domingo, 29 de septiembre de 2013

Jerez de la Frontera. Caballos y vino

                                                                      

 Para nuestra última excursión a Jerez de la Frontera tuvimos un día pasado por agua, pues no dejo de llover ni un momento desde que salimos hasta que llegamos. Como el viaje tenía dos puntos concretos en cuanto a la visita, no tuvo demasiada importancia ya que en ningún momento se pretendía andar por la ciudad.

Recorrimos en el bus la costa desde Torremolinos hasta el último pueblo de la provincia de Málaga,  Manilva, para adentrarnos después en el Parque Natural de Los Alcornocales.

El Parque Natural de los Alcornocales, con una superficie de mas de 167.000 ha, es uno de los mayores Parques Naturales de España, declarado como tal en 1.989. Su parte mas extensa pertenece a la provincia de Cádiz, aunque tiene una pequeña parte en la provincia de Málaga. En el hay 17 municipios y viven unas 380.000  personas, aunque casi la totalidad de su territorio está ocupado por masas arboreas de bosque autóctono mediterraneo, con diferentes aprovechamientos tanto forestales, como ganaderos, de caza y recolección de setas y brezo, etc. aunque su producción mas destacable es el corcho, procedente del alcornoque.

La situación geográfica del parque, donde se unen el Océano Atlántico con el Mar Mediterraneo y casi Europa con África ha marcado su devenir, tanto natural como cultural, dada la antigüedad de su poblamiento.

Tiene una gran variedad de paisajes, de fauna y vegetación mediterranea, y gran patrimonio cultural.

                                                                               

En su territorio tiene el mayor bosque de alcornoque de España y uno de los mas grandes del mundo, en excelente estado de conservación, aunque manteniendo la explotación del corcho.

También hay otras masas forestales importantes de quejigos o robles andaluces (Quercus canariensis), con los troncos o ramas colonizados por líquenes, prueba de la poca o nula contaminación ambiental, musgos y helechos mefíticos, y en menor extensión también hay pequeños bosques de acebuches y de roble melojo.

Aunque el día estaba pasado por agua, y solo vimos el parque a través de las ventanas del autocar, se podía percibir su belleza, con sus bosques, prados, ríos y montañas.

Ejemplares de ganadería de toros bravos, a veces solos y otros en pequeños grupos, se podían ver a lo lejos. Según parece, además de disfrutar de tan magnifico territorio, tienen una función de guardianes del parque, pues pocos humanos se atreven a entrar en sus posesiones.

Después de atravesar el Parque, llegamos a Jerez de la Frontera, donde íbamos a hacer dos visitas. La primera, al espectáculo de doma equina llamado "Como bailan los caballos andaluces", en la Real Escuela de Equitación Española, y la segunda a las Bodegas "Tío Pepe"; atractivo programa, en verdad.

Jerez, que sin duda tiene otros grandes atractivos, dada su importancia histórica, lo dejaremos para otra visita, pues solo vimos algunos de sus monumentos al pasar.

Mientras seguía lloviendo con fuerza, llegamos a las instalaciones de la Real Escuela de Arte Ecuestre, que se encuentra en el extenso parque del Palacio del Recreo de las Cadenas, conocido también como Palacio de los Duques de Abrantes, y comprende además del Palacio, dos Museos, una guarnicioneria y el picadero, donde se realiza la exhibición.
                                                                           
                                                    
El Palacio de Abrantes es un gran edificio de estilo ecléctico, diseñado, entre 1.861 y 1.868, por el arquitecto francés Charles Garnier, autor de la Opera de París y el casino de Montecarlo, entre otros, por encargo del empresario vinatero de origen francés Julian Pemartin y Laborde, abuelo del gran escritor y dramaturgo José María Pemán, que, posteriormente fue adquirido por los Duques de Abrantes, Carmen de Carvajal, XII duquesa de Abrantes y su marido Francisco de Borja Zuleta de Reales, conde de Belalcazar, de quienes el edificio tomo el nombre.
                                                                     

Al lado derecho, después de la puerta de entrada, están las demás instalaciones, entre las cuales el picadero, donde se realiza el espectáculo.


                                                                                     

La Real Escuela de Arte Ecuestre de Jerez fue fundada por don Alvaro Domecq en 1.973, tras ser animado a su creación por el rey Juan Carlos I, tras presenciar el espectáculo "Como bailan los caballos andaluces", que continua al día de hoy.

 En una primera etapa la Escuela se desarrollo bajo la gestión personal de su creador. Mas tarde el Ministerio de Información y Turismo se hizo cargo de la misma, comprando "El Recreo de las Cadenas" al duque de Abrantes, construyéndose entonces, el picadero cubierto, obra del arquitecto  José L.Picardo. Hoy día su sostenimiento y desarrollo corresponde a la Junta de Andalucía, aunque tiene algunas aportaciones privadas.

Aunque su mas conocida actividad es la del espectáculos de Doma, se ocupa de muy diversas tareas, como la de la selección de caballos de raza española, la formación de jinetes, la conservación y promoción de la Doma Clásica y Vaquera etc.

