domingo, 8 de septiembre de 2013

Antequera

                                                                                  

 Para esta excursión a Antequera, que nos iba a llevar medio día, salimos antes de las 9, con un tiempo fresco pero despejado; ayer llovió por dos días, pero hoy teníamos suerte y no llovía, ya que en nuestro destino las vistas panorámicas, tanto del campo como de la ciudad, son parte importante de la visita.

Atravesamos los Montes de Málaga, siguiendo el curso, ahora a un lado, luego al otro lado de la carretera, del río Guadalmedina, pequeño, y turbio en esta época, debido a las frecuentes lluvias invernales. 

Antequera, situada al norte de la provincia de Málaga, en la comarca de la Vega de Antequera,  se encuentra en el centro de Andalucía, donde confluyen las principales vías de comunicación entre las cuatro grandes ciudades andaluzas, Málaga, Córdoba, Granada y Sevilla; con cuatro aeropuertos a una hora de distancia y  comunicada con el puerto de Algeciras por vía ferroviaria, se perfila como  gran centro logístico, con varios parques empresariales. Además la comarca regada por el río Guadalhorce, tiene una próspera agricultura, donde se cultivan olivares, hortalizas y cereales

La geografía de la Vega de Antequera es variada, debido a su situación entre dos grandes unidades de relieve, las Cordilleras Subéticas y el Surco Intrabético. La mayor parte del territorio se extiende por la llanura que forma la Depresión de Antequera, en la que se asientan la mayoría de los núcleos urbanos, incluida la propia Antequera.

Como se puede ver la llanura es extensa y ofrece un esplendido paisaje.

           
 Una de las mayores curiosidades geológicas, aunque no la única, es la Peña de los Enamorados, gigantesca  roca solitaria, de 880 m de altura y naturaleza caliza, que parece la cabeza de un indio tumbado, por lo que también es conocida como "El Indio de Archidona"; su primer nombre procede de la leyenda de unos amores entre un cristiano y una princesa mora, que, al ser acorralados, mientras los perseguían los soldados enviados por el padre de ella para capturarlos, prefirieron arrojarse de la Peña y morir juntos, antes de verse separados.


 La Peña se divisa desde cualquier punto de Antequera, y, por decirlo así, preside toda la llanura.
                                                                       

Por citar otra formación geológica, en el entorno de Antequera destaca el Parque Natural de El Torcal, famoso por las caprichosas formas de sus rocas calizas, que conforman uno de los paisajes kársticos mas grandes e importantes de España y de Europa.

 Antequera, tiene una historia muy antigua, precedida de una Prehistoria con unos ricos e interesantísimos restos arqueológicos de los primitivos pobladores, que ocuparon la zona entre 4.000 y 2.000 años a.C., y que han dejado los dolmenes de Menga, Viera y El Romeral, al lado de la ciudad, sobre los que volveré a hablar.

Seguramente el territorio fue poblado por íberos, fenicios y cartagineses, aunque fueron estos últimos los que han dejado restos arqueológicos en Cerro León.

A los cartagineses les sucedieron los romanos, que le dieron el nombre de Antikaria y la convirtieron en un importante centro económico, sobre todo para la producción y exportación del aceite de oliva. De esta época quedan unos baños romanos, excavados en el suroeste de la ciudad y la escultura del efebo de Antequera, datada en el s. I d.C.
                                                                       
La ciudad fue destruida durante las invasiones germánicas y no resurgió hasta la invasión musulmana, llamándose entonces Medina Antaqira, fortificándose, durante esa época, con una alcazaba y una muralla defensiva.

La reconquista de la ciudad, muy importante en la progresión de los cristianos hacia el reino de Granada, estuvo a cargo del infante Fernando de Castilla, regente de la misma durante la minoría de su sobrino, el futuro rey Juan II, que ha pasado a la historia como Fernando el de Antequera y que después de la muerte de rey de Aragón, Martín I, su tío, sin descendencia, gano entre otros seis aspirantes la corona, en el llamado compromiso de Caspe, jurado en 1.412 como Fernanando I de Aragón.

La campaña guerrera duro de abril a septiembre de 1.410, cuando los moros capitularon.

