martes, 26 de mayo de 2009

Capítulo VIII. El Obelisco inacabado y Philae

Salimos, pues, después de comer. Teníamos una tarde bien atareada, ya se sabe que los días del turista son de mucho ajetreo.

Fuimos en primer lugar a las canteras del sur de Assuan, canteras de la época de los antiguos egipcios, donde íbamos a ver un obelisco inacabado, que quedó empotrado en la roca, casi hecho.

Fue desechado por una grieta en la parte superior. Los obeliscos debían ser perfectos, sin ninguna fisura ni defecto, ya que eran la representación del divino rayo solar.

Aunque no está datado, no tiene ninguna inscripción, se cree que lo mandó hacer Hatshepsut. Hubiera sido el mayor obelisco de Egipto... pero se quedó ahí, para ejemplo de las técnicas que utilizaban los egipcios y objeto de estudio para los arqueólogos.

Como todo en esta cultura, es impresionante. Es asombroso que con medios tan limitados, mazas de madera, cuñas, también de madera, bolas de diorita, y, eso sí, mucha fuerza humana, lograran esculpir y mover estas enormes moles.

Paseamos un rato por la cantera, mientras Ra nos aplastaba con sus rayos.

Luego embarcamos en una motora que nos iba a llevar a la isla de Philae o File.

Montamos, pues, en la motora y navegamos por el Lago hasta Philae. Hay en esta islita un gran templo dedicado a Isis y a su hijo Harpocrates (Horus niño). Hay también otras construcciones como el mamissi, el templo de Hathor y otros, dedicados a divinidades meroíticas, por lo que se supone que fue un condominio de los faraones y los reyes del reino de Meroe.

Debido a la construcción de la primera presa de Assuan o Presa Alta, inaugurada en 1.902, el templo estaba sumergido una parte del año, sólo se podía ver un poco de la parte superior; pero cuando se proyecto la Presa Baja, todo el templo iba a ser englutido por las aguas. Para evitar tal desastre, el templo fue desmontado piedra a piedra y reconstruído, después de una titánica labor, y con el patrocinio de la Unesco, en la vecina isla de Agilkia, donde sigue mostrándonos todo su esplendor.

El viaje en la motora fue muy bonito. Después de ver las verdes márgenes y las rocas en medio del agua del lago, se llega al grandioso templo, que luce así.

Es uno se los templos dedicado al mito de Osiris. Ya habíamos visto el templo de Edfú, dedicado a Horus el grande. El de Philae esta dedicado a Isis, hermana y esposa de Osiris y madre de Horus. El culto de Isis es bastante tardío en la civilización egipcia y tiene pocos lugares de culto, a pesar de que Isis forma parte de los ocho dioses primordiales, creadores del mundo.

Fue empezado en el s. IV a.C. por un faraón llamado Nectabeo, del cual se conservan algunas columnas, aunque hay restos más antiguos, pero principalmente fue mandado hacer por los ptolomeos. Los emperadores romanos desde Augusto hasta Lucio Vero continuaron con la construcción y decoración del templo.

Está bastante bien conservado y es impresionante como todo el arte egipcio. El mito de Isis está grabado en magníficos bajorrelieves en las paredes, así como otros muchos elementos rituales.
Además de la diosa titular y Horus, su hijo, se adoraron en él otros dioses como Hathor o Imhotep, el médico y arquitecto de Zoser, divinizado. También tienen capillas dioses nubios, como Arensnufis y Mandulis.

El culto de Isis, muy extendido en el Imperio Romano, continuo hasta que fue prohibido por el emperador Justiniano en el s. VI d.C. Al mismo tiempo, hubo allí una iglesia cristiana dedicada a san Sebastián lo que muestra la coexistencia de religiones.

El complejo tiene además la ventaja de su ubicación en la isla, que resalta su arquitectura y bellezas, está hecho según los cánones egipcios, pero el clasicismo greco-romano también se advierte, por ejemplo en el gran patio de columnas.

Es magnífico el quiosco de Trajano, hecho para el reposo de la barca sagrada, cuando Isis volvía en ella después de sus desplazamientos. Su piedra dorada tiene un particular brillo con los rayos del sol poniente.

Tiene otra interesante particularidad el templo de Philae. En sus paredes están las últimas inscripciones que se escribieron en jeroglífico, de finales del s. IV d.C., y en demótico, de mediados del s. V d.C.