Pues bien, llegada la hora del comienzo de la exhibición ya habíamos ocupado nuestros asientos y
estábamos expectantes.


El espectáculo "Como bailan los caballos andalucas" consta de seis números:
  1. Caballos de Campo
  2. Al son de la Garocha
  3. Trabajos en la mano
  4. Enganches
  5. Paso de dos y
  6. Son y ritmo
                                                                          
Esta exhibición de Doma Clásica y Vaquera es un ballet ecuestre, con música andaluza y española y vestuario de gala, a la usanza del s. XVIII. También se presentan otros trabajos de equitación tradicional , en los que participan diversos enganches.


El  espectáculo resulto muy bonito e incluso emocionante. Ver a esas preciosas y enormes criaturas, que son los caballos, tan perfectamente domados y dirigidos por sus jinetes, es digno de admiración.


Solo, en el número de "Enganches", hubo un pequeño accidente, sin consecuencias, al soltarse una rueda de uno de los coches, que fue atendida inmediatamente, sin que el espectáculo sufriera apenas.

Satisfechos con el espectáculo, salimos a los jardines.

 Seguía lloviendo, pero nuestra siguiente parada era también a cubierto. Íbamos a visitar una de las antiguas bodegas, sino la mas antigua de Jerez, donde se elabora el vino que le ha dado renombre universal, las Bodegas González Byass.
                                                                     

La bodega fue fundada en 1.854 por Manuel González Ángel, un ciudadano de Jerez, que conocía el negocio del vino a través de su trabajo como bancario, y le veía grandes posibilidades, pero que no sabía nada de viñedos, producción de vino, etc., por lo que un año después se asocio con su agente en Londres, el inglés Robert Blake Byass, asociación de la que surgió el nombre: González Byass.

La sociedad duro hasta el año 1.980, en que se disolvió. Hoy día diversos miembros de la familia González siguen ocupando puestos directivos.

Es la principal empresa bodeguera del Marco del Jerez, territorio vitivinícola de las provincias de Cádiz y Sevilla, donde se produce y se cría la uva del jerez, en dos áreas diferenciadas para cada tarea.

La solera del Tío Pepe, una de las marcas de la Bodega González Byass mas conocida, sistema de envejecimiento del vino, que usa vasijas llamadas botas, fue establecida en 1.844 y no se ha interrumpido nunca desde entonces. Debe su nombre a un tío del fundador, en cuyo honor se elaboro un vino fino seco, que dio fama mundial a la bodega.

Bien, pues llegamos a la Bodega González Byass mientras seguía lloviendo. Allí nos atendió un empleado de la misma que, con toda amabilidad, nos enseño algunas de sus dependencias.

La bodega González Byass es una auténtica joya. Es la mas antigua de las que podemos denominar bodegas-catedrales de Jerez, llamadas así por su parecido a templos religiosos, tanto por su altura, como por sus dimensiones, cumpliendo la idea del viajero y escritor británico Richard Ford:  "para el mejor vino la mejor casa".

Empezamos la visita por el pabellón Real Bodega  La Concha, diseñada por el ingeniero francés Gustav Eiffel, conocido por ser el creador de la Torre Eiffel de París, con un concepto de arquitectura original y revolucionaria para la época.

                                                                         
Fue inaugurado en 1.862, con  motivo de la visita de la reina Isabel II de España a las bodegas González Byass.

Su estructura carece de soporte central, ya que el peso de la cúpula se asienta sobre nervios de hierro apoyados en el muro semicircular, que le da aspecto de concha.

En su interior hay 214 botas y puedo decir que es muy bonito.
                                                                           

Accedimos luego al interior de la bodega,


que recorrimos mientras nos explicaban la elaboración  de los vinos de Jerez, muy distinta de los otros vinos como p.e. el Rioja o el Ribera del Duero.
                           
Lo importante para la elaboración de los diferentes vinos de Jerez es conseguir después de la cosecha de uvas, su molienda, prensado y encabezado (adición de alcohol para elevar la graduación), que en la barrica crezca lo que se conoce como flor, un  hongo que forma una capa y que da al vino propiedades únicas y, al mismo tiempo lo protege de la oxidación. aunque al contrario de lo que sucede con el vino tradicional, el oxigeno puede, en algunos casos, como para el vino amontillado, ser apropiado.

La manera de envejecer el vino también es diferente y debido a sus características no puede tener fecha de envasado ya que se trata de ir trasvasando el vino desde la bota mas alta, hasta la última de la pila. En cada piso el vino va madurando y convirtiéndose en el exquisito jerez que conocemos.

La bodega es esplendida, tanto por su estructura, con columnas, como por las botas extraordinarias que se exponen  al público, y los recuerdos de su fundador.
                                                               

Paseamos ampliamente por ellas, antes de acabar en un bonito restaurante, especie de pecera de metacrilato, donde teníamos la comida. En este caso fue excelente, acompañada de vino de jerez, y con ricos platos.                                                                   


A la salida continuaba lloviendo, pero la excursión había valido la pena.                                                                                                      

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