lunes, 15 de abril de 2013

Edades del Hombre. La sede: Oña.

                                                                                     
 El día siguiente el tiempo había cambiado, el día estaba nublado y neblinoso.

El camino desde Poza de la Sal a Oña, de tan solo 13 km, estaba precioso, a pesar de la niebla, ya que el otoño revestía el campo de sus colores, y en esta zona del norte de Burgos hay mucho arbolado, ríos y prados.
                                                                              
Llegamos a Oña, donde ya se notaba cierta actividad en las cercanías del Monasterio de San Salvador, en la que estaba instalada la XVII exposición de las Edades del Hombre, de nombre Monacatus.
                                                                              

 Como es fácil adivinar el tema elegido es la vida consagrada, y para su descripción se han elegido 137 piezas entre las cuales hay cuadros, con representación de grandes pintores como Zurbarán, el Greco o Goya, esculturas, libros, reliquias, etc., repartidos en seis capítulos que analizan la importancia del monacato, tanto en el plano religioso, como su relación con la monarquía, y su relevancia en la formación de Europa, especialmente en el caso de la orden benedictina.

                                                                                 
Además de las piezas que provienen de otras iglesias y monasterios de Castilla y León, de la iglesia del propio monasterio de San Salvador de Oña, se han integrado en la exposición algunos elementos como la sillería, del s. XV, obra de fray Pedro de Valladolid; las pinturas murales que relatan la vida de Santa María Egipciaca, o el crucifijio románico que perteneció a la primera abadesa del monasterio, Santa Tigridia.

También hay una representación de pintores del s. XX, como Vela Zanetti, autor de un gran cuadro que representa a San Benito, el fundador de la orden benedictina, que fue la que permanecio mas tiempo en este monasterio.

Antes de entrar en el monasterio hablemos un poco de Oña.
                                                                                   
                                                                                    
Oña, capital de la comarca burgalesa de La Bureba, con algo menos de 1.200 habitantes, está situada al pie de los montes Obarenes, y se halla surcada por el río Oca, afluente del Ebro.

El nombre de Oña proviene de la lengua que hablaban los autrigones, pueblo celta asentado en estas tierras; la palabra Onna, de la cual derivaría el topónimo, significa fresno, árbol propio de zonas frescas, regadas por ríos, manantiales y fuentes, como es el caso.

Aunque su entrada en la historia se puede situar a medidos del s. VIII, como baluarte norteño contra los moros, no es hasta el s. X cuando aparece en un documento que habla de su alfoz, agrupación de pequeños asentamientos rurales, que pertenecen al concejo de una villa, que se convertirían en la base del Condado de Castilla.

Es, en efecto, el conde Sancho García, nieto de Fernán Gonzalez,  creador de Castilla, el que funda el monasterio de Oña, en el año 1.011, como comunidad dúplice (para ambos sexos), para su hija Tigridia.

Desde esa fecha Oña estuvo ligada a la poderosa abadía benedictina, que con el tiempo se convirtió en una de las instituciones mas influyentes del reino de Castilla.

El esplendor del monasterio llegaría con el rey Sancho III el Mayor, de Navarra, que introdujo la reforma cluniacense y nombro abad a San Iñigo.

El monarca navarro, así como el rey Sancho II de Castilla, reposan en el Panteón Real del Monasterio, junto a condes de Castilla.
                                                                     

Durante la Edad Media el monasterio de Oña fue el mas importante de Castilla;  el poder del abad era autónomo del del rey, y sus dominios llegaban hasta el mar Cantábrico.
                                                                       
La invasión francesa, a comienzos del s. XIX primero, con su cortejo de destrucción y pillaje, y la desamortización del año 1.835, con el abandono del monasterio por parte de la Orden benedictina, tuvo por consecuencia bastantes años de decadencia, hasta que en 1.880 los jesuitas se instalaron en el monasterio y fundaron en él las facultades de Filosofía y Teología

Después de diversos avatares, y tras casi un siglo de implantación, los jesuitas vendieron el edificio a la Diputación de Burgos en 1.967, y sus facultades universitarias pasaron a Deusto, en Bilbao, mientras los fondos bibliográficos, de veintitrés incunables, dos mil libros del s. XVI, y veinte mil volúmenes de los s. XVII y XVIII, pasaron a formar parte de la biblioteca de la Universidad Pontificia de Comillas, en la sede de Cantoblanco.

El Monasterio es un complejo arquitectónico impresionante, en el que se ven las diferentes etapas de construcción y añadidos.