El día aun tenía más "sorpresas". La primera de tipo comercial, nos llevaron, al desembarcar, a una fábrica de perfumes. Allí nos ofrecieron un té y una demostración de los perfumes y remedios que producen. Son gente encantadora que sabe vender, así que acabamos comprando todos, perfumes, remedios y algunos preciosos frasquitos de cristal.

La segunda "sorpresa" fue en el barco. Después de la cena, se nos ofreció un espectáculo, muy ponderado por el guía, pero que sólo se podría calificar para turistas despistados.

Una muchacha, con pocos conocimientos del tema y bastante rolliza, hizo como que bailaba la danza del vientre, baile bastante difícil, que ella no conocía. A continuación, un pseudoderviche, con traje parecido al de estos, pero de vivos colores, hizo algunos números inspirados en el baile religioso de los derviches, con tintes circenses, aunque con más estilo que su predecesora.

Después de dejarlos con sus contorsiones y bebernos un aguardiente nos fuimos a dormir, para recuperar fuerzas. El día siguiente sería tan intenso como de costumbre.

¡Hasta el próximo capítulo!

miércoles, 13 de mayo de 2009

Capítulo VII. Nubia

Después de cenar anoche, concertamos con el guía una excursión, fuera de programa, para visitar Nubia.

El día empezó con una paseo en faluca, embarcación egipcia que se ha usado desde la más remota antigüedad. Tiene una vela característica, que además de su utilidad adorna el paisaje fluvial.

Enfrente de nuestro barco había un muelle con falucas, algunas con las velas recogidas y otras preparadas para navegar. A la temprana hora que salimos para este paseo la luz era espléndida, esa luz que ya no es la del amanecer pero todavía es recién estrenada.

Nos embarcamos pues en la faluca, pero... el viento necesario para que la vela se hinche y la barca navegue, no se presentó. En realidad era de esperar, pues el viento empieza cuando el calor va aumentando y no a esa temprana hora matinal, así que el paseo fue muy corto.

De allí pasamos a la motora que nos iba a llevar a Nubia.

Y., nuestro guía habitual, nos presentó a un conocido suyo, que nos iba a hacer de guía en su region natal, Nubia, donde vive. Para nuestra sorpresa Y. había vivido ocho años en España, fue bailarín y coreógrafo de bailes étnicos en la Compañía de Víctor Ullate. En esos años se casó con una española, que llego a venir de visita hasta esta remota región.

Pero... siempre hay un pero, los nubios son extremadamente celosos de su identidad y sus costumbres y según Y. no se pueden casar más que con nubias y vivir de acuerdo con sus ancestrales tradiciones. Ellos lo hacen todo bien y no mienten; los demás, en cambio, no quieren más que perjudicarlos (me pareció una letra conocida la de esta canción) y tienen que estar vigilantes. Las madres mandan mucho y por supuesto la suya no estuvo en ningun momento de acuerdo con su matrimonio. Ahora esta felizmente casado, por fin, con una mujer nubia y tiene varios hijos.

También nos habló de la tragedia del pueblo nubio, que data de más de 35 años, y que sucedió con la construcción de la Gran Presa de Assuan y la creación del lago Nasser, que produjo un cambio total en la cuenca hidrográfica del Nilo. Más de cuarenta pueblos se vieron sumergidos por las aguas, muchos nubios fueron desplazados a otros lugares creados para ellos o a otras ciudades y regiones del país; hay muchos de ellos en El Cairo.

Los que se quedaron se apegan a sus costumbres y se dedican sobre todo al turismo y al comercio derivado de esta actividad.

Hoy dia Nubia esta repartida entre dos estados: Sudan y Egipto. En la Antigüedad fue llamada Kush, en la Biblia, Tai-Seiti, la tierra de la" gente del arco", por los antiguos egipcios.

La historia de Egipto y de Nubia están estrechamente relacionadas a través de toda la antigüedad. Egipto iba a buscar allí muchas riquezas de las que carecía: pieles, animales salvajes, oro, piedras preciosas, diorita para esculpir sus estatuas.

Hubo campañas belicas para dominar a sus levantiscos habitantes, periodos en que Nubia fue sometida a Egipto.

