jueves, 8 de enero de 2015

Benicarló


Otro día dedicado a nuestros paseos por los alrededores de Peñíscola. Hoy toco ir andando hasta la vecina localidad de Benicarló, a la que no se tarda ni un hora desde nuestro hotel.

El paseo es agradable y llegamos a conocerlo bien.

Antes de entrar en Benicarló vamos a saber un poco de ella.

Benicarló, situada a orillas del Mediterraneo, rodeada de fértiles campos, pertenece a la comarca del Bajo Maestrazgo, en el N de la provincia de Castellón.

Existen en las afueras de  Benicarlo restos de dos poblados íberos, que tuvieron su máximo desarrollo en los s.s. V y VI a.C, cuyos restos, de la muralla que levantaron, son todavía visibles hoy

Sin embargo el origen de Benicarló, como de otros pueblos de la zona, hay que buscarlo en una alquería de Peñíscola, durante la época de dominación musulmana, llamada Beni-Gazlum.

Tras la reconquista del territorio por el rey Jaime I, el Conquistador, recibió de este rey la Carta Puebla que la convertía en municipio en 1.236, aunque siguió dependiendo de Peñíscola hasta el s. XVII; en 1.294 paso a pertenecer a la Orden del Temple, hasta la disolución de esta Orden, ordenada por el Papa Clemente V, en 1.312.

Fue entregada en 1.319 a la Orden de Montesa, iniciándose entonces un gran crecimiento económico y social.

Durante la Guerra de las Germanías Benicarló permaneció fiel a la Orden de Montesa y al rey Carlos I, lo que le valió el título de villa y diversos privilegios económicos, como una feria anual y el derecho a la importación de trigo.

Otros sucesos no tan buenos que sucedieron durante los s.s.XVI y XVII, fueron el acoso constante de los piratas turcos y berberiscos, que asolaban la costa levantina y la peste bubónica que afecto a varias poblaciones de Valencia, con gran mortalidad, y algo mas tarde la ruina total de las viñas, una de sus mayores fuentes económicas, debido a la plaga de la filoxera.

Otras guerras que afectaran a la zona fueron la Guerra de Sucesión, a comienzos del s. XVIII, y un siglo mas tarde, la Guerra de la Independencia, con la invasión de toda España por los tropas de Napoleón Bonaparte. en la que Benicarló participo activamente en contra del invasor, con la formación de guerrillas.

Las guerras carlistas que sucedieron a continuación también tuvieron protagonismo y episodios bélicos, sobre todo en la Primera, como la toma del Maestrazgo por uno de los jefes carlistas, Cabrera, que se hizo con el norte de Valencia y el sur de Cataluña. A pesar de todo, la villa de Benicarló se fue desarrollando y ensanchando con la construcción del muelle de embarque, que contribuyo a la consolidación del sector pesquero, y que hoy día sigue teniendo gran importancia.

Llegado el s. XX, durante la Guerra Civil (1.936-1.939), Benicarló fue bombardeado.

Tras años de duro sacrificio, puesto que la agricultura había decaído grandemente con la desaparición de las viñas, a partir de los años 60 vuelve a activarse, con cultivos como la alcachofa, excelente producción que ha conseguido la Denominación de Origen Europea como alcachofa de Benicarló,
                                                                             

de la que se ven muchos campos de cultivo, y
                                                                                       
                                             
los cítricos, hortalizas y otros productos de la huerta.

Bien, pues caminando como he dicho desde nuestro hotel, en el limite entre Peñíscola y Benicarló, por una calle de aceras anchas, llegamos hasta el centro histórico, pasando primeramente por delante del Parador de Turismo, construido con varios pabellones de no mas de dos pisos, en un gran terreno, acondicionado como jardín, y dando a la costa.
                                                                     

Esta costa del norte de Castellón es de arena gruesa o de cantos rodados, y todavía tienen mucho trabajo antes de convertirla en atractiva.

Para llegar al pequeño núcleo histórico tuvimos que atravesar la gran Plaza de la Constitución, en una de cuya esquinas está el Ayuntamiento de Benicarlo, y  donde ese día estaba instalado un mercadillo bastante grande.

Enseguida llegamos a la Plaza de San Bartolomé, donde se encuentra la Iglesia Parroquial del mismo nombre y principal monumento de la ciudad.
                                                                 

El templo se construyo en el s. XVIII, entre 1.724 y 1.743, aprovechando los muros de una iglesia precedente.

Su monumental fachada barroca, realizada en piedra, tiene dos cuerpos, con portada enmarcada en columnas salomónicas; en la hornacina superior está instalado el santo patrón, San Bartolomé que también lo es de la ciudad.
                                                                 

Tiene una alta torre, construida con grandes bloques de piedra labrada.
                                                                   

En esta iglesia como en otras poblaciones de la región, Culla, Cusí, Vinaroz y Benicarló, estaba instalada la exposición "Pulchra Magistri, el esplendor del Maestrazgo en Castellón", que se desarrollo de diciembre 2.013 a noviembre de 2.014.

Para poner en valor la muestra se han restaurado los principales edificios, de las cuatro sedes, con el objeto de difundir el patrimonio de esta emblemática zona.

Se exhiben mas de 300 obras, desde la Prehistoria hasta el s. XX, entre las que hay pinturas, escultura, tejido, orfebrería y documentos, correspondiendo a Benicarló, la exposición del Renacimiento y el Barroco.

Loable iniciativa de difusión de la cultura local, que sin duda dará algún fruto para los propios habitantes de esas poblaciones y como atractivo para el turismo.
                                                                                     

En el lado de la derecha, mirando la iglesia de frente se encuentra la Capilla de la Comunión
                                                                                     

añadida posteriormente y adosada a la iglesia.

Hay otros monumentos en Benicarló, pero teníamos que hacer algunas compras y regresar a Peñíscola, así que, después de las compras, volvimos por el mismo paseo por el que habíamos venido, contemplando a ratos la costa.
                                                                               

Por un lado Benicarló que se iba alejando y por otro la lejana silueta de Peñíscola que se acercaba.

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