                                                                   
El primer impacto lo produce la iglesia, comenzada a finales del s. XII, con remodelaciones góticas, tanto en la fachada como en el claustro, conocido con el nombre de patio gótico.

Precede a la iglesia una importante escalera,

                                                                                 

que lleva a la fachada renacimiento con las estatuas de los reyes y condes, que ocupan el panteón de la iglesia.
                                                                             
                                                                
Sin embargo, la entrada principal del monasterio es del estilo barroco, realizada en la primera mitad del s. XVII.
                                                                             

En la iglesia, que llama la atención por sus grandes dimensiones, se pueden percibir aun vestigios de su origen románico; el interior encierra numerosos tesoros, tanto en las diferentes capillas y como en la magnifica sillería del coro, de estilo gótico, que tiene a ambos lados el Panteón real y condal, bellísima obra gótico mudéjar, como en la sacristía, de estilo herreriano, con el imponente sepulcro del obispo Pedro López de Mendoza, natural de Oña.

El retablo mayor es barroco
                                                               

 con un arco que da paso a la capilla de san Iñigo, decorada con pinturas de Francisco Bayeu, eminente pintor, cuñado de Goya.

Sería demasiado larga la enumeración de todos los tesoros del monasterio, solo repetir que varios de ellos están integrados en la exposición de las Edades del Hombre.

La vida de Oña siempre estuvo ligada al monasterio y a sus diferentes  etapas.

La sede escogida para esta XVII Exposición de las Edades del Hombre, el Monasterio de San Salvador de Oña, no ha podido ser mas acertada.

El monasterio cumplió su milenio de existencia el año 2.011, y justo es ponerlo de relieve. La exposición es, también, un  homenaje al milenario. 

 El Monasterio es una fastuosa mezcla de románico, gótico, renacimiento y barroco; la exposición solo tiene el "incoveniente",si podemos llamarlo así, de que es mas importante el continente, y el contenido del propio monasterio, que la propia muestra, a la cual completan y acompañan, y conste que esta es sumamente interesante.

Organizada en seis capítulos, con obras venidas desde múltiples rincones de Castilla y León e incluso de fuera, con el tema de la vida monástica en la Iglesia Católica.
                                                                                   


 En las diferentes estancias del monasterio, iglesia, sacristía, sala capitular o claustro están instaladas esplendidas obras de arte de Zurbaran, El Greco, José de Ribera, Berruguete, Gregorio Fernandez o Goya, además de algunas de contemporáneos como el San Benito, de Vela Zanetti, 
                                                                           

entre otros muchos.

                                                                           

                                                               
No solo hay en la exposición esculturas y pinturas, sino también objetos litúrgicos y de uso suntuario como botes y cajas de materiales preciosos y hasta dos espectaculares aljubas (vestidura morisca, también usada por los cristianos), de los s.s. X y XI                                                                         


                                                                             

Paseamos un buen rato por la iglesia, sacristía y el maravilloso claustro gótico, creado por Simón de Colonia.
                                                                                 

                                                                                 

donde hay magníficos sepulcros de algunos obispos
                                                           

con sorprendentes detalles, como este cojín donde reposa la cabeza de un obispo.

Después de un par de horas salimos al exterior, con un buen bagaje de arte e historia incorporados.

Dimos una vuelta por la Plaza Mayor situada al pie de la escalinata del monasterio.

 De forma irregular, tiene todo el encanto de otros tiempos
                                                                   
 
En ella están el Ayuntamiento y la iglesia de San Juan, edificada entre los s. XIII a XVI, muy bien conservada, con portada gótica y torre medieval al lado, restaurada recientemente.

Al lado de la iglesia se conserva el  resto mas importante de la muralla de Oña, el Arco de la Estrella.

Oña tiene otros muchos monumentos, pero, en esta ocasión, solo vimos la Exposición de las Edades del Hombre y la Plaza Mayor, del casco histórico, pues luego dimos un paseo que podríamos llamar campestre, recorriendo parte de lo que fue la propiedad del Monasterio de San Salvador, llamada "Senda de los frailes", pues nos lleva tras los pasos que antaño dieron los monjes benedictinos del monasterio, por el monte, la huerta y los jardines de su propiedad.

