaleras que, dando vueltas y mas vueltas acaban en el paseo marítimo. En esa bajada, cerca ya de la playa, donde empezó la historia moderna de Torremolinos, y de su época hippie, y otros movimientos pasados, quedan algunos hostales y pensiones, que seguramente se vieron concurridos por los primeros usuarios de la libertad, sexual y otras, sin cortapisas, allá por los años 70 del siglo pasado.

Nuestro primer paseo nos había llevado hacia la izquierda, hasta el limite de Torremolinos; en esta ocasión fuimos hacia la derecha en dirección Benalmadena, como era nuestra intención.

Como la distancia a pie entre una y otra población es de poco mas de 7 km, calculamos 1 hora y cuarto para llegar, andando a buen paso.

Atravesamos la Playa de la Carihuela, doblamos por el pequeño cabo que conforma la bahía de Torremolinos y después de un par de curvas entramos en un largo paseo lineal con tiendas y bares, juntos unos a otros o alternándose, durante todo el recorrido. La oferta es enorme, pero por ser invierno durante nuestra estancia, el publico era escaso; extranjeros, sobre todo los que parecían ingleses de bastante edad, eran los mas frecuentes paseantes o consumidores.
                                                                 

Después de otro pequeño saliente de la costa entramos en el siguiente tramo, que nos llevo hasta Benalmadena.

Por ese lado el Paseo Marítimo ya no es tan lineal sino que a veces tiene escaleras, entrantes y salientes, es, en suma, mas variado.


Ya en Benalmadena, uno de los emporios turísticos de la Costa del Sol, encontramos una torre de vigilancia, de las que se hicieron en los siglos XVI y XVII, siglos de gran piratería por estas costas.
                                                                  

Y enseguida llegamos a una de las atracciones mas publicitadas de esta población, su puerto deportivo, Puerto Marina.
                                                          

Este puerto deportivo de lo mas emblemático, utilizado y visitado de la Costa del Sol, es obra del arquitecto español Eduardo Oria (Valencia, 1.942), inaugurado en 1.979 y terminado en 1.995.

El director del Banco Fribor, Mark Faber, encargado de financiar el proyecto, pidió a Oria "una arquitectura nueva, que se conociera en todo el mundo, y que no pudiera confundirse con otro puerto".

Así que Oria realizo un proyecto con influencias hindúes, árabes y mediterraneas, que resulto sumamente original.
                                                                         


 Sus islas artificiales le dan un atractivo especial y están integradas en un paisaje, ya de por si esplendido, que ha sido reconocido mundialmente, sobre todo entre el turismo europeo.

                                                    
Tiene una gran capacidad, con mas de mil cien puntos de atraque, para embarcaciones de hasta 35 m de eslora y un calado de 5 m. En Puerto Marina se pueden contemplar gran cantidad de magníficos yates, aunque tengo que decir que los que vimos en Puerto Banus, los superaban.

Alrededor del puerto deportivo se encuentran establecimientos comerciales y de restauración en gran número, y para todos los gustos.

Una vez contemplado Puerto Marina, y paseado por sus pasarelas y arcadas, regresamos por el mismo camino a Torremolinos.

Por la noche asistimos, en el cercano Alhaurin de la Torre, a un espectáculo de Danza española y Flamenco, en el restaurante de José Luis El Segoviano.
                                                           

Este local fundado en 1.997 por José Luis Encinas, profesional del sector con muchos años de experiencia, se habilita para espectáculos de baile español y flamenco.

Después de ocupar nuestros asientos y con la bebida elegida y servida por unas solicitas camareras,  nos dispusimos a contemplar el espectáculo, que consistió en una primera parte de danza clásica española, que desenvolvieron de manera aceptable, aunque no excelente,
                                                                 

y una segunda parte de flamenco puro, que fue mucho mejor que la primera, puedo decir que muy buena, con la disfrutamos mucho.
                                                                                                                                          

Día y noche bien aprovechados.

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