domingo, 15 de febrero de 2015

Segorbe

                                                                             

El día amaneció lloviendo a cantaros, y así seguía cuando emprendimos la ruta para llegar a Segorbe, que íbamos a visitar.

Esta ciudad en el sur de la provincia de Castellón, está relativamente cerca del mar, así que conforme viajábamos en el bus, las nubes se fueron aplacando y empezó a clarear.

Por un lado estaba el mar y por el otro montañas y entre ellas poblaciones que se han desarrollado enormemente como localidades turísticas de sol y playa, con el aliciente de que la capital de la provincia, Castellón, está cerca y ofrece algunas distracciones mas que tostarse al sol, pisar la arena y bañarse en el mar, como Benicasim, Oropesa, Vall de Uxo, y otras cuantas.

En contraste con la fealdad de los núcleos turísticos, el campo, entre lomas y terrazas, es muy bonito, con cultivos de naranjos, olivos y hortalizas.

Finalmente llegamos a Segorbe.

Sepamos algo de esta ciudad antes de adentrarnos en ella.

Segorbe, capital de la comarca del Alto Palancia, y actualmente con cerca de 10.000 habitantes, está situada en el fertil valle que recorre el río Palancia,  que también atraviesa la ciudad, entre las Sierras de Espadan y de la Calderona.
                                                           

Debido a su situación estratégica, de paso de Aragón a Levante y al mar Mediterraneo, ha sido habitada por diversas civilizaciones desde la Prehistoria; íberos, romanos, visigodos, musulmanes, hasta la Reconquista  cristiana, se sucedieron en estas tierras, dejando cada uno muestras de su cultura, que hacen de ella una ciudad monumental.

Después de la conquista romana, de la que hay pocos vestigios, a la caída del Imperio Romano, la ocuparon los visigodos, que la convirtieron en sede episcopal; durante la época musulmana, desde 713, hasta 1.239, en que el ultimo rey moro de la Taifa de Valencia, Zayd abu Zayd, fue vasallo del rey Jaime I de Aragón y mas tarde se convirtió al cristianismo, con el nombre de Vicente
Bellvis. A su muerte dono sus derechos sobre Segorbe al obispo Gimeno, que conseguiría trasladar la sede episcopal desde Albarracin (Teruel), restaurando así la antigua diócesis visigótica.

El rey Alfonso V, el Magnánimo, creo el Señorío de Segorbe en 1.435, para el infante Enrique de Castilla, que posteriormente se convirtió en ducado en 1459, y pasaría, por alianza matrimonial, a poder de los duques de Medinaceli en el s. XVII.

En el s. XVIII Segorbe vivió un gran auge cultural y económico, que quedo truncado, como en el resto de España, por la invasión de Napoleón y los desastres de la Guerra de la Independencia.

 El s. XIX fue convulso, pues a esta guerra le sucedieron las tres guerras carlistas, y ya en el s. XX, la Guerra Civil española, todas las cuales causaron graves daños en su patrimonio monumental.

Sin embargo el s. XXI ha venido acompañado de un importante crecimiento demográfico y la transformación de la localidad en un concurrido destino turístico.

Bien, pues nuestra primera visita fue al Museo de la Catedral, que ocupa el Claustro de la misma,
                                                                           

con obras de Martín Torner y Juan de Juanes, destacando el antiguo retablo gótico de la catedral salido del taller de Vicente Macip de entre 1.525 y 1.531, así como el relieve de la Virgen de la Sapiencia, realizado en mármol de Carrara por el escultor florentino Donatello,
                                                                       
                                                                 
entre otras esculturas y pinturas, una muestra de dos importantes periodos del arte de la región, el gótico y el renacimiento
                                                                 .
El Museo de la Catedral fue creado en 1.924 por el obispo monseñor Luis Amigó Ferrer, dentro de las obras de restauración del interior de la catedral.

