viernes, 13 de abril de 2012

Milhojas de fresa


Han llegado las fresas y tenemos que aprovechar la temporada, para beneficiarnos de su rico sabor y de los nutrientes que poseen.

Es una fruta rica en vitamina C y en antioxidantes.

Hoy os propongo esta receta, de buen sabor y buen aspecto.


Ingredientes


  • 215 g de masa de hojaldre.
  • 4 cucharadas soperas de mermelada de fresa, templada y colada.
  • 150 ml de rema pastelera
  • 100-150 g de fresas

Elaboración

Crema pastelera

Ingredientes


  • 1/2 l de leche
  • 3 yemas de huevo
  • 5 cucharadas soperas de azúcar
  • 3 cuchatadas soperas de maizena
  • 1 pellizco de azúcar vainillada

Elaboración

Poner a cocer en un cazo la leche con 3 cucharadas de azúcar.
Meclar, en un tazón las yemas y laas otras 2 cucharadas de azúcar, la maizena y el azúcar vainillado, sin dejar grumos.
Cuando la leche empieza a cocer se va vertiendo de poco en poco sobre la mezcla anterior.

Una vez todo disuelto y sin dejar de remover, llevar a ebullición lentamente, se nota que va espesando, hasta unos 5 minuots.


Elaboración del milhojas

Calentar el horno a 200ºC.
Si se utiliza hojaldre congelado, tenerlo ya descongelado.
Extender la masa con el rodillo formando un cuadrado de 25 cm
Recortar los bordes con un cuchillo bien afilado.
Corte el cuadrado en 3 tiras iguales.
Poner las tiras en 1 o 2 placas pasteleras humedecidas y pinchar con las púas de un tenedor.
Refrigerar 5 minutos.
Hornear el hojaldre 20 minutos.
Dejar enfriar sobre la rejilla completamente.

1 hora antes de servir el pastel, untar una tira primero con una capa de mermelada, luego con una capa de crema pastelera, sin llegar al borde.

Poner encima una segunda tira y proceder de la misma manera; acabar con una tira de hojaldre.

Poner sobre la fuente de servir.

Cortar el rabo de las fresas, y cada una por la mitad, añadirles un poco de azúcar para que esten mas brillantes y dulces.

Colocar las fresas con el corte hacia abajo en la última tira de hojaldre. Si se quiere se puede verter la mermelada sobrante por encima.


sábado, 7 de abril de 2012

Portugal. El Algarve

El tiempo seguía esplendido para nuestra visita del día a la región de Portugal, el Algarve, que limita con Huelva.

Siempre me es grato ir a Portugal, país que me encanta, y que por suerte conozco hace mucho tiempo, pero nunca había estado tan al sur, en el mismo sur.

Recorrimos de nuevo el camino hacia Huelva, contemplando los bosques de pinos piñoneros que ocupan una gran extensión, y que son explotados por el delicioso fruto que producen. Al parecer esta labor, y la consiguiente ganancia, ya que el piñón es uno de los frutos secos mas caros del mercado, se la encomiendan a personas sin otro trabajo, que así pueden tener algún ingreso, aunque la temporada es corta, solo algo mas de tres meses.

También vimos gran cantidad de invernaderos donde se cultiva intensivamente la fresa, y el fresón, durante todo el año, desde hace tiempo, y mas recientemente el arándano, que producen una gran riqueza en la región.

Otro cultivo que se ve son los campos de naranjos, y otros cítricos, aunque son mas pequeños que los del Levante.

Por último el olivo también tiene su parte en esta poderosa agricultura de Huelva

Otro de los accidentes geográficos destacados que vimos por el camino, es una enorme duna fósil, que está consolidada con los pinos que crecen en ella, la mayor altura, por esa parte.

Al pasar a Portugal el paisaje se vuelve mas abrupto y la agricultura menos desarrollada; abundan los higueras, los alcornoques y sobre todo los algarrobos, cuya harina utilizan aun, sobre todo en pastelería.

En el Algarve íbamos a visitar tres ciudades: Tavira, Faro y Vila Real de Santo Antonio.

El nombre de Algarve es de origen arabe, al-Garb, nombre descriptivo que significa oeste u occidente, referido a los antiguos territorios conquistados, y llamados por los musulmanes al-Andalus.

El rey Alfonso III de Portugal la reconquisto para los cristianos en 1.249, y se proclamo rey del Algarve, lo cual no supuso ninguna autonomía para la región, que siguió unida al resto de Portugal.

