sábado, 1 de diciembre de 2012

Opera en el Teatro Real de Madrid: Boris Godunov


La temporada empezó para nosotros, el pasado 5 de octubre con la ópera Boris Godunov de Modest Mussorgsky.

Boris Godunov es una ópera en cuatro actos y un prólogo, con música y libreto del compositor ruso Músorgski, basada en el drama homónimo de Aleksandr Pushkin, y en la Historia del Imperio Ruso de Nikolai Karamzin, y está considerada la obra maestra del compositor.


Rechazada en un primer momento por la dirección del Teatro Mariinski de San Petersburgo, Músorgski introdujo, entonces, varias modificaciones, como el llamado "acto polaco", con la aparición de un personaje femenino, tanto en la extensión, como en la trama de la obra, que condujeron a que fuera estrenada en dicho teatro el 27 de enero de 1.874.


El compositor Modest Músorgski, había nacido en la aldea Karevo al norte de Rusia, en una región campesina donde se desarrolló su infancia hasta los diez años, y a la cual volvía con frecuencia, durante largas temporadas, para saturarse de la sensibilidad y humor de su pueblo, que evocaba, mas tarde, en sus composiciones musicales.

Para ganarse la vida desempeño además del oficio militar, como oficial de un regimiento, otros trabajos mal remunerados, que le proporcionaban recursos, solamente, para una vida de estrecheces económicas.

Su talento musical lo convirtió en uno de los mas importantes compositores rusos de su tiempo, pero su carácter extremedamente nervioso, y su alcoholismo, murió de delium tremens, acabaron con él a la edad de 42 años.

Aunque la cultura popular musical rusa data de tiempos remotos, la música culta surgió en Rusia en el s. XIX, y en cinco décadas llego a  producir excelentes obras, con gran influencia de los cantos, leyendas y tradiciones musicales del pueblo ruso.

Uno de los mas notables compositores de la corriente nacionalista fue Músorsgki, que pertenecía al llamado "Grupo de los Cinco", Glinka, Borodin, Balákirev y Cuí, que cultivaron con determinación el espíritu ruso.

El argumento de la ópera procede de un episodio de la historia de Rusia,

 A la muerte de Iván IV (1.530-1.584), conocido como Iván el  Terrible, su heredero es un niño, Dimitri, que, según el drama de Pushkin, es asesinado por Boris Godunov, elegido a continuación por los boyardos, nobles terratenientes rusos, como nuevo zar.

                                                                                
El asesinato del niño heredero provoca un intenso sentimiento de culpabilidad en Boris Godunov, al cual finalmente sucumbe.

Mientras, en un monasterio, el monje Pimen escribe la historia de Rusia, y, al conocer el capítulo que redacta: -el asesinato de Dimitri-, su discípulo Grigori, se propone hacer justicia, haciéndose pasar por el desaparecido heredero.

Los polacos, grandes enemigos de los rusos, con el apoyo del rey, los nobles y hasta el Papa, apoyan al falso Dimitri.

Suceden después varias peripecias mas, entre las cuales una princesa polaca, Marina, inducida por los nobles polacos, trata de seducir al impostor.

                                                                               
Boris Godunov, que  ha nombrado a su hijo sucesor al trono, no puede superar sus remordimientos y muere.

El pueblo no escucha el relato del monje Pimen, que ha visto muerto al autentico Dimitri, sino que acepta al falso Dimitri y lo acompaña en su marcha triunfal, hasta ser coronado en Moscú.

El argumento busca la exaltación de los sentimientos nacionalistas del pueblo ruso, en su lucha histórica con los polacos, como consolidación de su identidad.

Músorgski, escribió dos versiones, suprimiendo algunas escenas y modificando otras. La versión que nos ha ofrecido el Teatro Real es la segunda, de 1.874, permitiéndose añadir la escena delante de la catedral de San Basilio, que el compositor había suprimido. Es mas que discutible la actitud actual de los montadores de óperas y directores de orquesta, enmendándole la plana al compositor, circunstancia que me molesta, no es la primera vez que se me ha ofrecido, aunque hay opiniones para todos los gustos.