Posteriormente a la Guerra Civil española, que produjo numerosos daños y perdidas del patrimonio de la catedral, sucesivos obispos dedicaron sus esfuerzos a la restauración de la misma, que estaba ya reparada en 1.970.
                                                     
El museo está instalado en la galería del claustro de la Catedral y está dividido en tramos y salas.
                                                                     
                                                                             
                                                                           

Como su contenido es bastante grande nos limitamos a las salas donde están expuestos retablos, como la Sala Macip, donde se exhibe el desmontado retablo mayor gótico de la catedral, del s. XVI, obra de Vicente Maçip y de su hijo Juan de Juanes, con magnificas pinturas de la Vida de Jesús y de la Virgen, así como de otros santos.
                                                                   
                                                   
o este de la Capilla Prioral, con el maravilloso retablo de la Santa Cena, debido a Juan Reixach, pintor español el s. XV, entre bastantes mas.
                                                                             


Después de la visita al museo de la catedral con todos sus tesoros, hicimos un breve recorrido por el interior de la misma.

La Catedral de Segorbe, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, se encuentra ubicada junto a las murallas de la ciudad. En su origen, entre los s.s. XIII y XVI, fue gótica, completándose en los siglos siguientes, XV y XVI, de manera que su gran fachada occidental, del s. XVI, es renacimiento.

Sin embargo a finales del s. XVIII, se proyecto su transformación exterior e interior en estilo neoclásico, que es el que podemos ver hoy día.
                                                                       

Solo se conserva el estilo gótico en el claustro, donde se encuentra el museo catedralicio, del cual ya he hablado.
                                                                           

Pasamos, a continuación, a una de las grandes fiestas populares de Segorbe y podemos decir de España, a la visita del Centro de Interpretación de la Entrada de Toros y Caballos, donde se recrea esta fiesta de origen medieval, declarada de interés turístico internacional.
                                                     

Las primeras referencias a esta fiesta se sitúan en el s. XIV, y están en la costumbre de llevar los toros a la plaza, para su posterior lidia, desde los corrales situados en el río, a mas de un km del pueblo.

Lo excepcional del traslado, que luego se convirtió en fiesta, lo da el hecho de ayudarse de caballos para llevar a los toros y la ausencia de barreras para contener a los animales, convirtiéndose el público en el muro que impide su fuga.

Esto hace que el escaso minuto que tardan los animales en recorrer la distancia entre la Torre del Botxi y la plaza sea de una gran belleza plástica, no exenta de cierto peligro.

A lo largo del recorrido, en el Centro de Interpretación de la Entrada de Toros y Caballos se muestran, a través de un video, los escenarios en los que acontecen las distintas partes de la fiesta:
                                                                 

1. Subida del Rialé, subida de la manada por el camino del Rialé, desde los corrales hasta el corral provisional, situado en la otra orilla del río.

2. La Tria, donde se seleccionan los seis toros de la manada que harán la entrada ese día.

3. La Reunión, en la que los toros van hasta la plaza de los Mesones, donde los esperan los jinetes a lomos de sus caballos para recogerlos y guiarlos hasta la plaza de la Cueva Santa.

4. La carrera, con un recorrido de unos 500 m que va hasta el ruedo provisional de la Cueva Santa, donde justo antes de entrar los toros, los jinetes se echan a un lado, dejando que los astados entren en solitario en el ruedo, donde quedan encerrados.

5. El desfile de los caballistas, en que los jinetes recorren en sentido inversos las calles del festejo siendo aplaudidos por el numeroso publico.
                                                                       
          
Este festejo tiene lugar durante el segundo sábado de septiembre, a las dos en punto del mediodía. En ella participan seis toros bravos y aproximadamente el doble de caballos.

Fue muy interesante la visita al Centro de Interpretación de esta fiesta, que aunque reconocida internacionalmente, yo desconocía hasta ese día. España tiene fiestas muy populares y de gran belleza plástica, pero a pesar de ese interés no son demasiado conocidas en el resto del país, de ahí lo provechoso, en este sentido, que resulta ir conociendo las diversas regiones.

  Al lado del Centro de Interpretación se pueden ver los restos arqueológicos de la que fue Ermita de Santa Bárbara, erigida por encargo del Duque de Segorbe en el s, XIV, de la que quedan solamente los cimientos.
                                                                                       

 Seguimos paseando hasta encontrar en la Plaza del Agua Limpia, bonito nombre, el Ayuntamiento, ubicado en el Palacio Ducal, construido entre 1.522 y 1.562 por el II duque de Segorbe y Medinaceli, Alfonso de Aragón y Sicilia, para su residencia.