Hay en este paseo varios puntos destacables, uno de los cuales es el Mirador de Vista Alegre, desde el que se puede contemplar una completa y bella panorámica del pueblo y del valle del río Oca, pero nosotros íbamos subiendo por una senda trazada entre una frondosa arboleda, en la que predominan los pinos,

                                                                 

aunque también se veían otras especies como hayas, fresnos y tilos, hasta encontrar la ermita de Santo Toribio, una de las tres ermitas que hubo en tiempos, en los terrenos del monasterio.

                           

La construcción de la ermita es, probablemente, de finales del s. XVI o principios del XVII, aunque la devoción a Santo Toribio es mucho mas antigua, ya que está documentada desde el s. XIII.

Tiene un alero para protegerse de la lluvia, e incluso podían alojarse en ella los monjes que buscaban soledad y silencio en su retiro espiritual.

Una gran cerca de piedra, casi una muralla, delimita la antigua huerta del monasterio.
                                                                         

En la parte de abajo, mas cerca del complejo monástico, se encuentra la antigua vaquería del convento, restaurada y llamada Casa del Parque, dedicada a explicar de forma didáctica la biodiversidad y los principales elementos del paisaje.
                                                                                           

Como se acercaba la hora de comer, dimos por acabada nuestra visita a Oña y nos dirigimos a otra de las mas interesantes ciudades medievales de Burgos: Frías.

Pero esta visita quedara para otro capítulo, pues tanto hay que decir de esta importante ciudad medieval que esta entrada se haría, si no, interminable.

lunes, 8 de abril de 2013

Budín de ternera con salsa de aceitunas

                                                                              

El pastel de carne es un plato de la gastronomia y tradición de casi todas las cocinas del mundo. Se sirve, por lo general caliente, aunque tambien se puede servir frio, como fiambre.

 El pastel de carne admite muchas variedades, de las cuales os ofrezco una muy sencilla, que queda muy sabrosa, con el acompañamiento de la salsa de aceitunas. 

Ingredientes
                                                                     


800 g de ternera picada
150 g miga de pan
1/ l de leche
2 huevos
Sal, pimienta, nuez moscada

Para la salsa

                                                                               


50 g de mantequilla
2 cucharadas d4e cebolla picada
1 cucharada de harina
1/ l de caldo
1 vaso de vino de vino de jerez
1/4 k de aceitunas
Perejil

Elaboración

Poner la miga de pan con la leche hirviendo  para que se empape. Reservar.
                                                                           

Mezclar la carne con la miga de pan,  empapada en leche, las yemas, sal, pimienta y nuez moscada.
                                                                 

Se deja reposar un rato mientras se prepara un molde, untado de mantequilla.
Batrir las claras a punto de nieve.
Incorporarlas a la mezcla anterior.
                                                                   


Poner en el horno a 180ºC durante 45 minutos.
                                                                     


Pinchar con una aguja para comprobar que esta hecho, si sale seca.
                                               

Desmoldar en una fuente honda y verter la salsa por encima.


Salsa

Sofreir la cebolla con la mitad de la mantequilla en un cazo pequeño, durante 7 minutos.
Cuando la cebolla empieza a estar transparente, añadir la harina.
Al cabo de 2 minutos o algo menos añadir el caldo y dejar hervir otros 2 minutos.
Agregar una ramita de perejil , el vino de jerez, y las aceitunas y cocer otros 2 minutos.
                                                                         

Apartar del fuego y añadir el resto de la mantequilla.
Utilizar bien caliente.

                                                                         




lunes, 1 de abril de 2013

Exposición Edades del Hombre en Burgos. Primera etapa: Poza de la Sal

                                                                       

 A finales de octubre pasado mi marido y yo visitamos la última edición de la conocida serie Edades del Hombre, promovida por las diócesis de Castilla y León.

En esta ocasión la muestra, con el título de Monacatus, tenia como sede el Monasterio del Salvador en Oña, que este mismo año celebro su milenario.

Bien, pues nuestra base para la visita fue otra población burgalesa, muy cercana a Oña, Poza de la Sal, que bien merece por si sola una visita, de tan interesante y bella que es.

Allí, en un hotelito situado en pleno casco histórico, en la Plaza Vieja, donde antaño se hacia el mercado, nos quedamos dos noches.
                                                               

Desde la ventana de la habitación se podian contemplar los tejados y una amplia panóramica.
                                                                        

El día de nuestra llegada lo dedicamos a conocer Poza de Sal, y dejamos las Edades del Hombre para el segundo día.

Poza de la Sal es una de las muchas ciudades históricas de Burgos, que es tanto como decir de Castilla, dada la importancia que tuvo toda la región en la formación de nuestro país.