Hoy día, el Algarve es la región mas turística y visitada de Portugal, por gentes que provienen de muchos países europeos, debido a sus magnificas playas y paisajes naturales, como la Sierra de Monchique, y la Sierra de Caldeirao, además de su clima mediterraneo, pues las sierras cortan los vientos mas fríos, y sus magnificas playas.

Bien, pues empezamos nuestro recorrido por Tavira, preciosa ciudad a orillas del río Gilao, de unos 17.000 habitantes.

Al llegar a Tavira sorprende su gran puente romano, podríamos decir de base romana, aunque construido en el s. XVII, puente de siete ojos, que ofrece bonito espectáculo.

Siempre me ha sorprendido lo bien conservados que están los pueblos portugueses, con pocas muestras del tratamiento inmisericorde de la piqueta, y la construcción moderna, masiva y bastante fea de algunos pueblos de nuestro país.

Tavira, a poco mas de 30 km de la frontera española, es una de las mas atractivas ciudades del Algarve, desde el punto de vista arquitectónico.

Su origen data de alrededor de 2.000 a.C. Tuvo gran importancia durante la ocupación musulmana, que duro hasta 1.262, en que fue reconquistada por don Paio Peres Coreia, caballero de Santiago, que la anexiono a la corona portuguesa.

Durante la época de los descubrimientos portugueses fue un importante enclave, por ser el puerto mas cercano a África, convirtiéndose en base de aprovisionamiento y hospital, y también para la defensa contra las incursiones piratas, en el Océano Atlántico.

Varias desgracias, entre otras la peste que se declaro en 1.645, el terremoto de 1.755 y la desaparición de su puerto, ocupado por los sedimentos, iniciaron una larga decadencia, mitigada en el s. XVIII por la instalación de industrias pesqueras del atún, y la salazón de pescado.

Hoy vive, principalmente, del turismo.

Fue casi destruida por el terrible terremoto de Lisboa de 1.755, y reconstruida después, con muchos bonitos edificios diciochescos con balcones de forja, y nada menos que ¡¡treinta y siete iglesias!!.

Su casco antiguo de callejuelas estrechas y empedradas, se reparte a ambos lados del río, unido por el puente romano.

Paramos en la Plaza de la República, a orillas del río y cercana al Puente Romano, que ahora es peatonal, rodeada de las casas mas antiguas y elegantes y la totalidad del casco antiguo.

En el centro hay un monumento, bastante feo, que conmemora a los combatientes de la primera Guerra Mundial, y alrededor tiene un escenario con gradas de piedra semicirculares, para ver los espectáculos públicos que allí se realizan.

Casi en la misma plaza encontramos la Ermita de Nuestra Señora de la Piedad, pequeño templo del s. XVIII, construido después del terremoto de 1.755, y que perteneció a la Cofradía del mismo nombre. El portal está decorado con un corazón traspasado por un puñal.

La segunda iglesia que encontramos, ya en la cuesta que lleva a la zona del antiguo castillo, fue la Iglesia Matriz de Santiago, una de las mas antiguas de la ciudad; construida en el s. XIII, ha sufrido diferentes modificaciones. En la fachada hay un gran medallón con la imagen de Santiago a caballo, luchando contra los moros, como muchas de las representaciones que hay en España, con la misma evocación.

Su pobre estilo arquitectónico no tiene que ver, al parecer, con las valiosas pinturas y esculturas que guarda en su interior, que no pudimos ver, por estar cerrada.

Subiendo encontramos la Posada Convento de Graça, emplazado en el antiguo convento de Ermitaños de San Agustín, fundado por D. Sebastiao en 1.569.

Situado en la colina del Castillo, donde antiguamente estaba la judería, destacan en el interior su patio renacentista de los s.s. XVI y XVII y la escalinata de roble, así como la fachada, ambas del s. XVIII.

Tanto el interior como el exterior lucen esplendidamente restaurados, para albergar una de las Posadas portuguesas, establecimientos hoteleros de lujo de los que hay por todo el país.

Subiendo, subiendo llegamos a la Iglesia de Santa María del Castillo.

Construida en el s. XIII, sufrió enormemente con el mencionado terremoto de Lisboa, por lo que en su reconstrucción ha habido algunas modificaciones. Conserva elementos góticos, como la puerta de entrada, las gárgolas y adornos varios.

La torre del reloj pertenece a la construcción primitiva, pero los agregados decorativos son posteriores.

En cuanto al interior, no pudimos verlo al estar cerrada.