Fue comprado por el Ayuntamiento en 1.864, para Casa Consistorial y restaurado en el s. XX.


En el interior del palacio son a destacar el techo artesonado del actual salón de sesiones, de estilo mudéjar, que data del s. XIV, así como las tres portadas de mármol y jaspe procedentes de la Cartuja del Valle de Cristo, del municipio de Altura, villa de la provincia de Castellón, entre otros importantes decorados
                                                                             

Las ruinas del soberbio castillo que tuvo Segorbe se yerguen en uno de los cerros en los que se enclava la ciudad.

Durante la época de la ocupación musulmana hubo allí un alcázar, que fue la sede del gobernador del mismo. El mayor esplendor de la zona fortificada se produce en el s. XV, pero acabada la Reconquista, el uso del mismo va decayendo, hasta ser totalmente abandonado.
                                                                        

Actualmente el castillo, de propiedad municipal, está en estado ruinoso, pues al abandono siguió la expoliación, al utilizar materiales del castillo, en gran cantidad, para la construcción de edificios en el casco urbano como el  Hospital y la Casa de la Misericordia. Aunque la subida era empinada, después de comer subimos hasta la base de la torre. 

Luego nos llegamos hasta las murallas medievales de la villa, que con una longitud de 1 km partían del castillo. 
                                                                       

Segorbe experimentara a través de los siglos modificaciones y ampliaciones de las murallas, debido al crecimiento de la ciudad.

Los hallazgos arquelógicos muestran que la muralla se comenzó en el s. XI, pero la que se puede contemplar actualmente corresponden al trazado del s. XIV.

En la calle Argen, la calle que baja de la muralla, se puede ver el alfiz, moldura o marco que rodea el exterior de los arcos que enmarcan el Portal del Argen, datados del s. XI, antigua puerta de entrada a la ciudad  




Recorrimos otros elementos de la muralla de origen medieval como son el Arco o Puerta de la Verónica, que debe su nombre a una imagen de la Santa Faz, albergada en su interior




la Puerta de Teruel,
                                                                      


el Acueducto y la Torre del Boix, o Torre del verdugo, residencia del encargado de las ejecuciones 
                                                                              


la Torre de la Cárcel, ubicada en la parte mas antigua de la ciudad
                                                                             

Muy interesante visita a esta antigua, histórica y bella ciudad. Tras este ultimo recorrido regresamos a nuestra base en  Peñíscola.                                                                                                                          

domingo, 8 de febrero de 2015

Santuario de la Vallivana y Morella

                                                                                         

Salimos temprano para nuestra excursión, que hoy era bien densa.

En efecto, íbamos a visitar uno de los lugares mas interesantes de la provincia de Castellón, Morella, tanto por su importancia histórica en la formación e España, como por su rico patrimonio monumental.

Atravesamos, pues, desde Peñíscola, la región del Maestrazgo, nombre que proviene de las Ordenes Militares que dominaron este territorio por siglos, durante la reconquista, y que estaban presidias por un Maestre, hasta llegar a la comarca de Los Puertos de Morella, donde está situada esta ciudad. El paisaje es montañoso, con algunos bosques de robles, pinos y carrascos.

La primera parada fue 22 km antes de llegar a Morella, para visitar el Santuario de Vallivana; tomando una pequeña desviación en la carretera que lleva a Morella, se ven unas cuantas casas y lo que queda del Convento que allí hubo, del cual solo está en pie la iglesia, dedicada a la patrona de Morella, Nuestra Señora de Vallivana.
                                                                         

Según la tradición la imagen de la Virgen fue encontrada por un pastor, que, atraído por los ladridos de su perro, hacia unos arbustos, se hallo ante la imagen de la Virgen, rodeada de luz, que había sido ocultada allí, cuando la invasión musulmana del s. VIII, traída anteriormente a España por el Apóstol Santiago el Mayor, cuando vino a evangelizar la Península Ibérica.

