lunes, 22 de junio de 2015

Teatro Real de Madrid: Los cuentos de Hoffmann



La pasada primavera, en el mes de mayo, y casi solamente un mes después de ver Lohengrin, tuve otra función en el Teatro Real: "Los cuentos de Hoffmann", bien diferente de la anterior.

Los cuentos de Hoffmann es una ópera en tres actos con Prologo y Epilogo del compositor alemán, nacionalizado francés, Jacques Offenbach, con libreto del poeta, dramaturgo y libretista francés Jules Barbier, basada en la obra teatral del propio Barbier y de Michel Carré, otro escritor y libretista francés, con el cual colaboro en numerosos libretos, Los cuentos fantásticos de Hoffmann, sobre algunos relatos de Hoffmann, que se había estrenado en el Teatro Odeón de París en 1.856. y que Offenbach había visto.
                                                                         

Jacques Offenbach, (1.819-1.880) nació en Colonia (Alemania) de familia judía, con el nombre de Jacob Eberst. Poco después de su nacimiento su padre, encuadernador, músico y cantante de la sinagoga, cambio su apellido por el de su ciudad natal, Offenbach, cerca de Frankfurt.

Desde niño destaco como interprete de violonchelo, de manera que su padre decidió llevarlo, junto con su hermano Julius, también dotado para la música, al Conservatorio de París en 1.833, donde estudio violonchelo y violín, ciudad que ya no abandono, mas que en contadas ocasiones, durante el resto de su vida, consiguiendo, en un primer momento trabajo como viloncelista en la Ópera Cómica, lo cual le hizo abandonar el Conservatorio, y otras orquestas.

En 1.849, tras regresar a París, que había abandonado durante la Revolución de la Comuna, el año anterior, fue nombrado director de la orquesta del Teatro Francés.

Compuso numerosas óperas, calificadas con frecuencia como operetas. Fue, en efecto, el principal representante del nacimiento y consagración de la opereta en sus diversas variantes.

La ópera fantástica, "Los cuentos de Hoffmann" es considerada su única obra escénica seria.

 La composición de esta ópera, con la cual quería traspasar los límites de la opereta, le llevo los últimos años de su vida, de manera que no pudo verla acabada y representada, ya que murió tres meses antes de su estreno en la Ópera Cómica.

Los Cuentos de Hoffmann se convirtieron en una obra maestra de la ópera lírica y fantástica, que desde su primera representación ha gozado de gran éxito.
                                                               
                                                                   
 El libreto está basado, como he dicho mas arriba, en la obra del poeta romántico alemán E.T. Hoffman.

Hoffmann, gran músico también, además de escritor, es sin embargo conocido sobre todo por su producción literaria, con la creación de cuentos fantásticos, que inspiraron la obra de Jules Barbier y Marcel Carré, y mas tarde la ópera de Offenbach.

El denso argumento, se divide en un Prologo, que sirve de presentación del propio Hoffmann, tres cuentos sobre supuestas experiencias amorosas de Hoffmann, con tres protagonistas femeninas, y un Epilogo.

El Prólogo sirve de presentación de Hoffmann, que en compañía de sus amigos y de las fuerzas del mal debe decidir entre la poesía, la música y el amor, presentando su actual amor, Stella, un compendio de los tres antiguos amores, acompañado en todo momento por el personaje doble de La Musa que a veces se transforma en su amiga Nicklehaus.

Un grupo de estudiantes quiere conocer sus historias amorosas y entonces Hoffmann les relata tres de ellas, en cada uno de los siguientes actos.

La primera es la historia de Olimpia, de la cual Hoffmann se enamora, sin darse cuenta de que es una muñeca autómata, creada por los farsantes Coppelius y Spallanzani, que "vive" cuando le dan cuerda.
                                                                   

Nicklehaus le advierte del engaño, pero él se niega a aceptar la verdad, después de divertidas escenas, mientras el objeto de su "amor" desfallece cuando se acaba la cuerda;
                                                                                   

 las gafas con que han provisto a Hoffmann para que no vea la realidad, se rompen cuando cae al suelo, tras un  frenético baile con la muñeca, Hoffmann se da cuenta, entonces, del engaño, y sale huyendo mientras los estudiantes se burlan de él.

En el segundo Acto, se nos presenta otro de los amores de Hoffmann, la delicada Antonia.
                                                                     

Hija de una famosa cantante, que, en la creencia de su marido y padre de Antonia, ha muerto debido a la práctica de su arte, vive un romántico y apasionado amor con Hoffmann, al cual se opone su padre.