La localidad se encuentra en la comarca de La Bureba, con su caserío apretado contra la Peña del Castellar, 
                                                                           

en cuya altura se alza el castillo de Poza de la Sal, desde el que se tienen magnificas vistas sobre el pueblo
                                                                     

 y de toda la Bureba, desde la Sierra de Oña, hasta los Montes de Oca.
                                                                 

La antigua Salionca de los primitivos moradores, los autrigones, cobro importancia con la conquista romana, con la que se convirtió, llamada entonces Flavia Augusta, en uno de los principales productores de sal, elemento indispensable para la conservación de los alimentos.

Después de los romanos, dominaron los visigodos durante 300 años. Tras la invasión musulmana de 711, hubo gran inestabilidad durante la Alta Edad Media, hasta que a finales del s. IX el conde Diego Rodriguez Porcelos,  fue encargado por el rey Alfonso III, último rey asturiano, de la repoblación de la Bureba, en la cual se encuentra Poza.

La historia de Poza de la Sal está estrechamente ligada a la explotación de la mina de sal; durante siglos la propiedad e industria estuvo ligada a diversos monasterios de la región, hasta que estos la cedieron a la corona en tiempos de Alfonso VIII, momento de una segunda repoblación de la localidad.

La organización que establecieron los Reyes Católicos, que duro hasta el s. XIX, beneficio la distribución y comercialización de la sal, con caminos mas adecuados y con mas seguridad.

En el s. XVI  Carlos I crea el titulo de Marques de Poza, para Juan de Rojas, descendiente del primer Señor de Poza.

La explotación de la salina fue convertida en monopolio real por Felipe II, administración que duro hasta la caída de Isabel II, en 1.868.

Digamos ahora dos palabras sobre la extraordinaria mina de sal de la Poza.

La sal era, hasta hace poco, un material precioso como conservante alimentario. A tal punto llegaba su importancia que se utilizaba como forma de pago ya en época romana, siendo, esta práctica, el origen del termino salario.

Hasta la explotación de las minas subterráneas, la producción de sal estaba limitada a la costa y a manantiales salobres, por lo que su posesión era codiciada.

El diapiro salino (nombre de la formación geológica del yacimiento de sal) de Poza de la Sal es el mas grande de Europa, y su formación, como la de las demás minas de sal ha llevado millones de años.

Bien, pues con esta fuente de riqueza que duro siglos, y gracias a su extraordinario entorno, los diferentes dueños de las salinas elevaron un castillo en lo alto del macizo rocoso, de una verticalidad que lo hace inaccesible, para el control de todos los puntos cardinales.

El castillo que vemos actualmente, fue levantado en el s. XIV por la familia Rojas, sobre el anterior castillo del s. IX, construido por el conde Porcelos, al cual se añadieron unas murallas, con lo cual la villa de Poza quedo completamente protegida.
                                                                       

En el s. XVIII el castillo estaba ruinoso, tras sus largos siglos de existencia, pero... fue rehabilitado por las tropas francesas, durante la Guerra de la Independencia, que lo utilizaron para controlar y vigilar una amplia zona. Debe ser de los pocos lugares de España en que el ejercito de Napoleón en vez de destruir, construyo.
                                                                                       

Llegamos a Poza de la Sal pasado el mediodía,  así que después de dejar nuestras cosas en el hotel, salimos a comer, en otro hotel con restaurante, ya que el nuestro no tenia.

Después de una agradable comida, y de un rato de descanso salimos a conocer el pueblo.

El día era magnifico, probablemente el último día bueno en cuanto a temperatura y sol del otoño, ya que en esa comarca la climatología tiende al "pasmo".

La villa es un gran conjunto, que tiene la consideración de Conjunto Histórico-Artístico desde 1.982.

Su trazado refleja el origen medieval, y los restos del castillo, murallas, iglesias, ermitas y el salero, son testimonios de la importancia económica e histórica de la villa durante la Edad Media y la Edad Moderna.

Casi enfrente de nuestro hotel se encuentra la Iglesia Parroquial, dedicada a los Santos Cosme y Damián, principal joya artística de la Poza, declarada Monumento Histórico-Artístico en 1.974; comenzada a construir en el s. XIII, sufriría reformas y añadidos a lo largo de los siglos, que enmascaran su origen gótico temprano.
                                                                 

En la fachada principal, acabada en 1.655, se encuentran las esculturas realizadas por Sebastian López de Frías, de los patronos de la villa, titulares de la iglesia, San Cosme y San Damian, santos hermanos médicos.