Había tenido ocasión de disfrutar de esta ópera, en la anterior puesta en escena del Teatro Real, hace cinco años; era la época anterior al "reinado" de Gerard Mortier. También hay que decir que no eran tiempos de vacas flacas, como los actuales, y como mi primera aproximación a la ópera rusa, en una de sus mejores obras, me gustó bastante mas.

No sé porqué los actuales escenógrafos abominan del cartón piedra para las representaciones operísticas y tienden a montajes minimalistas, a veces, casi siempre, "modernizados", sea cual sea el siglo que representa o  la época en que transcurre el argumento.

Pues bien, en esta ópera de Boris Godunov, montanda por el holandés Johan Simons, el escenario está totalmente ocupado por el aborrecido cartón piedra, en una de sus mas feas reconstrucciones, ya que se ha trasladado la acción del s. XVI, a la actualidad.

Bueno, en realidad mas parece tratarse de la Rusia Soviética, ya que la escena está ocupada por una parte de un horrible edificio, de estética comunista, que además de feo, amenaza ruina, pues está desconchado por algunos lados.                                                         

 En el  único momento en que no aparece tal edificio, es en la escena polaca, en la que también luce la austeridad del presupuesto.

 Una gran cortina roja y una mesa componen el mobiliario de dicha escena, con el coro femenino y la princesa Marina, que visten diversos matices del rojo, y va ataviada como alguna de las imagenes religiosas de la Virgen María, que se popularizaron en el s. XVIII.

                                                                     
Con todo la ópera es grandiosa y disfruté bastante con la orquesta, el coro y los cantantes.

La orquesta estuvo a cargo del director alemán Hartmut Haenchen, que con gran pericia puso la orquesta al servicio de los cantantes y del coro, en la rica partitura de Musorgski, muy distinta de la ópera europea.

El protagonista, Boris Godunov, estuvo a cargo del barítono austriaco Günter Groissbök, con una actuación digna, aunque anodina, dadas sus escasas dotes interpretativas.

                                                                               
El resto del elenco tampoco estuvo a mas nivel, exceptuando al bajo Dimitri Ulianov, que interpretó al monje Pimen y fue el mas aplaudido por los espectadores, así como también el coro, siempre magnifico.

                                                                              
Todos los demás personajes fueron interpretados por cantantes rusos, que se desenvolvieron bien en sus respectivos papeles, sin llegar a brillar.

Los aplausos fueron corteses, pero no entusiastas, excepto para Pimen; la orquesta y los coros fueron muy aplaudidos, y se oyeron abucheos para Johan Simons.

Tiempos dificiles para la ópera, pues la bajada del presupuesto hace que se presenten espectáculos pobretones, que no hacen mas que reflejar la situación actual de España.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Sopa de castañas


Ahora que llega el frío, una buena sopa ayuda a confortar el cuerpo.
Está es la época de la recogida de este rico fruto, las castañas, que se puede encontrar facilmente, así que os propongo esta receta.


Ingredientes



250 g de castañas
1 bulbo de hinojo
2 cebollas
50 g de mantequilla
1/2 l de caldo de verdura (puede ser de cubito)
200 g de nata liquida
4 rebanadas de pan
20 g de mantequilla
anisinos (optativo)

Elaboración

Pelar las castañas.(*)
Picar bien el hinojo y la cebolla, previamente pelados.
Reservar las hojitas del hinojo.
Calentar la mantequilla y rehogar en ella el hinojo y la cebolla durante 3 minutos.


Añadir las castañas, el caldo de verdura y la nata.

                                                                               
Cocer a fuego lento 20 minutos.
Pasar todo por la batidora o el pasapures.

                                                                               
Servir la sopa con daditos de pan fritos en mantequilla, anises machacados y tostados y hojitas de hinojo
                                                                              
                                                                           
(*) Como pelar las castañas

Hacer un corte en cruz por la parte abombada de la castaña, utilizando un cuchillo bien afilado.
Disponer las castañas en una bandeja de horno y asarlas a 200ºC, durante 20 minutos, hasta que la cascara se desprenda.