Antonia desea ser cantante como lo fue su madre, pero encuentra la oposición, no solo de su padre sino de Hoffmann, enterado de su "destino", si así se pueden llamar los interesados augurios del doctor Miracle, charlatán y adivino que su padre ha consultado.
                                                                   

Sin embargo Antonia, después de muchas dudas, y de invocar a su madre, que le contesta desde el mas allá, decide seguir su vocación y convetirse en cantante.

En el siguiente acto la protagonista es la cortesana Giulietta, encargada por el malvado Dapertutto, a cambio del regalo de unos valiosos diamantes, de seducir a Hoffmann y robarle su sombra.

Después de diversas maniobras de Giulietta, Hofmann que se ve cada vez mas atraído por ella, le pide la llave de su dormitorio a un antiguo pretendiente, al que ella robo su sombra en otro tiempo, que está celoso de la cortesana, y al negarse a darle la llave, Hoffmann lo mata y y ciego de amor promete a Giulietta regalarle su sombra y su imagen.

Para acabar, en el Epilogo Hoffman sigue en el café en el que relato sus cuentos fantásticos, esperando la llegada de su actual amor Stella, a la cual, en un estado de ofuscación, confunde con Olimpia, Antonia y Giulietta, hasta caer en la inconsciencia.

Complicado argumento de amores y fantasmas, tal como se espera de Hoffmann, muy bien acompañado de la música de Offenbach.

La representación de esta ópera ha sido, algo así, como la despedida o broche final de la labor del desaparecido director del Teatro Real Gerard Mortier, que lo tuvo por uno de sus proyectos principales.

Lamento su fallecimiento, hacia mas o menos un mes, pero no así el final de sus trabajos en el Teatro Real, aun reconociendo que ha programado óperas que pocos se hubieran atrevido a poner en escena, alguna de las cuales, como por ejemplo el "San Francisco de Asis" de Olivier Messiaen, me gusto mucho haber visto.

En esta ocasión, el carácter romántico y fantasmal de los cuentos, ha sido sustituido por un intento, muy frecuente hoy día, de llevarle la contraria al libretista, al compositor y a la época en que fue escrita y representada esta ópera, para convertirla en un espectáculo absurdo de un fallido surrealismo.

El director de escena suizo Christoph Marthaler y la escenógrafa y figurinista alemana Anna Viebrok han trasladado la acción desde el  café original, a las dependencias del Circulo de Bellas Artes de Madrid, y los clientes habituales de un bar, se han sustituido por estudiantes de arte, que pintan modelos, subidas en una alta tarima, en "pelotas" o mas correctamente, desde el punto de vista del lenguaje, completamente desnudas.

                                                                 
Como debe ser muy cansado estar inmóvil en una postura, o por el motivo que le ha parecido oportuno al escenógrafo, cada diez minutos la modelo desciende parsimoniosamente de la tarima y es sustituida por otra. Una autentica mamarachada, vamos!

El constante trasiego de extras sin ningún papel, hace que se pierda el hilo de la trama e incluso de la música.

Nos toco el segundo reparto, de manera que el director de orquesta fue Till Drömann, que manejo con soltura los magníficos momentos musicales que ofrece esta bella ópera. Hubo algún desajuste, sobre todo con el coro, que cantaba fuera de la escena, pero en conjunto sonó bien.

El duro papel de Hoffmann, ya que permanece en escena practicamente durante toda la representación, corrió a cargo del tenor francés Jean-Noël Briend, que combina su excelente condición musical, con sus dotes interpretativas.

Entre las protagonistas femeninas destacaron la soprano macedonia Ana Durlovski en el papel de Olimpia, que interpreto maravillosamente, y Measha Brueggergrosman, en los papeles de Antonia y Giulietta, a la cual habíamos tenido la ocasión de oír en Ascensión y caída de la ciudad de Mahaggony, hace varios años, en ese mismo Teatro Real, cuya potente voz se adapta mas al papel de la sensual Giulietta que a la dulce Antonia.

El resto del elenco muy bien y sobre todo el coro, como ya nos tiene acostumbrados.

A pesar del disparate escénico y los desafortunados intentos de distraernos con movimientos ajenos a la ópera, disfrute de la vibrante y pegadiza música de Offenbach y de su obra.

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