Esta adosada a las ruinas del castillo, construcción del s. XII, de origen musulmán, muy dañado por el terremoto de 1.755 y por los siglos posteriores, en que fue desmantelado.

Quedan parte de sus murallas, que tienen consideración de Monumento Nacional desde 1.939.

Pasear por el esplendido jardín que hay cerca de ellas fue muy bonito, pues, además, se pueden contemplar desde el Mirador allí instalado, las cúpulas de las iglesias de la ciudad, los Jardines del Castillo, y los techos de la ciudad moderna.

Al bajar nos encontramos con la cuarta y última iglesia que visitamos en esta ciudad: la Iglesia de Nuestra Señora de la Misericordia, que es, seguramente, la mas interesante de la ciudad. Data del s. XVI y está considerada como el mejor ejemplo de arquitectura renacentista en el Algarve.

En el interior, que en esta ocasión pudimos ver, hay magníficos azulejos y un impresionante retablo con mucho pan de oro.

Bajados de nuevo a la Praça da República, aprovechamos para tomar un zumo, y contemplar el río, el puente romano y las bonitas casas.

Seguimos nuestro viaje hasta llegar a Faro, la actual capital del Algarve y su mas importante ciudad, con mas de 60.000 habitantes.

Faro se encuentra en el espacio natural protegido de la Ría Formosa, lugar muy bello, y es desde hace años una dinámica ciudad que recibe el turismo de toda Europa. Su costa con excelentes playas, y su benigno clima, hace que sea visitada y deseada por muchos ciudadanos europeos, de tal manera que se encuentra llena de hoteles y apartamentos turísticos, para atender esta demanda, así como dispone, también, de un aeropuerto internacional.

Pero ni la estación del año, ni nuestra intención era la de disfrutar de playa alguna, sino de conocer la ciudad.

El entorno de la Ría Formosa estuvo habitado desde la Prehistoria. Los romanos fundaron una ciudad, llamada Ossonoba, que ocupo el mismo lugar donde ahora está Faro, en la que se desarrollo el comercio, llegando a ser un importante enclave del suroeste de Iberia.

Después de la caída del Imperio Romano fue ocupada por los visigodos y seguidamente por los moros, tras la conquista islámica de la península, hasta que fue reconquistada por el rey Alfonso III de Portugal, en 1.249.

En 1.596, sufrió el ataque corsario del conde de Essex, Robert Devereux, que la saqueo, y que se apodero, entre otras muchas cosas, de la biblioteca del obispo de Faro, libros que luego fueron donados a la Universidad de Oxford, donde forman parte de la Bodleian Library.

Con ocasión del terremoto de Lisboa de 1.755, varias zonas del Algarve sufrieron graves daños; el tsunami provoco grandes destrucciones en la zona costera, excepto en Faro, que resulto protegida por los bancos de arena de Ría Formosa. Desde entonces, la ciudad siempre ha sido la sede administrativa de la región.

Un triste acontecimiento sucedió en esas maravillosas playas en época reciente. Una niña británica, de casi cuatro años, Madeleine McCann, que pasaba unos días con sus padres y hermanos en una de las playas del Algarve, desapareció la noche del 3 de mayo de 2.007, sin que se haya logrado encontrarla, ni conocer que fue lo que paso para provocar esa desaparición, a pesar de la gigantesca operación mediática que sus padres montaron, y que duro muchos meses.

Finalmente, cuando, varios meses después fueron imputados por la desaparición, en Portugal, los padres de la pequeña regresaron con sus otros dos hijos a Gran Bretaña, y con mas de un millón de euros, que habían obtenido de donaciones de particulares, para la búsqueda por todo el mundo de Madeleine, que nunca ha aparecido. He leído que pagaron la hipoteca de su mansión, con parte de ese dinero.

Uno de esos misterios modernos, que ni la policía, ni los medios han conseguido resolver.

Empezamos nuestra visita por la catedral.

La catedral de Faro es una parte del conjunto que forman la Plaza de la Catedral, el Seminario, el Palacio Episcopal, el Ayuntamiento, la propia catedral y tras la catedral, en la adyacente Plaza de Alfonso III, el convento de Nuestra Señora de la Asunción.

Es un conjunto magnifico, muy bien conservado y mantenido.

Se llega a la Plaza de la catedral atravesando un precioso arco.

La Plaza rodeada de naranjos, que resultan de lo mas decorativo, es amplia, de manera que todos sus monumentos se pueden ver muy bien.