La duración depende del tamaño de las castañas, y por tanto, la indicada en las recetas es solo una guía



                                                                                                                                                     

lunes, 19 de noviembre de 2012

Ávila


Después de estos dos días en Úbeda y Baeza, remontamos al norte, haciendo una parada en Ávila, interesantisima ciudad de la vieja Castilla.

Salimos de Úbeda después de desayunar en la terracita que conociamos, y tras echar una última mirada al campo, donde las filas de olivos se pierden de vista, recogimos nuestros bártulos, nos metimos en el coche y no paramos hasta llegar a Ávila, en cuyo Parador nos hospedamos.

 El Parador de Ávila se encuentra en el restaurado Palacio de Benavides, también conocido como de Piedras Albas.


Era la hora de almorzar, así que hicimos uso del comedor, grande y agradable estancia, con vistas al esplendido jardín del Parador

El Palacio de Piedras Albas, se edifico sobre otro, mas antiguo, que había pertenecido al regidor de la ciudad don Juan de Henao, en el s. XV.


Se encuentra en la zona norte de la muralla, de manera que su fachada forma parte de una de las nueve puertas de la misma: la Puerta del Carmen.


 Desde los jardines del Parador una escalera de piedra permite subir al adarve de las murallas y hasta las almenas del Arco del Carmen.


Después de un buen rato de descanso salimos a conocer lo que pudiéramos; era el mes de junio, el mes por excelencia en estas latitudes para disfrutar de un largo día, ya que la luz dura hasta las diez o mas, y la temperatura es excelente.

Pero antes de recorrer la ciudad sepamos algo de ella.

Ávila está situada a 1.131 m de altitud, siendo la ciudad mas elevada de España, en un promontorio rocoso, en la margen derecha del río Adaja, afluente del Duero, con los picos nevados de la Sierra de Gredos como fondo.

Su nombre proviene de sus primeros pobladores conocidos, los vettones, tribu de origen celtibérico, que le dieron el nombre de Obila -"monte alto"-, descrita por el geógrafo griego-egipcio Ptolomeo en su obra Geographia. Los vettones dejaron testimonios de su poblamiento por toda la provincia de Ávila, destacando las estatuas conocidas como verracos.

La ciudad de Ávila fue una fundación romana, que llamaron también Obila, Abila o Abela, formada casi exclusivamente por el actual casco viejo, que mantiene el trazado típico de las ciudades romanas de contorno regular, con dos calles principales que se cortan perpendicularmente, en cuyo centro estaba el foro.

La ciudad romana rodeada de murallas, con puentes, calzadas, mosaicos y el antiguo foro, Mercado Chico, o Plaza Mayor, son restos que pueden reconocerse hoy día, además de otros elementos arqueológicos, como cerámicas, monedas etc.

A la caída del Imperio Romano, la Península Ibérica fue ocupada por los visigodos, llegando a ser Ávila sede episcopal.

Tras la invasión musulmana, fue llamada Abila, que pronto se convirtió en un territorio disputado continuamente por árabes y cristianos.

Así Alfonso I, el Católico, rey de Asturias y su hijo Fruela I, hicieron frecuentes incursiones, llegando a entrar en la ciudad, para destruir sus defensas, y conseguir botín, y llevándose a gran cantidad de cristianos, para aumentar el número de guerreros y repoblar sus dominios norteños.

Este trasvase de población tuvo importantes consecuencias pues dejó despoblado el territorio de los Campos Góticos, entre el río Duero y la Cordillera Cantábrica, el llamado "Desierto del Duero", que no empezó a poblarse, de nuevo, hasta un siglo mas tarde.