En su interior alberga cuadros, esculturas y objetos litúrgicos de gran valor, que no pudimos ver, por estar, casi todos los días de la semana, cerrada.

Seguidamente bajamos por las tortuosas calles del pueblo, llenas de casonas y algún palacio, hasta llegar a la zona de las salinas.

                                                                           

Precediendo a las salinas, se halla un conjunto de lavaderos, abrevaderos y fuentes, que constituyen una de las obras civiles mas importantes de la villa.
                                                   

La obra se realizo en el s. XVIII, aprovechando algunos elementos de la época romana, como el acueducto, el puente y alguno de los manantiales.

Llegamos, a continuación a las salinas, uno de los enclaves mas atractivos, por lo extrordinario, de  la región.

Se trata de un afloramiento salino casi a  cielo abierto, que los pozanos llaman "el Salero" y que forma un gran anfiteatro en cuyo centro se sitúa la Peña Castellar, primitivo asentamiento de Poza.

El complejo proceso de sacar la sal y convertirla en salmuera, seria demasiado largo de explicar; solo diré que en el restaurado Salero, se ven muy bien los estanques para obtener la salmuera y se comprende mejor el proceso.

En la actualidad  las salinas de Poza han perdido su función milenaria, pero constituyen un testimonio único de esas actividades económicas.
                                                                                     

La tarde empezaba a caer cuando llegamos a este entorno, pero con la luz del sol poniente tenia aun mas bonito color. Además el lugar es magnifico con las peñas y roques que las rodean.
                                                                                

Cerca del salero, están todavía en pie, aunque en estado ruinoso, alguno de los almacenes donde se guardaba la sal.

                                                                     
Acabada nuestra visita a las salinas, que nos llevo un buen rato, subimos hasta la puerta de la muralla del castillo, desde la que se tiene una vista a media altura del pueblo.

Tengo que decir que en la restauración de la torre de la muralla me pareció inadecuada una escalera metálica, con baranda de aluminio u otro metal igualmente color acero, que afea el conjunto.

                                                                             
Hay que ver el mal gusto y falta de criterio de los políticos que hoy día se encargan de estos asuntos, (bueno, se encargan de todo), y a pesar de la cantidad de asesores con los que se rodean, acaban produciendo aberraciones.Ya lo he visto en otros monumentos, de otros lugares.

Después volvimos al centro histórico, pasando por el Ayuntamiento, cercano a la iglesia.
El edificio se construyo probablemente en el s. XVI, durante la época de esplendor de la Poza.


Llegamos luego a uno de los lugares urbanos mas atractivos de la villa, la Plaza Nueva construida 1.665 por iniciativa de doña Juana de Rojas, Marquesa de Poza.
                                                                 
El casco antiguo esta rodeado por la muralla medieval, que se conserva en su mayor parte, murallas de cinco metros de altura y dos de grueso,
                                                                 

cuya puerta del Conjuradero, ocupa una de los lados de la Plaza Nueva; el centro de la plaza tiene un bonito quiosco de música, y otro de sus lados, protegido por una barandilla de hierro, se abre sobre La Bureba, ofreciendo una magnifica panorámica.

Varios palacios ocupan los laterales de la plaza; son las casas de las familias ilustres de la villa, como los Gutierrez-Salazar, los Muñoz de Velasco, etc.
                                                               

Y hablando de personajes importantes naturales de Poza de la Sal, tengo que citar al mas conocido en toda España, el tristemente desaparecido, hace ya unos años, Félix Rodriguez de la Fuente, médico y biólogo autodidacta, naturalista y defensor de la naturaleza, a través de su trabajo como realizador de documentales para la radio y la televisión, entre los que destaca la serie El Hombre y la Tierra, que se emitió por TV1 entre 1.974 y 1.980.

Su gran carisma ha perdurado, a pesar del tiempo transcurrido desde su muerte, sucedida en Alaska, E.E.U.U., en 1.980, en un accidente aéreo, mientras realizaba una filmación para un documental, en compañía de dos colaboradores y el piloto del avión. Todos perecieron.
                                                               

Pues bien, llegamos a la Plaza Nueva y disfrutando de la templada y soleada tarde estuvimos un buen rato contemplando el amplio paisaje de la Bureba.

Unas tapas en un bar cercano nos sirvieron de cena.