El Palacio Episcopal, construido en el s. XVI, residencia del obispo de Faro, es un gran edificio, que ocupa toda la manzana. Tiene adosado el Seminario Episcopal, el edificio mas grande de la Plaza, que sigue desempeñando la función de formación de futuros sacerdotes.

Otro gran edificio de la Plaza, es el Ayuntamiento. A pesar de ser mucho mas moderno que los anteriores, no desentona. Se inició su construcción, en estilo neoclásico, en 1.883, que se prolongo durante décadas.

La Catedral o Iglesia de Santa María, fue construida después de la reconquista cristiana en 1.251, y entregada para su administracion a la Orden de Santiago, pero no fue hasta 1.577 cuando llego a ser la sede episcopal del Algarve.

Después del terremoto de 1.755 la torre, que había pertenecido a la antigua muralla, fue reconstruida.

Su estilo es gótico, del cual han sobrevivido la torre, el gran pórtico de entrada, y dos capillas laterales, cubiertas con bóvedas de crucería.

Tuvo que ser reparada después del ataque corsario, en 1.596, del conde de Essex, que la saqueo e incendio.

Tiene también elementos renacentistas, y sobre todo barrocos, incorporados en el s. XVIII, como la Capilla de Nuestra Señora de los Placeres y la Capilla de San Letio, además del retablo mayor, todo en pan de oro.



También son notables los azulejos, tan típicamente portugueses, que adornan la Capilla de Nuestra Señora del Rosario.

Es impresionante el órgano barroco situado junto al Coro alto, adornado con motivos orientales, conocidos como "chinoiseries", del cual hay solo otro, en el mundo.

Seguidamente aprovechamos otra de las facilidades de la catedral, como es la subida a la Torre, desde la cual se contempla la esplendida vista de Ría Formosa, y de la ciudad.

Ría Formosa es un sistema de islas de barrera, que comunica el mar a través de seis ensenadas. Cinco de estas ensenadas son naturales y móviles, la sexta es artificial y fue abierta para permitir un mas fácil acceso al puerto de Faro. Parte del sistema es un Parque Natural, instituido en 1.987, pero también tienen gran importancia en la economía de la región, las granjas de marisco y la ultilización del puerto de Faro.

Es una zona de paso de las aves migratorias entre las cuales el calamón común, emblema del parque, es una de las especias mas raras de Europa, que vive, solamente, en España y Portugal, precisamente en Ría Formosa.
                                                                           

Desde lo alto de la torre pudimos ver una gran extensión de la Ría Formosa, grande y bonito espectáculo.

Justo detrás de la catedral está el Convento de Nuestra Señora de la Asunción, que alberga desde 1.976, el Museo Arqueológico y Lapidar "Infante D. Henrique".

Construido en el s. XVI como convento de monjas Clarisas, es de estilo renacentista. El Museo, que no visitamos, alberga piezas desde la Prehistoria hasta la Edad Media, siendo las mas importantes las del periodo romano, como el mosaico Océano y los bustos de varios emperadores, Agripino, Adriano y Galiano. También tiene una gran colección de arte sacro.

Algunas cigüeñas aprovechan las torres de Faro

Después de contemplar un buen rato la ría, bajamos para caminar por los alrededores.

Encontramos la muralla, que rodea el casco antiguo o Vila Adentro, en portugués, de forma ovalada y remoto origen, ya que se remonta a los romanos. Fue modificada durante la ocupación árabe; conserva de esa etapa dos torres albarranas que servían para proteger la entrada del Arco del Reposo; también quedan restos de la muralla bizantina.

A pesar de los estragos causados por el ataque corsario del s. XVI, y el terrible terremoto de 1.755, las murallas han sobrevivido hasta el día de hoy en Faro.

Otro de los símbolos de la ciudad es el Arco da Vila, una de las puertas medievales de entrada al casco histórico; en el interior del arco hay otro arco de herradura, que pertenecía a las murallas árabes.

Paseamos por su entorno contemplando al mismo tiempo la hermosa Ría Formosa, con la esplendida luz de esas latitudes.

Cuando llegamos cerca de la orilla muchas terrazas estaban ocupadas por turistas europeos, que vienen a estas ciudades costeras huyendo del frío y la poca luz solar, que hay en invierno, en sus países.

Nosotros dejamos Faro, del cual sin duda se pueden visitar mas monumentos y sus playas, que dejaremos para otro viaje, ya que se acercaba la hora de comer.

Para esto fuimos a Vila Real de Santo Antonio, ciudad que está en la frontera, en la desembocadura del río Guadiana, enfrente de la española Ayamonte.