Una vez concluida la reconquista por los Reyes Católicos, la ciudad tuvo un gran desarrollo tanto económico como demográfico, por su privilegiada situación como encrucijada de las principales rutas comerciales.

Los s.s. XVI, XVII y XVIII fueron de prosperidad y esplendor para Antequera, con aumento de la población y construcción de conventos, iglesias, palacios y casonas que la convierten en una ciudad monumental.

En el s. XVIII se desarrolla en Antequera una floreciente industria textil, basada sobre todo en la lana y en menor medida en la seda, por lo que se le concede el título de "Real Fabrica de Lanas, Paños y Bayetas".

La invasión del ejercito francés de Napoleón, en 1.810, significo, como en el resto de España, un desastre completo por las destrucciones, expoliaciones, y demás actos de guerra y de saqueo que se perpetraron durante los dos años de ocupación.

Otras causas, como las epidemias, y la perdida progresiva de la industria textil, que fue acaparada por la incipiente industria textil catalana, contribuyeron a su decadencia en el s. XIX.

En el s. XX no mejoro la situación en que había quedado Antequera, produciéndose tras la Guerra Civil  (1.936-39) una intensa emigración, favorecida  por los poderes públicos.

 Hoy día, recuperada de esos avatares históricos, es una ciudad monumental, con gran patrimonio histórico y artístico de gran valor.

Su población es de cerca de 42.000 habitantes, y sus expectativas económicas y sociales halagüeñas.

Empezamos nuestra visita por la zona arqueológica, compuesta por los dolmenes y la necrópolis, el conjunto megalítico mas grande de Europa, con unos 5.800 años de antigüedad.

De los varios dolmenes, el mas destacado es el Dolmen de Menga, por su tamaño y estado de conservación; ocupa un ligero promontorio sobre el que se excavo una fosa, que se convertiría en una cámara sepulcral.
                                                                       

 Su grandiosidad reside en su propia arquitectura y en el enorme tamaño de las losas que forman el dolmen, tanto las de la pared, como el techo, que precisó de pilares para sostenerlo.
                                                                            

Muy cerca está el Dolmen de Viera, que data de la misma época, con una galería cubierta que comprende un largo corredor de acceso a una puerta horadada en el roca, por la que se entra a la cámara, también cubierta por una enorme losa.

                                                                           

Desde la zona de los dólmenes se tiene un estupenda vista de la Peña de los Enamorados. Se puede especular sobre la magia, y el significado religioso que podía tener tan extraordinaria formación geológica, para los hombres de hace casi 6.000 años.

Dejamos a continuación la Prehistoria, para sumergirnos en la Historia, recuerdo de la cual Antequera tiene muchos y grandes monumentos. De hecho es una de las ciudades con mayor patrimonio artístico de Andalucía, y conste que en esa región de España hay mucho, muchísimo.

Subimos seguidamente, en el bus, a la parte alta de la ciudad y desde al allí, según íbamos bajando por sus empinadas calles, contemplábamos el castillo, termas romanas, murallas, iglesias y conventos, etc., hasta llegar al centro de la ciudad,  la Plaza del Coso.

Pero vayamos bajando poco a poco.

A veces se dice que Antequera es la ciudad de España con mas iglesias y conventos. Esto es fruto de su condición de villa fronteriza con los dominios musulmanes, que hizo a las ordenes religiosas establecerse en este territorio, fundando mas de treinta templos y conventos.

La parte mas alta de la ciudad está presidida por la Alcazaba, fortaleza de origen romano, posteriormente  utilizada por visigodos y agarenos, que conserva parte de su muralla, y varias torres, entre las que destaca la Torre del Homenaje, conocida también, como de Papabellotas. Esta torre edificada en el s. XIII, fue coronada con un campanario, que alberga la campana de la ciudad. desde 1.582.
                                                                  

En el lugar donde teníamos esta vista de la Alcazaba, se encontraba una de las muchas iglesias de Antequera, la Iglesia de Santa María de Jesús, en la que entramos.
                                                                            

La iglesia se construyo entre 1.527 y 1.615 ; formaba parte del Convento de los Terciarios Franciscanos y fue destruida en gran parte durante la invasión francesa de Napoleón, que, por cierto, no dejo ninguna parte de España sin arrasar, salvándose en esta iglesia solamente la Capilla del Socorro.
                                                                 

La iglesia ha sufrido numerosas reconstrucciones y reformas, pero la Capilla Mayor con el camarín de la Virgen del Socorro es una verdadera joya, decorada con preciosas yeserías, y columnas renacentistas.