Sin embargo no existe documentación sobre la primitiva capilla construida a finales del s. XIV, sino que de la actual empieza en el s. XV.

Huéspedes ilustres de Vallivana fueron san Vicente Ferrer, patrón principal de Valencia y apreciado predicador dominico, que allí se alojo en 1.410, y Benedicto XIII, el Papa Luna, que en 1.414 pernocto en Vallivana, cuando venia a tratar con Fernando I de Aragón sobre el Cisma de Occidente.

El Papa quiso agradecer la hospitalidad que le dispensaron en el lugar, concediendo a la ermita numerosas gracias; ante el aumento de devotos que se produjo seguidamente, se decidió construir una nueva iglesia. con mas capacidad para fieles y peregrinos.

Un nuevo templo fue erigido entre 1.428 y 1.436, mientras seguía creciendo la devoción hacia la Madre de Dios de Vallivana y el número de devotos, hasta que en 1.672 le fue atribuido el cese de una terrible epidemia de peste, origen de las Fiestas Sexenales, de las cuales hablare mas tarde, que incremento aún mas la afluencia de peregrinos.

Por este motivo se decidió hacer una nueva iglesia, que tras diversas dificultades, debidas a la Guerra de Sucesión española (1.710-1.714) se levanto entre 1.714 y 1.738.
                                                                     

La elegante fachada barroca de piedra enmarca la entrada del templo: en la derecha, adosada a ella, se encuentra una torre campanario cuadrada.

 El interior es de una sola nave, con capillas laterales y camarín, que aloja la pequeña imagen de la Virgen de Vallivana.
                                                                               

En cuanto a la imagen de la Virgen de Vallivana, no puede ser mas antigua que de finales del s. XIV o principios del XV.  Es una pequeña escultura de unos 29 cm de altura, realizada en barro cocido y policromado, que lleva al Niño Jesús en su brazo izquierdo. Desde el s. XVIII, como sucede con muchas imagenes de la Virgen, tanto ella como el Niño Jesús van ataviados con ricos vestidos, de los que poseen unos cuantos, para cada ocasión litúrgica.
                                                                           

Una Rogativa o Romería se celebra todos los años el primer sábado del mes de mayo, excepto cuando hay Sexenio, a la que acuden centenares de romeros, que recorren a pie los 22 km que separan el Santuario de la Vallivana de Morella.

Después de esta detallada visita continuamos hasta Morella.

Digamos dos palabras sobre esta interesante ciudad.

Morella situada en el norte de la provincia de Castellón, limítrofe con la de Teruel, es la capital de la comarca de Las Puertas de Morella, y tiene actualmente cerca de 2.800 habitantes.

Su clima, en contraste con el de la cercana costa levantina, es continental, con inviernos muy fríos, con frecuente presencia del viento del NO, el mistral, que enfría aún mas el ambiente, y veranos frescos.

Encaramada en la ladera de una montaña a 1.000 m de altitud, la vista de la ciudad amurallada de Morella, es espectacular.
                                                                     

Numerosos e interesantes restos arqueológicos en su comarca, atestiguan la presencia del hombre desde la Edad del Cobre, entre 2.500 y 200 a.C., como muestran las pinturas rupestres de Morella la Vella y las sepulturas e hipogeos de Les Solanes, que no visitamos en esta ocasión.

Por ella pasaron celtas, ilecarvones, griegos, cartagineses y finalmente romanos.

Morella fue fuertemente romanizada, pasando a formar parte de la provincia romana Tarraconense. Fue llamada por los romanos Castra Aelia, y así permaneció hasta la caída del Imperio Romano, tras las invasiones de los bárbaros.

Los vándalos la tomaron a sangre y fuego en 408, para abandonarla tres años mas tarde.

Les sucedieron los visigodos, que durante los trescientos años de su reino, erigieron la primitiva iglesia, hoy día muy modificada, de San Nicolás de Morella, sede actual del Museo del Sexenio.

