viernes, 8 de mayo de 2015

3er día en la isla de la Gomera: Hermigua, Agulo

                                                                           
Antes de emprender una nueva excursión dimos una vuelta por nuestra base, el Parador, que merece una detenida visita.

El Parador Conde de la Gomera fue inaugurado, en 1.972 y restaurado en 2.003. Esta situado en el llamado Lomo de la Horca, en la entrada misma del puerto de San Sebastian, y tiene unas extraordinarias vistas sobre el puerto, la ciudad,
                                                                   

y, por tiempo claro, la isla de Tenerife y su imponente volcán, el Teide, y el oceano, a perderse de vista.                                                                             

En esta foto con el ferry entre islas, acercándose a la isla,
                                                             

La arquitectura del Parador, inspirada en el arte colonial de las antiguas casonas canarias, es evocadora.
                                                                             

 Cuenta con un exuberante jardín
                                                                                 

 y varios pabellones donde resguardarse del sol, tanto alrededor de la piscina, como en el jardín.
                                                                                         

Tiene agradables rincones donde tomar una bebida o unas tapas.
                                                                                     
                                                                             
Los salones, que tienen las ventanas con grandes cortinas, que producen una agradable penumbra, están surtidos de muebles de época. En fin, un agradable lugar donde pasar algunos días.
                                                                                   

Después de este recorrido por nuestra base, nos dirigimos al norte de la isla, para visitar Hermigua.

Hermigua, que cuenta con cerca de 2.200 habitantes, dista 20 km de San Sebastián, pero en la isla el tiempo, en carretera, no se mide en km/hora, sino en curvas, subidas y bajadas.

Para recorrer esos 20 km desde la capital, se atraviesa de nuevo la parte alta de la isla cubierta por el bosque de El Cedro, en el Parque Nacional de Garajonay. Al ir bajando, la laurisilva que tiene su propia cota determinada por la lluvia horizontal, cambia a una exuberante vegetación, que cubre sus montes, hasta llegar al valle donde se asienta la población, uno de los mas fertiles de la Gomera.

Hermigua se halla enclavada en un barranco que acaba en la playa de Santa Catalina, con grandes plantaciones de plataneras, que hacen un bello contraste con el azul del mar, y acaba en el pescante de Hermigua.
                                                           

Los  pescantes fueron construidos en las costas de algunas islas, para paliar la falta de infraestructuras viarias y portuarias. En la Gomera fueron tres los que se instalaron, en los tres municipios del norte de la isla: Hermigua, Agulo y Vallehermoso, para facilitar el movimiento de personas y mercancías, en una época en la que no había ningún puerto, ni ninguna carretera, en la isla.

Estas estructuras fueron fruto de la iniciativa privada que necesitaba exportar los productos agrícolas que se habían introducido en la Gomera, principalmente plátanos y tomate, y que necesitaban una rápida salida.

A finales del s. XIX se estableció en la isla la compañía inglesa Fyffes, dedicada al cultivo y exportación del tomate y el plátano, actividad que conocían bien. En esos momentos los propietarios de tierras y algunos emigrantes regresados de Cuba, donde habían hecho fortuna, se reunieron en la Sociedad La Unión, para construir el pescante de Hermigua, que cambiaría la economía y la vida del pueblo.

Así el pescante de Hermigua fue comenzado en 1.907, en el lugar de la costa llamado El Peñón, e inaugurado en 1.908.

El pescante consistía en una gran estructura de bloques de hormigon, que sostenían un remolque movido por una maquina de vapor, en el que se cargaban los productos agrícolas, que eran depositados en el barco y transportados hasta San Sebastian,
                                                               

Las personas tenían que utilizar un doble traspaso, en primer lugar subían a un cesto en el que sufrían el transporte hasta una barcaza, desde la que eran izados hasta el barco, operaciones complicadas, tanto la de mercancías, como, sobre todo, la de viajeros, por las corrientes y fuerte agitación del mar en esa costa y que sin embargo supuso para Hermigua y la Gomera un gran desarrollo, durante unos 50 años, ya que la primera carretera de la isla no se comenzo hasta 1.915 y no se acabo hasta 1.949.