También tiene interesantes esculturas y cuadros.

Después de recorrer el camarín, por detrás de la imagen de la Virgen, y admirar su decoración seguimos hacia otra cercana capilla, la Capilla de la Virgen del Socorro, edificada en 1.715, de original arquitectura, en la que se han empleado, piedra, ladrillo y partes encaladas. La capilla ha tenido cambios y reformas a lo largo de los siglos, la última en 1.963.
                                                                             

Seguimos bajando por las empinadas calles,
                                                 

hasta llegar al mas importante monumento de Antequera, la Real Colegiata de Santa María la Mayor;
                                                                                

la construcción de la colegiata se realizo entre los años 1.514-1.550, a iniciativa del Obispo de Málaga, Diego Ramírez de Villaescusa, que consideraba que el gran aumento del vecindario de Antequera, tenía que disponer de una gran iglesia, y obtuvo del Papa Julio II, en 1.503, la bula o permiso, para levantar la Colegiata.

Obra del arquitecto Pedro del Campo, constituye un primer ejemplo del estilo renacentista, cuando en España todavía imperaba el gótico. La fachada de sillería fue construida con piedras procedentes de Singilia Barba, importante ciudad romana de la época imperial, localizada al noroeste de Antequera.


Es sin duda el edificio renacentista mas importante de la ciudad. Tiene un impresionante fachada, que recuerda un arco triunfal, con clara inspiración italiana. La torre del lado derecho fue añadida en el s. XVII; tanto torre como espadaña no sintonizan con el estilo del resto del templo.

Por estar cerrada solo vimos el exterior, pero verdaderamente, eso solo, vale la pena.

Para acceder a la gran plaza de la Real Colegiata hay que atravesar el Arco de los Gigantes, levantado por iniciativa municipal en 1.585, evocando los arcos de triunfo del imperio romano y dedicado al rey Felipe II.
                                                                         

Al pie de la Colegiata, en un terreno mas bajo se hallan las ruinas de la Termas Romanas, descubiertas en 1.988, que confirman el pasado romano de Antequera.
                                                                        

Las termas datan del s. I  y estuvieron en uso hasta el s. VIII. Realizadas con grandes sillares y piletas recubiertas de mortero hidráulico (Opus signimun), con un exterior revestido de mármol.

Contemplamos una pequeña muestra del gran yacimiento arqueológico desde la plaza de la Colegiata.

De las muchas iglesias y conventos de Antequera, vimos las torres y campanarios desde la parte alta, para detenernos en pocas, una de ellas fue la Iglesia de San José, joya arquitectónica, en la Plaza de las Descalzas, al lado del Museo Conventual de la Descalzas, que ocupa el antiguo convento de Las Carmelitas Descalzas.

Las carmelitas llegaron a Antequera en 1.632 para fundar el convento, bajo el patrocinio de doña María de Rojas y Padilla, aunque la actual iglesia no se edifico hasta 1.707, durando su construcción hasta 1.734.

En el exterior, que fue lo que vimos, destaca su maravillosa fachada barroca, atribuida a Tomas de Melgarejo, en la que se combinan la piedra caliza roja y gris, con la piedra arenisca y el ladrillo tallado.
                                                                      

Íbamos llegando ya al centro de la ciudad, lleno, también, de iglesias y conventos, hasta encontrarnos en la Plaza de San Sebastian, con fuente y el Arco del Nazareno al fondo.
                                                        

La capilla que corona el Arco del Nazareno, es de las llamadas capillas callejeras, muy frecuentes en Andalucía, situadas en las puertas de entrada y salida de las ciudades. En este caso la capilla es muy importante, ya que se encuentra en donde se unen la ciudad alta con la baja, de la que salen las calles que conducen a la salida de la población y servía al caminante para encomendarse a la protección divina.

El primer arco fue construido en el s. XVIII, siendo sustituido por otro, ya que amenazaba ruina, en 1.963.

Bajando siempre, pasamos por delante de la iglesia de San Agustín, uno de los templos mas antiguos de Antequera, que fue también convento.