En tan larga historia las cosas tornaron a veces, de manera que en el s. VIII a.C., hasta tres principes nubios fueron faraones, la Dinastía XXV, y ciñeron la doble corona en Menfis.

Cuando se tuvieron que retirar a su región de origen fundaron allí el reino de Napata, que más tarde se traslado al sur, a Meroe, y duró más de mil años. Este reino tuvo una fuerte influencia de la cultura y de la religión egipcias, aunque conservo también rasgos originales.

Bien, pues nuestro pequeño grupo subido en la motora y acompañados del guía nubio Y. que nos iba contando la tragedia, las costumbres de su pueblo y su vida, navegamos desde Assuan hasta Nubia,

pasando delante del Mausoleo, en granito rosa, del Aga Khan III, príncipe indio, imán de la secta islámica de los ismaelitas. Vino a este lugar para curarse de una enfermedad reumática debido al efecto saludable de la arena del desierto, y quedó tan encantado que decidió hacer allí su tumba, en la que también está su esposa Begum Habiba, una francesa nacida Yvonne Blanche Labrousse.

Pasamos delante del Jardín Botánico de Assuan, Gerizet al-Nabatat, en la isla Kitchener, llamada así por el general inglés que ganó una batalla contra los derviches y para compensar, les hizo un jardín botánico en esta pequeña isla , convirtiéndola en un paraíso de árboles, plantas exóticas y preciosos paseos.

Seguimos navegando por entre islotes y vegetación, disfrutando de unos parajes preciosos, donde además de agua, rocas y plantas, vimos algunos pájaros que los egipcios adoraron como dioses, por ejemplo el ibis, que para ellos era Toth, dios de la escritura y de la sabiduría.

Atravesamos la Primera Catarata. No sé cómo sería antes de la construcción de la Gran Presa de Assuan, pero hoy sabes que estás pasando por una catarata por unos carteles colocados allí, en el agua apenas hay unos pocos remolinos.

Durante el viaje se nos presentó, no sé cómo decirlo... un espectáculo, un entretenimiento inesperado. Un chico adolescente subido en algo como una plancha, se acerco remando rápidamente con su solo remo improvisado y se agarró a la motora mientras cantaba a voz en grito el Asereje; continuó luego con La española cuando besa... y asi nos acompañó un rato cantando (?) en algo, que sin duda, él creía que era español; no se si su repertorio incluiría algo más, pero después de la propina, se soltó del barco, que ya se alejaba de su orilla. Lo que hace el ingenio para conseguir unas monedas...

Al poco la vegetación se hizo menos abundante y vimos en el desierto colindante los camellos que también iban con sus turistas a Nubia; esa es otra forma de llegar hasta el pueblo nubio.

Llegamos a Nubia. Y. nos llevo directamente a su casa. Según sus explicaciones, esta es una típica casa nubia, construída y adornada de la forma más tradicional. Allí estuvimos un buen rato, mientras eé resolvía sus asuntos; nuestra compañía fue su hijito menor Adam, de dos años que nos entretuvo un buen rato con las gracias propias de su edad.

Cuando Y. volvió, nos enseñó la casa que estaba muy bien puesta en su estilo. Había varias y buenas habitaciones, una terraza, un porche, varios dormitorios, un patio con una especie de recipiente que contenía crías de cocodrilo. No tenían un aspecto demasiado amistoso a pesar de ser de tamaño mediano. La visita a la casa incluyó también una tienda con objetos más o menos étnicos. Algunos del grupo compraron cosas.

El ultimo "servicio" consistió en la oferta de un "tatuaje" a la jena. Aceptamos dos mujeres del grupo. Vino una joven nubia de la familia de Y., muy guapa, y nos lo pintó, con poco arte, en el brazo. Lo peor fue que la tal pintura tarda mucho en secar. Íbamos con miedo de manchar todo, más o menos como cuando encuentras un banco recién pintado, en este caso un brazo.

Después recorrimos el pueblo, que era destartalado y sucio, pero con su encanto turístico. Había telares con los artesanos tejiendo, tiendas de especias de un gran colorido, tiendas de ropa, con vestidos nubios blancos, de algodón muy fino. Camellos y camelleros recorriendo el pueblo en busca de clientes. Hasta vimos a esta preciosa chica que nos sonrió así

Llegó la hora de volver a Assuan. Esta vez lo hicimos por el camino corto, sin islas ni rocas que vadear. Pasamos delante de la isla Elefantina, enfrente de Assuan, que fue muy importante en la Antigüedad, pues aquí estaba el último nomo egipcio, que tenía que vigilar la frontera con Nubia.