Después de la invasión musulmana de 711, estuvo ocupada hasta la reconquista cristiana. Un primer intento de recuperación fue protagonizado por Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, que venció, en la batalla de 1.084, a una coalición de moros y cristianos, al pie de Morella.

La reconquista definitiva corrió a cargo del noble aragonés Blasco de Alagón, en 1.232, que fue señor de Morella, la cual, a su muerte, paso al rey de Aragon Jaime I, el Conquistador.

En 1.672 sufrió una terrible epidemia de peste, origen de las Fiestas Sexenales, que conmemoran la salvadora intersección de la Madre de Dios de Vallivana para su final, por lo cual se decidió rezar una novena de acción de gracias a la Virgen, cada seis años, que hoy día continúa celebrándose.

Durante la Guerra de Sucesión española, tomo partido por el ya rey Felipe V de Borbón, siendo premiada, cuando el conflicto concluyo, con la gobernación militar y política de la región.

En 1.808 se unió al patriótico levantamiento contra Napoleón, que ocupo la ciudad, con el consiguiente reguero de saqueos, violaciones, asesinatos, destrucción del patrimonio, etc., hasta que el general Elio, (Pamplona 1.767-1.822) logro expulsar a los invasores en 1.813.

Siguió el convulso s. XIX, ocupado con las las Guerras Carlistas entre liberales y absolutistas, durante las cuales Morella fue una capital carlista. Tras la tercera Guerra Carlista, Morella se dedico durante años a restañar los daños experimentados en la contienda.

Hoy día es una próspera ciudad con sectores pujantes como la industria textil, la agricultura (trufa negra), la ganadería porcina y avícola, el turismo, debido a su importante patrimonio cultural, y el desarrollo de los parques eólicos. generadores de energía eléctrica, debido a las favorables condiciones de circulación de los vientos, tanto en el termino municipal, como en la comarca.

Nuestra primera visita fue al Museo del Sexenio, ubicado en la que fue iglesia mozárabe,  desde antes de la reconquista cristiana, de San Nicolás.
                                                                             

El Museo muestra el valor y la belleza de una tradición que viene del año 1.673, cuando según la tradición, se produjo la milagrosa intervención de la Virgen de Vallivana, para acabar con una peste que asolaba la ciudad.

El suceso se conmemora cada seis años, de ahí su nombre de Fiestas del Sexenio.

El patrimonio cultural que se conserva del Sexenio en el Museo comprende música, de gaita y tambor, indumentarias y danzas gremiales, así como los adornos artesanales de las calles de Morella, realizados por los vecinos, que en un principio fueron vegetales, pero que ahora se realizan con papel de seda rizado, con el cual consiguen atractivos diseños, mas durareros.
                                                                         

En el Museo se muestra el proceso de confección de adornos o tapices, fotografías de la Fiesta, así como indumentarias gremiales usadas durante el Sexenio, y otros elementos tradicionales, todos los cuales tuvimos ocasión de contemplar.

Siguió un paseo que comprendió las visita a las murallas medievales, que tienen un perímetro de 2.200 m, circunvalado con un paseo de ronda; construidas entre los s.s. XIV y XV y reformadas entre los s.s. XVI y XVII, con  altura entre 10 y 12 m., con numerosas puertas y torres.

Nos paramos en un mirador desde que se ve muy bien la zona del castillo y murallas, con esa curiosa configuración en espiral, que recuerda a una tarta,
                                                                   

Seguimos luego paseando, por las antiguas y bonitas calles,
                                                               

 hasta llegar al Ayuntamiento.

El Ayuntamiento de Morella se ubica en un edificio comenzado en el s. XIV y concluido en en XV, entre los años 1.360 y 1.420, formado por dos grandes cuerpos, en el primero de los cuales se sitúan La Lonja y la sala del Consell de la Vula, donde residía el poder municipal de la ciudad, mientras que el otro cuerpo albergaba las dependencias de Justicia, que en sus varios pisos tenia la Cárcel en la planta baja, y las salas de Vista y la Capilla en el piso intermedio.
                                                   
                                                               
La restauración del edificio ha merecido un premio de Europa Nostra en 1.997, como reconocimiento a la protección y recuperación del Patrimonio Arquitectónico y Natural de Europa.