Construido entre 1.550 y 1.566, queda del convento la iglesia, de estilo manierista, con curioso balcón, que recuerda mas un palacio que una iglesia, y torre peculiar al estar situada en medio, entre contrafuertes.

A lo largo de su dilatada historia, han sufrido remodelaciones y restauraciones tanto la iglesia como la torre; la torre recientemente en 2.012.
                                                                                 
                                                                
Estábamos en pleno centro histórico, así que seguimos por la calle Infante Don Fernando, la calle principal, donde está el Ayuntamiento, cuyo nombre rinde homenaje al conquistador de la ciudad, desde la cual se tiene una bella estampa de la fuente, de la Alcazaba y de la propia calle.
                                                         
                                                             
Por último llegamos a la Plaza del Coso Viejo, antigua Plaza de las Verduras, por el mercado al aire libre que en ella se instalaba.
                                                           

Remodelada recientemente, la preside en el centro una estatua ecuestre del Infante Fernando de Castilla, conocido como Fernando el de Antequera, conquistador de la ciudad, y mas tarde rey de Aragón, como Fernando I.

Hay una fuente en el fondo que representa a los cuatro elementos, agua, tierra mar y aire y la rodean dos esplendidos edificios, el Palacio de Nájera, hoy día dedicado a Museo Municipal y el Convento de Santa Catalina de Siena.

El Palacio de Nájera perteneció a la familia Eslava, que lo mando construir en el s. XVIII. Tiene una bella fachada de ladrillo, en la que destaca la torre mirador.
                                                               

En cuanto a la iglesia del  Convento de Santa Catalina de Siena, propiedad de la orden religiosa de las Dominicas, es de una hechura muy repetida tanto en España como en América, con una fachada de gran sencillez, en la que destacan sus distintos elementos, como una torrecilla, que sería agregada mas tarde y desentona un tanto, las altas celosías y la gran portada.
                                                                             

Todos estos elementos hacen de la plaza del Coso Viejo un  lugar bello y armónico.

Aquí había acabado nuestra visita, no por cierto exhaustiva, pero sí para darnos una idea de esta monumental ciudad.

Enfrente de la plaza encontramos un café, muy concurrido en esos momentos, pues era la hora del aperitivo, donde descansar y probar algún bocado de la zona, con el rico vino de Málaga.

domingo, 1 de septiembre de 2013

De Torremolinos a Benalmadena. Espectaculo flamenco

                                                                             
Hoy no teníamos ninguna excursión programada, así que decidimos dar un paseo largo, que nos iba a llevar hasta Benalmadena, población a unos 7 km de Torremolinos, de la cual habíamos oído hablar elogiosamente.

Salimos pues del hotel, situado en la parte alta de Torremolinos, y caminamos hasta la calle San Miguel, la principal arteria comercial, con tiendas de gran variedad y bastantes bares, con sus correspondientes terrazas.

Después de la Torre Pimentel, el único, se puede decir, resto de la época nazarí, llegamos a las escaleras que, dando vueltas y mas vueltas acaban en el paseo marítimo. En esa bajada, cerca ya de la playa, donde empezó la historia moderna de Torremolinos, y de su época hippie, y otros movimientos pasados, quedan algunos hostales y pensiones, que seguramente se vieron concurridos por los primeros usuarios de la libertad, sexual y otras, sin cortapisas, allá por los años 70 del siglo pasado.

Nuestro primer paseo nos había llevado hacia la izquierda, hasta el limite de Torremolinos; en esta ocasión fuimos hacia la derecha en dirección Benalmadena, como era nuestra intención.

Como la distancia a pie entre una y otra población es de poco mas de 7 km, calculamos 1 hora y cuarto para llegar, andando a buen paso.

Atravesamos la Playa de la Carihuela, doblamos por el pequeño cabo que conforma la bahía de Torremolinos y después de un par de curvas entramos en un largo paseo lineal con tiendas y bares, juntos unos a otros o alternándose, durante todo el recorrido. La oferta es enorme, pero por ser invierno durante nuestra estancia, el publico era escaso; extranjeros, sobre todo los que parecían ingleses de bastante edad, eran los mas frecuentes paseantes o consumidores.
                                                                 

Después de otro pequeño saliente de la costa entramos en el siguiente tramo, que nos llevo hasta Benalmadena.