En esos tiempos hubo allí un templo dedicado a la Triada Khum, Saket, Anuket, que fue destruído por el rey persa Cambises en el s. VI a.C., ahora sólo hay restos que le dan un aire aún más misterioso a la isla en forma de elefante.

Como curiosidad para los amantes de la literatura policiaca, en el Hotel Catarats, que está enfrente de la isla Elefantina se desarrolla una de las novelas de la escritora inglesa Agata Christie: Muerte en el Nilo, también llevada al cine.

Por último desde la motora pudimos ver la gran catedral copta del Arcángel Miguel, que sobresale entre los edificios de la ciudad. Fue consagrada recientemente, en 2006.

Volvimos al barco, tras esta intensa mañana.

Debíamos reponer fuerzas pues aún nos esperaban muchos "descubrimientos" por la tarde.

Eso será el próximo capítulo.

miércoles, 22 de abril de 2009

Capítulo VI. El Nilo y Kom Ombo

Volvimos pues al barco, a la temprana hora de las diez y media, llenos de las impresiones que nos había producido el maravilloso templo de Edfú.

Como compañeros teníamos, entre otros, a un grupo de chilenos, que habían venido de tan lejos a conocer Egipto y para luego continuar hasta Tierra Santa. Habíamos conocido la noche anterior, a una señora chilena, de profesión juez, que nos invitó a una misa, que iba a celebrar para el grupo el sacerdote que iba con ellos. Nos pareció una buena idea. Los acompañamos en la ceremonia, que resultó edificante. Un descanso en medio de tantos dioses y tantos cultos complicados.

El resto del día hasta por la tarde navegamos por el Nilo, contemplando sus márgenes, espléndidas y variadas. Desde la cubierta se apreciaba el largo oasis que circunda las dos riberas, y que pocas veces es casi inexistente. En esas ocasiones el desierto está tan cerca que casi da miedo.

Egipto fue llamado "el don del Nilo", y nada es más verdad. Del Nilo ha dependido Egipto durante milenios. Ha sido fundamental para el desarrollo de su civilización desde la Edad de Piedra. Es un río de mas de 6.000 km de largo, de los cuales mas de 3.000 están en Egipto.

Como decía antes, es un gigantesco oasis que se debe a las crecidas anuales de su caudal. En verano, durante tres meses, el río se desbordaba e inundaba las tierras adyacentes, aportando un limo muy fértil. Cuando el agua se retiraba, los antiguos egipcios plantaban y cosechaban trigo y cebada, pescaban y cazaban aves en sus riberas, de tal manera que vivieron mejor que otros pueblos de la antigüedad.

También les proporcionó un larguísimo y cómodo medio de comunicación, sin accidentes geográficos, sin mareas ni vientos, por el cual transportaban en barcazas alimentos, bloques de piedra para sus construcciones y todo tipo de productos. La mayor parte de la población, todas la ciudades del Medio y Alto Egipto están en sus riberas, y también la mayor parte de sus grandes monumentos.

Los antiguos egipcios creían que la crecida era provocada por el dios Hapi, que cada verano levantaba su sandalia y dejaba correr el agua que había estado reteniendo en una cueva. Hoy se explica científicamente y se sabe todo al respecto, pero... su explicación es más imaginativa.

Los Egipcios no sabían donde nacía el río. Ahora se sabe que nace en el lago Victoria, atraviesa las montañas africanas, selvas ecuatoriales y desiertos, para desembocar en el Mar Mediterráneo formando un Delta con siete brazos.

La inundación anual implicó que un poder fuerte se tuviera que hacer cargo de la organización de las crecidas y de los numerosos canales, diques etc. que necesitaba la irrigación. A ello se dedicaron todos los gobernantes de Egipto, desde la más remota antigüedad.

Descansamos después de comer y luego subimos a la cubierta a tomar una taza de té mientras navegabamos contemplando sus variadas orillas, rumbo a nuestra siguiente parada: Kom Ombo.