Hoy día, del pescante, que fue desmontado en 1.950, quedan unas grandes pilastras de hormigon que siguen resistiendo el envite del mar, y a cuyo lado hay una piscina seminatural, utilizada por los habitantes del lugar para su disfrute.
                                                               

La desaparición del pescante de Hermigua supuso el declive del pueblo, que se vio privado de su principal actividad económica, y llevo consigo el descenso demográfico debido a que mucha gente emigro a Cuba u otros lugares de América, de tal manera que la población actual es menos de la mitad que en la época dorada, en que funcionaba el pescante.

El origen del municipio tuvo lugar en el s. XVI, con la creación de Valle Alto, primer núcleo de población, situado al lado de la iglesia y convento de Santo Domingo; años después, en 1650, al levantar la iglesia de la Encarnación, se creo otro núcleo de población, el Valle Bajo.

Hermigua se constituyo en Ayuntamiento después de la abolición del régimen Señorial en 1.812, Tras innumerables avatares, entre guerras, regímenes y luchas locales entre el Valle de Arriba y el Valle de Abajo, la implantación definitiva del Ayuntamiento se consiguió en los años 40 del siglo pasado, contribuyendo a ello, no poco, la construcción de las vías de comunicación.

Todo el viaje hasta llegar a Hermigua es un espectáculo de la naturaleza, que queda aun mas patente a la llegada.

En primer lugar destacan los dos gigantescos roques Pedro y Petra que, podríamos decir, protegen el lugar; no se si los primeros pobladores de la Gomera les rendían culto, como algunos pueblos primitivos hacían a las montañas o accidentes pétreos, pero en todo caso lo merecerían.
                                                             
                                                               
En Hermigua la vista no se cansa de mirar en cualquier dirección pues, todo es esplendoroso,
                                                                         

En el Valle Alto se encuentra el antiguo convento dominico, de San Pedro Apóstol


Antes de fundarse el convento, existía, desde el s. XVI en el Lomo de San Pedro una ermita con la misma advocación, alrededor de la cual se formo una población y que con el tiempo paso a depender de la iglesia de la Asunción de San Sebastian, cuyo obispo mando a Hermigua, entonces Valle de Arriba, a un beneficiado eclesiástico para que residiera allí.

Posteriormente y debido, seguramente, a las presiones del vecindario, se pidió la fundación de un convento de Predicadores.

Los primeros monjes dominicos llegaron en 1.610, aunque ya tenían la propiedad de la antigua ermita desde hacia cuarenta años, pero sus problemas con los beneficiados de la iglesia de la Asunción les habían impedido fundar el convento, y también provoco la fundación de una nueva parroquia en el Valle de Abajo: la iglesia de la Encarnación.
                                                                                   
                                                                 
Durante el s. XVIII se amplio y restauro el convento que hasta entonces había aprovechado como iglesia, ampliándola, la antigua ermita.

El convento desapareció en 1.821, como otros muchas conventos en las Islas Canarias, vendiéndose sus propiedades a particulares.

Los frailes dominicos no solo transformaron la vida espiritual del pueblo, sino que también contribuyeron al desarrollo cultural y local. El s. XVII fue su mayor época de esplendor, en el que el convento fue elevado a priorato.

Visitamos este precioso y evocador lugar por fuera de la iglesia, y también a su interior.
                                                                     

Continuamos después subiendo para dirigirnos a Agulo, pero tuvimos que parar, pues al torcer de una curva nos encontramos con la mas espectacular vista del Teide, que se puede ver desde la Gomera, y, que conste que hay varias, desde el Mirador de La Punta de Alcalá.


¡Que belleza! con esos azules y con esa estampa mítica.

Después de un rato seguimos hasta Agulo.