Por ese lado el Paseo Marítimo ya no es tan lineal sino que a veces tiene escaleras, entrantes y salientes, es, en suma, mas variado.


Ya en Benalmadena, uno de los emporios turísticos de la Costa del Sol, encontramos una torre de vigilancia, de las que se hicieron en los siglos XVI y XVII, siglos de gran piratería por estas costas.
                                                                  

Y enseguida llegamos a una de las atracciones mas publicitadas de esta población, su puerto deportivo, Puerto Marina.
                                                          

Este puerto deportivo de lo mas emblemático, utilizado y visitado de la Costa del Sol, es obra del arquitecto español Eduardo Oria (Valencia, 1.942), inaugurado en 1.979 y terminado en 1.995.

El director del Banco Fribor, Mark Faber, encargado de financiar el proyecto, pidió a Oria "una arquitectura nueva, que se conociera en todo el mundo, y que no pudiera confundirse con otro puerto".

Así que Oria realizo un proyecto con influencias hindúes, árabes y mediterraneas, que resulto sumamente original.
                                                                         


 Sus islas artificiales le dan un atractivo especial y están integradas en un paisaje, ya de por si esplendido, que ha sido reconocido mundialmente, sobre todo entre el turismo europeo.

                                                    
Tiene una gran capacidad, con mas de mil cien puntos de atraque, para embarcaciones de hasta 35 m de eslora y un calado de 5 m. En Puerto Marina se pueden contemplar gran cantidad de magníficos yates, aunque tengo que decir que los que vimos en Puerto Banus, los superaban.

Alrededor del puerto deportivo se encuentran establecimientos comerciales y de restauración en gran número, y para todos los gustos.

Una vez contemplado Puerto Marina, y paseado por sus pasarelas y arcadas, regresamos por el mismo camino a Torremolinos.

Por la noche asistimos, en el cercano Alhaurin de la Torre, a un espectáculo de Danza española y Flamenco, en el restaurante de José Luis El Segoviano.
                                                           

Este local fundado en 1.997 por José Luis Encinas, profesional del sector con muchos años de experiencia, se habilita para espectáculos de baile español y flamenco.

Después de ocupar nuestros asientos y con la bebida elegida y servida por unas solicitas camareras,  nos dispusimos a contemplar el espectáculo, que consistió en una primera parte de danza clásica española, que desenvolvieron de manera aceptable, aunque no excelente,
                                                                 

y una segunda parte de flamenco puro, que fue mucho mejor que la primera, puedo decir que muy buena, con la disfrutamos mucho.
                                                                                                                                          

Día y noche bien aprovechados.

jueves, 22 de agosto de 2013

Lubina al horno

                                                                     

 Desde hace, se puede decir milenios, la lubina ha sido considerada un pescado de lujo, de fino sabor y agradable textura.

Hoy día podemos distinguir tanto en tamaño, como en precio, la lubina salvaje, un pez grande y caro, de la lubina de estero, ejemplares que solo llegan al medio quilo de peso, y de precio mas asequible. Esta última debido a su tamaño tiene mas espinas y quizás algo menos de sabor, pero resulta muy agradable de comer y se puede preparar como la otra. Hoy he hecho una lubina al horno con patatas y verduras. Espero que os guste



Ingredientes                                                              


2 lubinas de 1/2 k cada una.
1/2 k de patatas
1 pimiento verde
1 tomate
1 cebolla
2 dientes de ajo
2501 ml de sidra
250 ml de caldo de pescado
aceite de oliva
Sal

Elaboración

Pelar y cortar las patas en rodajas finas, así como la cebolla, el tomate y el pimiento también en rodajas, aunque algo mas gruesas.

Regar con un chorro de aceite, salar y poner todo en la bandeja del horno, así como los ajos en laminas y el caldo de pescado.

Hornear a 180ºC durante 20-25 minutos.

                                                                 


Limpiar las lubinas, hacer unos cortes en el loma, salarlas y colocarlas encima de la verdura.

                                                                       

Verter la sidra encima y hornear otros 8-10 minutos.

                                                                             

Servir el pescado con las patatas y verduras alrededor. Echar por encima el jugo de la bandeja de horno.