Al cabo de una rato oímos unas voces que provenían del exterior y al asomarnos vimos que unos cuantos habitantes de las riberas se habían procurado una barca y gritaban para atraer la atención de los pasajeros y tratar de venderles algunos productos: gorros, pañuelos, vestidos, collares, etc., y yo qué sé... lo cierto es que no me interesó más que el espectáculo. Habían amarrado su barca al costado del barco y se dejaban llevar por el mismo. Sin duda algo de negocio harán, ya que los numerosos barcos, que como el nuestro, navegaban por el río rumbo a Kom Ombo llevaban cada uno su correspondiente "rémora".

Llegamos a Kom Ombo cuando la tarde ya declinaba. La vista desde el barco es magnifica. Además de la luz del atardecer, que desde mi punto de vista es la más favorecedora del día, el templo, mejor dicho los templos, pues son dos, están en un pequeño promontorio, y se les puede ver desde lejos.

Kom Ombo, llamado por los egipcios Nubt "Ciudad de oro", tiene dos templos, uno pequeño, más alejado del río, dedicado a Isis y el gran templo dedicado a dos divinidades que parecen antagónicas: Sobeck el dios cocodrilo y Haroeris, Horus el Grande, el dios halcón. Al igual que la dedicatoria, todo en ellos está duplicado; es totalmente simétrico, tiene dos entradas, dos salas hipoótilas, dos santuarios.

Los cocodrilos abundaban en esa parte del Nilo, de ahí la dedicación a Sobeck, un dios dañino; después se le añadió el culto a Haroeris, un dios benigno, en un intento de sincretismo.

El templo que vemos es de la época ptolemaica. Lo empezó a construir Ptolomeo VI, Filometor, en el s. II a.C., y lo acabó Ptolomeo XI, Soter II, un siglo después. Hubo allí culto desde la Dinastía XVIII, y todavía los emperadores Augusto, Tiberio y Domiciano continuaron con su embellecimiento y decoración.
El templo está en ruinas, en una parte debido a la humedad del río que ha socavado sus cimientos, en otra gran parte porque ha sido utilizado como cantera para otras construcciones.

Aún así es impresionante. Maravilla, una y otra vez, lo magníficos constructores que fueron los egipcios; qué sentido de la belleza tenían y cómo pudieron hacer esos enormes templos.

La visita la hicimos con los últimos y dorados rayos de sol y con la iluminación que está instalada para resaltar el monumento. De esta forma, como pasa siempre, las imperfecciones se atenúan y desaparecen, todo parece mágico.

Hay que hacer lo mismo que en todos las visitas a templos, sólo que aquí hay menos espacios cerrados debido al estado del templo. Cuando la multitud se retira se puede estar más tranquilo.

Entre las curiosidades, hay en los muros del deambulatorio unos bajorrelieves referentes a la función médica del templo, que servía de "hospital", con una serie de instrumentos quirúrgicos, no demasiado distintos de los que se usan hoy día; hay también un parto, con la mujer en cuclillas.

También hay numerosas representaciones del dios Sobeck, e incluso unos cocodrilos momificados de aquella época, en la capilla de Hathor, diosa que también tiene su culto en este templo.
Asimismo aquí hay un mammisi, paritorio donde nació Horus, muy deteriorado; y un nilómetro para medir la crecida y calcular los impuestos.

Todavía nos esperaba diversión en el barco pues nos habían anunciado una cena con especialidades egipcias. Habían dispuesto el comedor con adornos y velas. Lucía muy bonito. La cena consistió en un bufet con delicias de la cocina egipcia. Nos gustó mucho y nos pareció
bastante similar a la cocina de Oriente Medio, libanesa, palestina, islaelí...

El collage esta hecho con una pequeña muestra de algunos de los platos más característicos:
  1. Tahine o crema de sésamo
  2. Mahsi, verduras rellenas de carne picada, cebolla, perejil, hierbas
  3. Aish bafadi o pan, delicioso
  4. Baklava, pastelitos de hojaldre y frutos secos empapados en miel, que a mí me resultan algo empalagosos, pero que son muy apreciados en general
  5. Umm ali, mezcla de pan o arroz con pasas, frutos secos y crema, mi preferido
Y aquí uno de los platos ya bien surtidos con los que nos regalamos.

Hasta el próximo capítulo.