En este desierto estratégico, se suceden las correrías de unos y otros durante los 300 años siguientes, hasta que, en el s. XI,  el rey Alfonso VI, encarga a su yerno Raimundo de Borgoña, la repoblación del centro de la Península, donde se encuentran las ciudades de Salamanca, Segovia y Ávila, con el fin de proteger Toledo, que acababa de conquistar.

La ciudad se desarrolló, tanto durante los reinados de los Reyes Católicos, como de sus sucesores Carlos I, y Felipe II, en cuyo tiempo florecieron las letras y las artes.

 Del s. XVI son  Santa Teresa de Jesús, nacida en 1.515, en la ciudad, y San Juan de la Cruz, nacido en 1.543 en la provincia, dos de los mas ilustres personajes del renacimiento abulense.

Teresa de Cepeda y Ahumada, Santa Teresa de Jesús, fue una monja, escritora, mística y fundadora de la renovada Orden de Carmelitas Descalzas, doctora de la Iglesia Católica, proclamada por el Papa Pablo VI en 1.970, y  una de las glorias literarias españolas.


San Juan de la Cruz, su contemporáneo, fue un religioso, gran poeta místico, y reformador de la Orden del Carmelo, en colaboración con Santa Teresa. Otra de las glorias literarias nacionales


Durante los comienzos del reinado del primero de los Habsburgo, Carlos I, la ciudad tomó parte en la Guerra de los Comunidades, formando la primera junta de Comuneros.

El movimiento Comunero se oponía al aumento de tributos decretado por Carlos I, que quería financiar así su deseo de ser elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, aventura que no tenía ninguna tradición, ni suponía ningún  beneficio para España.

Se ha considerado que esta fue una de las primeras revoluciones burguesas, aunque ciertos elementos hacen que se le vea, también, como un movimiento anti-tributo de carácter medieval.

El pueblo apoyó fuertemente el movimiento Comunero. Aparecieron pasquines en las iglesias donde podía leerrse:

"Tú, tierra de Castilla, muy desgraciada y maldita eres al sufrir que un tan noble reino como eres,                   sea gobernado por los que no te tienen amor" 

En todo caso la guerra duró dos años, al final de los cuales los Comuneros, comandados por los señores Padilla, Bravo y Maldonado, fueron vencidos en la batalla Villalar, y ejecutados.

A partir del s. XVIII, comienza en Ávila una larga decadencia que la dejó casi despoblada, con apenas 4.000 habitantes.

Con la llegada del ferrocarril, en el s. XIX, que hace de la ciudad un nudo importante en la linea Madrid Irún, comienza una lenta recuperación demográfica.

Actualmente Ávila cuenta con cerca de 60.000 habitantes, es una próspera ciudad, cuyo enorme patrimonio histórico y cultural, uno de los mayores de Castilla, ha hecho que sea designada en 1.985 como Patrimonio de la Humanidad, por la UNESCO.

El Parador, nuestro albergue, linda con las murallas en la Puerta del Carmen.

El casco histórico de Ávila está rodeado por la muralla medieval, que constituye el monumento mas destacado de los muchos que tiene la ciudad.

La imponente muralla de Ávila contruída por orden del rey Alfonso VI, a finales del s. XI, tuvo un eminente carácter defensivo, que mantuvo hasta el s. XVI.


Alfonso VI encargó repoblar todos los llamados "territorios de nadie", a su yerno Raimundo de Borgoña, esposo de su hija Urraca, y fortificar varias ciudades, entre ellas Ávila.

 Las obras duraron nueve años, y han sufrido restauraciones y modificaciones, a lo largo de su historia; no fue hasta 1.982 cuando se pudo dejar la muralla libre de las casas adosadas.


En el s. XIX hubo un proyecto de derruirlas, para ampliar la ciudad, pero por fortuna no llegó a realizarse; por el contrario en 1.847 fueron declaradas Monumento Nacional, y preservadas de entonces en adelante. Casi un siglo después, en 1.982, Ávila fue declarada Conjunto Histórico-Artístico y al año siguiente, 1.983 Patrimonio de la Humanidad.


Algunos tramos coinciden con palacios e iglesias, como p.e. el ábside de la catedral, que forma parte de la misma.