Agulo es la población mas alta del norte de la Gomera, y también la de menor número de habitantes, alrededor 1.200 personas, y al mismo tiempo su casco antiguo tiene casas bien conservadas, en  estilo canario, con calles empedradas, de lo mejor de la isla.

Enclavado a los pies de una gran pared de basalto, es un precioso balcón verde sobre el mar; sus abruptas montañas, trabajadas en terrazas de cuando el campo era la mayor, por no decir, la única fuente de ingresos, la vista del Teide, muy parecida a la del mirador de Hermigua, pero aun mas impactante, han hecho que se la llame "el bombón de la Gomera".
                                                                   

Agulo fue fundado en 1.607 por gentes procedentes, en gran parte, de la comarca tinerfeña de Daute, actualmente Buenavista del Norte, a las cuales se les repartieron tierras, lo cual obedece a varias razones; una de ellas es el establecimiento previo en la Gomera de algunas personas procedentes del norte de Tenerife, otra, la estrecha relación con la villa de Garachico en Tenerife, ya que era mas fácil la relación de estas regiones por mar, que por los malos caminos e inexistentes carreteras; y por último, pero no menos importante, la crisis económica que se produjo en Daute en la primera década del s. XVII, que llevo a sus habitantes a emigrar a otros lugares.

Sin embargo el verdadero poblamiento de Agulo se produjo a finales del s XVII, bajo la jurisdicción municipal de Hermigua, de la que no se separo hasta 1.739, en que se constituyo el Ayuntamiento de Agulo y se independizo la parroquia de San Marcos.

Hubo en Agulo desde los tiempos de su fundación una ermita dedicada a San Marcos, probablemente por la devoción que tenían sus primeros pobladores procedentes de Tenerife, a este santo, patrono de la villa tinerfeña de Icod.

La ermita, de pobre factura, se fue ampliando, tanto por los deseos de sus párrocos, como por las necesidades de los feligreses, añadiéndole algunos objetos de culto e imagenes de Cristo, la Virgen María y los santos, su mayor desarrollo se produjo con la independencia de Hermigua, en que fue ampliada con otra nave, al lado de la única que tenia hasta entonces, dotándola de mobiliario, retablo, sagrario y tabernáculo.

Diversos avatares, como riada de 1.770 y otras desgracias, hicieron que en el s. XIX, la iglesia de San Marcos estuviera ruinosa, y aunque se procedió a repararla y pavimentarla, por último hubo que construir una nueva iglesia, en el mismo lugar, cuyo diseño corrió a cargo del arquitecto Antonio Pintor.
                                                                 


                                                                     

La iglesia esta en una agradable placita, a uno de cuyos lados se encuentra el Ayuntamiento
                                                                 
                                                             
Continuamos nuestro paseo por el casco histórico, como he dicho mas arriba, con casas y casonas de gran sabor canario
                                                           
   
hasta llegar al barrio mas alto, donde encontramos una terracita con vistas, y donde estaba anunciado un surtido de platos de la gastronomía local, pues era un establecimiento dedicado a la cocina gomera.
                                                                 
                                                                    
No teníamos demasiado apetito, a pesar de ser la hora de comer, porque habíamos tomado un generoso desayuno, pero sí queríamos beber, pues el tiempo era cálido, y estábamos cansados de nuestro recorrido, así que pedimos un par de jarras de cerveza y una especialidad gomera: almogrote, un queso de cabra al que añaden mojo rojo y no se si alguna cosa mas, y que es muy rico; especialmente bueno era el que nos sirvieron, hecho artesanalmente y mejor que el que se compra en la tienda, envasado.
                                                                 
                                                             

                                                                           
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Desde la terraza podíamos ver el verde paisaje y la isla de Tenerife, con su gran volcán.

Volvimos después a San Sebastian donde aun tuvimos tiempo de caminar por la playa y por el Paseo Marítimo, que es una verdadera delicia.

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