Entramos, pues en este notable edificio y visitamos varias de sus salas, que casi se pueden llamar, por sus interesantes objetos, museo.

Seguimos hasta llegar al mas importante templo de Morella, la Iglesia Arciprestal de Santa María la Mayor, situada en la plaza de Benedicto XV, levantada entre los s.s. XIII y XVI, en estilos gótico y renacentista.

Destacan en esta bella iglesia las dos portadas, adornadas con estatuas y rematadas con un  piñón, únicas entradas al templo.
                                                                             

Construido entre 1.265 y 1.343, no estuvo terminado hasta 1.593.

El interior es de tres naves con sus correspondientes ábsides. Destacan los grandes pilares que sustentan las bóvedas de crucería.

Mención especial merece el coro y su escalera de caracol. El coro, planeado y ejecutado por Pedro Segarra entre 1.406 y 1.426,  es único ejemplo en el mundo, probablemente, de coro elevado, su bóveda casi plana resalta su dificultad arquitectónica.


Se llega a él mediante una escalera de caracol. que se enrosca en una columna. En el pretil de la misma hay relieves que representan la Natividad, la ofrenda de los Reyes Magos, así como la genealogía de Jesucristo, obra de Antonio Sancho (1.470) y del italiano Giuseppe Beli.
                                                                         
                                                                     


En la parte posterior del coro podemos ver esculpido el Juicio Final y el Pórtico de la Gloria.

Todo esto me pareció extraordinario, único y bello.
                                                                   
Otras de las joyas del interior de la iglesia, es el grandioso retablo churrigeresco del altar mayor, construido por el escultor Vicente Dolz en 1.567, en colaboración con otros artistas anónimos, y terminado mas de un siglo después, en 1.677.


Después de comer dedicamos un buen rato a recorrer las murallas por el paseo exterior, que se conoce como Paseo de Ronda o Segunda Alameda, que recorre todo el recinto amurallado y llega a las afueras de la ciudad, excelente para practicar senderismo, que en esta ocasión utilizamos para rodear las murallas, donde vimos lo altas y extensas que son, con su diversas puertas y torres
                                                                                 

Las murallas, construidas después de la reconquista, por el rey Jaime I, entre los s.s. XIV y XV, aprovechando construcciones  anteriores, tienen dos km de perímetro, una altura entre 10 y 15 m, dos m de grosor, siete puertas y diez torres, en un excelentes estado de conservación actualmente, debido a las restauraciones que se han hecho en ellas.

Para acabar la visita  y cambiar de ambiente fuimos a un museo de dinosaurios, alguno de ellos reproducido en tamaño real, tras lo cual volvimos a nuestra base, en Peñiscola.

domingo, 1 de febrero de 2015

Peñíscola

                                                                                             

Una de las mas interesantes visitas de nuestra estancia en esta zona de Levante fue Peñíscola, donde teníamos nuestra base, aunque el hotel estaba situado en el límite con el vecino Benicarló, al que se podía llegar con una caminata o cogiendo el autobús.
                                                             
Dedicamos dos mañanas a conocer esta ciudad una por nuestra cuenta y otra con guía, que resumiré en un solo capítulo.

Peñíscola pertenece a la provincia de Castellón y a la comarca del Bajo Maestrazgo, y cuenta actualmente con algo mas de 8.000 habitantes, que se pueden multiplicar por varias cifras en verano.

Su nombre proviene del que le dieron los griegos: Quersonesos=península, que traducido al latín, paene insula=casi isla, origino su actual topónimo.
                                                                     

En invierno parece una ciudad fantasma, por la enorme cantidad de bloques de pisos, mas altos cuanto mas recientes, que están cerrados a cal y canto, como también los variados negocios que dan a la calle, bares, restaurantes, alimentación, peluquería, etc. están, asi mismo, cerrados. Suponiendo que sus dueños pueden disfrutar de ellos entre dos o tres meses al año, ya los ocupen ellos mismos, o sean para alquilar, les sale cara la segunda residencia, desde cualquier punto de vista que se mire. Pero, así se ha desarrollado el país... a base de ladrillo.