La muralla forma un rectángulo orientado de este a oeste, que se construyó aprovechando los desniveles del terreno, con un perímetro de 2.516 m, que ocupa una superficie de 33 ha. Tiene nueve puertas, y en su construcción se emplearon, además de ladrillo, mortero y cal,  materiales procedentes de una necrópolis romana y de las antiguas murallas romana y visigótica.


Cercanos a cada una de las nueve puertas hay uno o varios palacios, a cuyos moradores estaba encomendada la defensa de la puerta.

Bien, pues después de descansar un buen rato y confiando en que el sol se pone tarde en verano, salimos a dar una vuelta por la ciudad, encontrándonos en primer lugar, entre las Plazas de Mosén Rubí y de la Fuente del Sol, la Capilla de la Anunciación, llamada de Mosen Rubí de Bracamonte.


La capilla estuvo adosada al hospital fundado en el s. XV, por doña Aldonza de Guzmán, tía de doña María de Herrera, que, al morir sin sucesión, la legó al sobrino de su difunto marido, Diego de Bracamonte, padre de  Mosén Rubí, que acabó la obra.

 El exterior de la capilla es un rincón de los que hubieran apreciado los románticos del s. XIX, por su magia.

Hay un ángulo recto entre la fachada del antiguo hospital y la de la capilla. La primera de estilo renacimiento y la segunda neoclásico, debido a su reconstrucción en esa época, tras un incendio.

El interior de la capilla de curiosa forma octogonal, es una joya, con un precioso retablo barroco,
                                                                   

 y sobre todo con el imponente sepulcro de doña María de Herrera y su esposo Don Andrés Vazquez Dávila, en mármol
.                                                                        

La capilla, y el convento anejo, que estaban ruinosos, fueron restaurados, en 1.909, por don Fernando de la Cerda y Carvajal, duque de Parcent, familiar de los fundadores.

Tuvimos mucha suerte, pues aunque estaba próxima la hora de cierre, pudimos visitarla dirigidos por una amable monja, que hace de guía.

Todo el entorno está lleno de palacios, que conforman las calles adyacentes.

De allí llegamos a la Plaza Mayor, antiguo lugar del Mercado Chico, que es también como se conoce la plaza.

En el casco antiguo se halla patente el trazado de la ciudad romana, con las dos calles principales, que en el cruce tenían el foro.

En la Edad Media el recinto se destinó a mercado, de ahí su nombre, que corresponde a la actual Plaza Mayor o del Mercado Chico, plaza muy castellana, con los característicos soportales.

En el s. XVIII, los edificios de la plaza amenazaban ruina, por lo cual el concejo convocó un concurso para rehabilitarla, que obtuvo un discípulo del famoso arquitecto Ventura Rodriguez, Juan Antonio Cuervo, en 1.793


El trazado de la plaza, casi rectangular, está presidido por el Ayuntamiento, que con una importante fachada de piedra, tiene tres alturas, sobre recios soportales de piedra, en los cuales se apoyan arcos de medio punto; parece inacabada en uno de sus lados, sobre los que sobresale la iglesia de San Juan, que no permitió, en su momento, que la taparan las plantas de tres pisos, como las levantadas en los otros lados de la plaza.


 Mezcla de estilos, la iglesia de San Juan Bautista es un templo románico, muy modificado en el s. XVI, ya que se había quedado pequeño para las necesidades de la ciudad.


La capilla mayor y el crucero son renacentistas.


También tiene elementos barrocos y herrerianos.

En su pila bautismal fue bautizada Santa Teresa de Jesús.

Al ser esa fecha, la víspera del día de San Juan Bautista, delante de la iglesia estaban preparando la tradicional hoguera, con que se celebra la fiesta del santo y el comienzo del verano.

Seguimos nuestro paseo por la ciudad, viendo sus innumerables palacios, entre los que nos llamó la atención, por ser enorme, el Palacio de los Dávila, poderosa familia local.

