lunes, 15 de diciembre de 2014

Viaje con el Imserso a Levante: Castellón. Llegada a Peñiscola

                                                                         

A principios de este año, que ya va a terminar, hicimos nuestro viaje anual con el Imserso. Como ya he dicho voy con retraso en mis relatos, pero poco a poco iré contando lo que recorrimos y visitamos en esos días, muy interesantes como los anteriores.

En esta ocasión estuvimos dos semanas en Peñíscola, que no conocíamos anteriormente.

El traslado en avión fue vespertino, por lo cual llegamos ya de noche al aeropuerto de Valencia.

Castellón, capital de la provincia donde se encuentra Peñíscola, tiene un aeropuerto nuevo, sin estrenar cuando estuvimos nosotros allí; aunque inaugurado oficialmente en 2.011, sigue sin tener actividad comercial ninguna, ya que en él solo han  aterrizado algunos vuelos de prueba.

Creo que después de resolver innumerables tramites burocráticos y sobre todo económicos, se espera que pueda funcionar a partir de la Semana Santa de 2.015.

Hubiera sido estupendo que este aeropuerto estuviera operativo cuando nuestra visita, pues nos hubiera ahorrado las dos horas que utilizo el autobús desde Valencia a Peñíscola, y esto es solo un pequeñisimo detalle de los trastornos e inconvenientes que tiene el hacer una obra tan costosa y no utilizarla, pero, obviando este pequeño inconveniente para nosotros, llegamos a Peñíscola, al estupendo Hotel Peñíscola Plaza, donde nos esperaba una somera cena fría, ya que el bufet del comedor llevaba varias horas cerrado.

El hotel es una magnifica y enorme instalación donde nos fue adjudicada, no una habitación, sino una suite, es decir dormitorio, amplio saloncito e incluso terraza, que daba a una especie de patio rectangular largo y ancho. Por un lado se veía, a lo lejos, un trozo de mar y playa, y por el otro el campo de alcachofas, que estaba al otro lado de la carretera que pasa delante del hotel.

 Hay que saber que las alcachofas son actualmente el cultivo"estrella" de esta zona, con etiqueta de denominación de origen de Benicarlo, y por cierto en los días que estuvimos por allí se celebraba un festival gastronómico de tan exquisita verdura.
                                                                             
                                                                   
En efecto, el hotel está situado en una zona que, hasta la construcción del mismo, era eminentemente rural, a unos 4 km del centro de Peñíscola, muy cerca del límite de la población siguiente, Benicarlo, de la que lo separan bastantes menos kilómetros; su alta y gran silueta se eleva entre playa y campo, sin nada mas alrededor.

Por suerte y previsión del los municipios de la zona, un autobús interurbano, que pasa cada media hora por delante del hotel, va de Peñíscola hasta Vinaroz , comunicando todos los pueblos de este recorrido de la Costa Azahar.

El día siguiente también fue bastante doméstico, pues por la mañana se nos explico el programa de excursiones; en él ya pudimos comprobar que no todas las posibles estaban disponibles, ya que en enero viaja menos gente y el cupo mínimo de 30 excursionistas, no esperaba cubrirse.

El día estaba lluvioso, no escampo hasta por la tarde, en la que, después de comer recorrimos un buen trecho del paseo marítimo en dirección a Peñíscola.

Esta, como otras aglomeraciones turísticas del Levante, ofrece en casi toda la extensión del paseo, que es de aproximadamente de 4 km, desde el hotel hasta el pueblo, el aspecto de una ciudad fantasma en estas fechas; grandes edificios, que forman enormes manzanas, de seis o mas  pisos, cerrados, es como una muralla; de vez en cuando en alguno de ellos se ve una persiana subida y alguna silla en la terraza-balcón, puede que sea de un residente, habitante regular de la zona.

Todos los negocios, tiendas, bares, restaurantes, gimnasios, etc. están cerrados. El gasto que todo esto produce corre, seguramente, a cargo de los propietarios de los pisos, que sean usuarios de los mismos o los alquilen, tienen que pagar todos los gastos, impuestos, comunidad, reparaciones, para usarlos entre dos a tres meses al año, como mucho.

Pero...así se ha desarrollado el país, a base de ladrillo, cemento y compradores de apartamentos de veraneo.

Hasta hace unos cuantos años, puede que quince, la Playa Norte de Peñíscola tenía una longitud de alrededor de dos kilómetros, en la bahía que forma el pequeño istmo, donde se encuentra el casco antiguo, hasta que se amplio hasta Benicarlo, añadiendo a la costa arena, contando ahora con cerca de diez km., que forman una playa enorme y muy bien acondicionada.

Caminamos a buen paso por espacio de dos horas entre ir y venir, por el esplendido paseo marítimo, con el fondo del castillo de Peñíscola, una de las grandes atracciones del lugar, del cual hablare otro día.
                                                                     

El mar estaba en calma, había dejado de llover y el sol estaba presente, y a pesar de ser invierno sus rayos nos acariciaban y un ligero calor nos confortaba.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Tronco de Navidad de chocolate con nata, frambuesas y nueces

                                                                       

Delicioso postre que combina los varios elementos, chocolate, frambuesas, nata y nueces, de una manera agradable y ligera, y propia para las fechas navideñas que se acercan.