Vila Real de Santo Antonio tiene algo mas de 10.000 habitantes. Sus orígenes están en la villa medieval de Santo Antonio de Arenilla, que desapareció anegada por el mar a principios del s. XVII.

Fue el Marques de Pombal, primer ministro del rey José I, y destacado representante del Despotismo Ilustrado en Portugal, el que ordeno su construcción, siglo y medio mas tarde, en 1.773, con el propósito de promover la pesca y aprovechamiento del atún, que abundaba extraordinariamente en esos mares.

El proyecto tuvo mucho éxito y en pocos años la ciudad se convirtió en pujante centro conservero del atún y la sardina.

Del s. XVIII conserva muchos edificios del centro de la ciudad, y de las margenes del Paseo Marítimo.

Bien, pues en uno de sus restaurante hicimos las comida; nos pusieron un plato conocido y apreciado por mi, brandada de bacalao, que estaba bien preparado, además de alguna otra cosa.

Después de la comida pudimos pasear por la bonita Plaza Marques de Pombal, rodeada de naranjos, y de edificios diciochescos, con un obelisco central, en honor del rey José I.

En la Plaza se encuentra la Iglesia Matriz de Nuestra Señora de la Encarnación, también del s. XVIII.

Por el Paseo marítimo llegamos a la orilla del Guadiana, río que hace de frontera.

Enfrente se veía el pueblo español de Ayamonte.

En un bar tomamos un cafecito y uno de los licores de la zona, Amarguinha, un licor dulce, que se elabora en Portugal, hecho a partir de almendras amargas, una mezcla entre limoncello y amaretto, en cuanto a sabor, mientras contemplábamos el gran río.

Nuestra visita al Algarve había finalizado. Esta parte de Portugal, no me defraudo, me gusto tanto como otras, de mis anteriores visitas.

domingo, 1 de abril de 2012

Pierna de cordero asada, con relleno de frutos secos

El cordero es delicioso, siempre que guste su especial sabor; relleno es un plato, diria yo, de fiesta; ahora que se aproxima la Pascua de Resurrección, que nosotros celebramos comiendo cordero, como es tradicional, os propongo esta variedad, un poco mas sofisticada, que queda muy bien tanto de sabor, como de presentación.

Ingredientes

1k1/2 de pierna de cordero deshuesada
75 g de azúcar
Sal y pimienta negra molida

Relleno

225 g de albaricoques secos, remojados una noche en agua fría
225 de ciruelas pasas remojadas remojadas en agua fría
75 g de pan rallado
25 g de mantequilla blanda
2 yemas
1 cebolla picada fina
4 cucharadas sopera de perejil picado
1/4 de cuchara de té de romero seco picado
1/4 de cuchara de te de tomillo seco
Ralladura de 1 limón
Pimienta de cayena al gusto
Sal y pimienta negra molida

Elaboración

Sacar de la nevera y dejar reposar el cordero 2 horas antes de prepararlo.

Mientras hacer el relleno.
Escurrir las frutas remojadas.
Picar en grueso 150 g de albaricoques y 75 g de ciruelas.
Poner las frutas picadas en una ensaladera, con el pan rallado, la mantequilla blanda, las yemas, la cebolla, el perejil picados, las hierbas secas, la ralladura de limón y la cayena.

Calentar el horno a 190ºC.
Poner el cordero abierto sobre una tabla, con la piel para abajo.

Extender el relleno sobre la carne.
Doblar hacia dentro lo que sobresalga de la carne y enrollar bien.
Atar con un bramante.

Coser el borde con una aguja gruesa, hasta que quede bien cerrado.
Poner el azúcar en un cazo con 150 ml de agua.
Llevar a ebullición revolviendo.
Agregar los albaricoques y ciruelas restantes y cocer suavemente 5 minutos.
Forrar con papel de aluminio una fuente de asar.
Sazonar el rollo con sal y pimienta.

Ponerlo en la fuente forrada.
Escurrir los albaricoques y ciruelas pochados y ponerlos alrededor del rollo de carne.
Regar con el almíbar.
Asar el rollo de cordero relleno durante 30 minutos. Subir luego la temperatura a 200 ºC y dejarlo otros 30 minutos.

Regar de vez en cuando con el jugo de la fuente.
Pasar las frutas a una fuente de servicio caliente.
Quitar la cuerda del asado y ponerlo en la fuente caliente.


Dejar reposar 15 minutos para que se "asiente".


Servir el cordero en la fuente con las frutas alrededor y el jugo caliente en salsera.