El  palacio está adosado a la muralla y  fue mandado edificar por don Pedro Dávila, primer marqués de Las Navas, gran guerrero con mucha presencia en diversas batallas de la Reconquista, durante el s. XIII, aunque se continuó añadiéndole elementos arquitectónicos hasta el s. XVI.


Es un conjunto de cuatro casas que van desde el Alcázar hasta la Puerta del Rastro.

 Junto a la Puerta del Alcázar se encontraba la casa de los señores de Navamorcuende, hoy Palacio Episcopal, contiguo al de los Dávila.

Sobre la portada principal se encuentra el escudo de los Dávila. Los guerreros de este relieve son citados por el escritor Miguel Delibes en su obra "La sombra del ciprés es alargada".


Proseguimos nuestro paseo hasta llegar a la Catedral.


La Catedral del Salvador de Ávila, una de las mas importantes iglesias góticas de España, fue proyectada como templo y fortaleza, siendo su abside parte de la muralla.

                                                                     
Su construcción empezó en el s. XII, cuando la gran empresa de repoblamiento llevada a cabo por Raimundo de Borgoña. Las obras se prologaron hasta el s. XVI, siendo su primer arquitecto el maestro Furchel. 

Está considerada la catedral gótica mas antigua de España, aun con algunos elementos de transición del románico al gótico.


Está rodeada de casa señoriales y palacios, como el de los Velada, el de Valderrabanos, etc. que tenían encomendada la defensa de la Puerta de Los Leales, mas conocida como del Peso de la Harina, la última puerta abierta en la muralla, en el s. XVI, sustituyendo al Portillo de los Obispos.

Esta puerta forma parte de la Casa de las Carnicerías, que data de 1.595, donde se guardaba el "pote de Ávila", una medida de grano utilizada durante siglos.

                                                                                 
Solo pudimos ver la catedral por fuera, pues ya estaba cerrada. Allí se concentraba gran parte del turismo de ese día .

Pasamos fuera de la muralla, para ver las puertas y palacios, como incrustados en ella, y, ya extramuros, encontramos otra de las iglesias emblemáticas de Ávila, la iglesia de San Vicente.



                                                                              
La Basílica de los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta, su nombre completo, está dedicada a estos tres hermanos que sufrieron martirio en Ávila en 304, en época del emperador Diocleciano.


La iglesia es coetánea de la catedral, ya que se piensa que fue construida en el s. XII, por el maestro Furchel, el mismo que diseñó la catedral.


Es una importante iglesia románica de transición al gótico, con elementos de ambos estilos; una auténtica maravilla, tanto por sus formas, finas y elegantes en el pórtico, y sólidas en el resto del edificio, como por la piedra en la que está construida, de color dorado.


Cuando llegamos a ella, la luz era de poniente, que es la mas bonita del día, desde mi punto de vista. Quedamos asombrados de tanta belleza.

Casi enfrente de la iglesia de San Vicente se halla la Puerta de San Vicente, una de la mas impresionantes de la muralla.


La Puerta de San Vicente es la segunda en relevancia de la muralla, después de la Puerta del Alcázar o del Mercado Grande. La puerta con arco semicircular es pequeña, pero los dos torreones que la flanquean tienen mas de veinte metros de altura, y están unidos por un puente de arco de medio punto.

Quedaban muchas maravillas arquitectónicas, religiosas y civiles en Ávila que conocer, pero nuestro tiempo se había acabado.

Todo lo que habíamos visto nos gustó mucho, pero habrá que profundizar en otra visita.

Seguidamente volvimos a la Plaza Mayor y sentados en una terraza tomamos algo, mientras contemplábamos en una pantalla de TV no demasiado grande, el triunfo de la Selección Nacional de Fútbol en el partido Francia- España, correspondiente al Campeonato Europeo de Fútbol, que acabo 0-2.

Esto contribuyó a hacer la velada aun mas agradable.

Volvimos al parador a descansar, pues a la mañana siguiente nos esperaban unos cuantos km, para llegar a casa.