Ingredientes
                                                       
                                                  
Para el bizcocho

4 huevos
85 g de
azúcar
20 g de harina
10 g de maizena
20 g de cacao en polvo

Para el relleno
250 g de nata de montar
150 g de frambuesas
60 g de nueces
40 g de azúcar

Elaboración

Poner la frambuesas a macerar con un vasito de coñac, u otro licor de alta graduación.

Precalentar a 220ºC durante 15 minutos-

Separar las yemas de las claras y reservar estas últimas

Batir las yemas con el azúcar.
                                                         

Montar las claras a punto de nieve.
                                                                         

Incorporar las claras montadas a la mezcla de yemas y azúcar.

Tamizar, sobre esta mezcla la harina, el cacao y la maizena y remover

Extender la masa sobre la bandeja del horno forrada con papel sulfurizado, nivelarla y cocerla, en el
horno precalentado, 6 u 8 minutos.

Extender un paño húmedo y bien escurrido en la mesa, espolvorear con 25 g de azúcar y volcar encima la plancha de bizcocho.
                                                                                       

Despegar el papel superior, enrollar el bizcocho y dejar enfriar.
                                                           
Para el relleno:
Montar la nata.
Picar las nueces.
Mezclar con la nata montada y añadirle la tres cuartos de las frambuesas maceradas.

Desenrollar el bizcocho y extender una capa del relleno.

Enrollarlo, envolver en film y dejarlo en la nevera al menos 1 hora.

Retirar el film, espolvorear con azúcar glas y decorarlo con las frambuesas reservadas
                                                                         


                                                                                           
                             

lunes, 1 de diciembre de 2014

Opera en el Teatro Real de Madrid: El elixir de amor

                                                                                 

Hace ya muchos meses comenzó la temporada de ópera 2013-2014 en el Teatro Real de Madrid, con la preciosa ópera " El elixir de amor". Asistimos a la representación del día 7 de diciembre, y a poco no llegamos, pues caminar deprisa por Madrid en tales fechas es casi temerario, por la cantidad de gente que hay en todo el centro de la capital.
                                                                             

Ya había tenido ocasión de ver, hace años, esta ópera, una de las mas, si no la mas representada del
compositor, que tiene una de las arias mas famosas, bellas y emocionantes del bel canto: "Una furtiva lacrima".

El elixir de amor es una ópera cómica en dos actos del compositor italiano Gaetano Donizetti (1.797-1.848) con libreto de Felice Romani, estrenada en el Teatro de la Cannobiana de Milán, el 12 de mayo de 1.832.

Donizetti fue contratado por el empresario del teatro para escribir una ópera en dos semanas. A pesar de la premura del encargo, el resultado obtenido entre compositor y libretista fue un éxito desde el primer momento, y se podría decir que hasta nuestros días.

Donizetti uno de los tres compositores, máximos representantes del bel canto, junto a Rossini y Bellini, nació en una zona suburbana de Bergamo, Borgo Canale, siendo el tercero de los hijos de una familia pobre, sin tradición musical,

Sin embargo recibió instrucción musical del párroco de la principal iglesia de Bergamo, el alemán afincado en Italia, Johan Simon Mayr, compositor, él mismo, de óperas exitosas, que tenia una escuela de música en Bergamo, Lezione Caritatevoli, en la cual Donizetti obtuvo una beca. Su formación musical integral incluyo el arte de la fuga y el contrapunto, que propiciaron su carrera operística.

Después de algunas composiciones menores y de tres óperas, el importante empresario de teatros Domenico Barbaia le ofreció un contrato para componer en Nápoles, a lo que siguieron obras compuestas en Roma y Milán, hasta llegar a la enorme cifra de 75 óperas relizadas en 12 años, que fueron éxitos populares, aunque no tanto de crítica.

El año 1.830 supuso su reconocimiento universal, al ser premiada, en Milán, su ópera Ana Bolena, lo que lo condujo a hacerse famoso en toda Europa.

Poco después, en 1.832 compuso El elixir de amor, considerada una obra maestra de la ópera cómica.

Sin embargo Donizetti, con toda su fama, tuvo una vida que podemos calificar de desdichada.

Tuvo, con su esposa Virginia Vaselli, tres hijos que murieron en la infancia; sus padres y esposa murieron con menos de un año de diferencia, y a partir de 1.843 los efectos de la sífilis que padecía, se mostraron evidentes, llevándole, finalmente a la locura.

 Bien, pues con el encargo del empresario del Teatro de la Cannobiera de Milán de componer una opera en dos semanas, se reunieron Donizetti y Felice Romani libretista, colaborador asiduo del compositor.
                                                                         

Felice Romani (1.788-1.869), poeta, profesor de literatura y mitología y libretista, se inspiro para el tema, nada original, del filtro de amor, en otro libreto del dramaturgo francés Eugène Scribe,
para la ópera del compositor Daniel Auber "El filtro", que, a su vez, había sacado el argumento de la obra del mismo título de Silvio Malaperta, traducido del italiano al francés por Stendhal.

La obra salida de la colaboración entre Donizetti y Romani alcanzo inmediatamente el éxito, ya que combina su maravillosa música, con una historia sencilla, aunque de contenido profundo, respecto al estudio de la naturaleza humana, inspirada por los personajes de la comedia del arte.

Adina, muchacha bonita, rica y un tanto frívola tiene dos enamorados, el desenvuelto sargento Belcore, con el que coquetea y el tímido campesino Nemorino, que esquiva.

Estando todos presentes ella cuenta la historia de Tristan e Isolda, cuyo destino sello un filtro de amor, relato que produce gran interés en Nemorino.

Al poco llega al lugar un charlatán, Dulcamara, que se llama a si mismo doctor, vendiendo, precisamente, un filtro de amor. Es lo que ha estado esperando Nemorino, que usa su poco dinero en comprar una botella del brevaje, que, él no lo sabe, no es mas que vino barato.

Impulsado por sus deseos amorosos sobre Adina, bebe la botella de un trago y se embriaga, produciendo en su amada un rechazo tal que la hace prometerse con el fanfarrón militar Belcore, que, por otro lado, ese mismo día debe marchar.

Adina pospone la boda hasta que todos los invitados a la misma, incluido Nemorino, puedan asistir, y mientras tanto este quiere probar con otra dosis del supuesto filtro mágico. Como ya no tiene dinero se enrola en el ejercito, que paga la entrada de nuevos soldados y con ese dinero compra una nueva botella de... vino.

En esta ocasión la bebida produce un efecto contrario al deseado, una imprevisible indiferencia hacia el antiguo objeto de su amor.

No se ha desinteresado, apenas, Nemorino de Adina, cuando es esta la que se da cuenta de que está enamorada de él; los efectos de la indiferencia sobre el complicado asunto del amor.

Para que Nemorino no tenga que irse, Adina rescata su enrolamiento en el ejercito, y le declara su amor, momento que el falso doctor Dulcamara aprovecha para promocionar su filtro, atribuyendole este último resultado y consigue, así, vender toda la mercancía.

Ahora pasemos a la puesta en escena ofrecida por el Teatro Real, a cargo del joven director de escena italiano Damiano Mechieletto, que ha trasladado la acción desde un pequeño pueblo, en el s. XVIII, donde la situaron sus autores, a una abigarrada playa en plena temporada, casi tan llena como las autenticas durante el verano, quizás, se puede pensar, porque el montaje se ha realizado en colaboración con el Palacio de las Artes de Valencia, y estrenado en esa región, abundante en playas muy concurridas.

El caso es que, fuera de estación, nos vemos trasladados a la playa, con sus tumbonas, todas ocupadas por bañistas de ambos sexos, el vendedor de flotadores, cuerpos atléticos y otros no tanto, en bañador, guardias municipales, niños corriendo y deslizándose por el tobogan, torreta de socorristas haciendo aspavientos, e incluso un macarra, todos los cuales no cesan de ir de un lado para otro, tumbarse en hamacas, quitarse y ponerse ropa, hacer gimnasia, y en fin armar un buen barullo, que tiende a distraer y no aporta nada; una puesta en escena chabacana y banal.
                                                                                     

En la tranformación del ambiente, también los personajes han cambiado, Adina es la dueña del chiringuito de la playa, en vez de rica terrateniente, Nemorino es un socorrista, y Dulcamara añade a su oficio de traficante de elixires, el de "camello", vendiendo bolsitas con polvo blanco, y mas parece un chulo de playa que otra cosa.

En cuanto a los cantantes, nos toco el segundo reparto. A la soprano sueca Camilla Tilling, que interpreto a Adina, la habíamos visto en la opera San Francisco de Asís, de Olivier Messiaen, la temporada pasada, en el papel del Ángel, que me fascino.

En "El elixir de amor" el papel le viene grande vocal y temperamentalmente, aunque tengo que decir que fue de menos a mas.
                                                                               

Nemorino corrió a cargo del joven tenor jerezano Ismael Jordi, que destaco con bellas tonalidades en algunos momentos, y canto pasablemente el aria mas famosa de esta ópera,  Una furtiva lacrima.

 Paolo Bordogna en el papel de Dulcamara, y el resto de interpretes estuvieron correctos. El coro me había gustado mas en otras ocasiones.

En cuanto al director de orquesta francés, Marc Piollet, se puede decir lo mismo, solo correcto, sin chispa, ni demasiado impulso, trazando una función demasiado convencional.

Pero la obra de Donizetti aguanta todo tipo de, podriamos decir, aberraciones, así que me gusto y la disfrute, eso si tuve que hacer un esfuerzo de concentración, para no ver la horterada del montaje, y su incesante movimiento .