Peñíscola, como otras muchas ciudades de Castellón y de la Costa de Levante, presenta un enorme contraste entre su casco antiguo y su gran patrimonio cultural y el urbanismo, podríamos llamar salvaje, que ha provocado el desarrollo turístico.

La ciudad histórica se halla situada en un tómbolo, pequeña península rocosa unida a tierra por un istmo de arena, que hacia fácil su defensa, desaparecido hoy día debido a la construccion del puerto y a la edificación sobre él, que divide la ciudad en dos partes distintas.
                                                                                   

Se sabe de asentamientos íberos en la zona desde la antigüedad y su privilegiada situación hizo que griegos y fenicios establecieran en ella factorías comerciales.

Mas tarde pasaron por allí cartagineses, romanos, visigodos, bizantinos y musulmanes, hasta que fue reconquistada para la cristiandad por el rey de Aragón Jaime I, el Conquistador en 1.233.

En 1.251 el rey le otorgo carta puebla, que propicio la afluencia de pobladores cristianos venidos del norte, que aumentaron su demografía y su prosperidad.

En 1.294 el rey Jaime II de Aragón, que había crecido y se había educado junto a los monjes de la Orden del Temple, pilares de la reconquista del reino de Aragón y sentía gran aprecio por ellos, permuta la ciudad de Tortosa, en poder de los templarios, por Peñíscola.

Entre 1.294 y 1.307 los caballeros templarios aprovechan los restos de la alcazaba árabe, construida sobre la peña, para ampliarla y elevar el castillo que vemos actualmente.

Nada sabían los templarios de lo poco que faltaba para su desaparición, ya que, tras muchas intrigas y falsedades, el rey de Francia Felipe IV logra la disolución de la Orden del Temple, decretada por bula del Papa Clemente IV, en 1.311.

La propiedad de Peñíscola vuelve a la corona, que se la entrega a la Orden de Montesa, creada por el rey para recibir las posesiones de los templarios.

Otro acontecimiento histórico de gran importancia en este lugar, es haber sido residencia del Papa de Avignon Benedicto XIII, Pedro Martinez de Luna, conocido como Papa Luna, de noble familia aragonesa. que se autoexilio e instalo en Peñíscola desde 1.411 hasta su muerte en 1.423, teniendo allí la Sede Pontificia, ya que sostuvo hasta su muerte ser el Papa legitimo, por haber sido elegido cuando ya era cardenal, requisito tenido por obligatorio según el derecho canónico, del cual el Papa Luna era doctor.
                                                                               

Todo esto sucedió a caballo entre los s.s. XIV y XV, cuando se produjo el llamado Cisma de Occidente (1.378-1.429), en el que la cristiandad tuvo tres papas simultáneos.

Por último el Concilio de Parma destituyo a los tres, declarándolos antipapa, y se nombro a un cuarto. que volvió a Roma de nuevo.

A la muerte de Benedicto, se reunieron en Peñiscola algunos cardenales, que eligieron como sucesor a Clemente VIII, que fue Papa de 1.423 a 1.429, año en que concluyo el Cisma de Occidente por renuncia de este Pontífice.

Tras el periodo como Sede Pontificia, la propiedad de Peñíscola pasa de nuevo al rey, constituyéndose como ciudad de realengo.

Durante el reinado de Felipe II, en 1.578 se construyen las murallas renacentistas proyectadas por el arquitecto militar del rey, Giovanni Antonelli, siendo unas de las mas importantes fortificaciones del Mediterraneo.

A la muerte de Carlos II, se produce la Guerra de Sucesión entre el ya rey de España Felipe V de Borbón y el archiduque Carlos de Habsburgo; Peñíscola abraza el partido borbónico, por lo cual,  a la finalización de la guerra, es premiada con los títulos de Muy Noble, Leal y Fidelísima Ciudad, y obtiene también ventajas fiscales y administrativas.

Peñíscola y su  castillo permanecieron incólumes hasta la Guerra de la Independencia, contra el invasor Napoleón, cuyas tropas se habían hecho con el castillo.

 Los franceses habían expulsado a la población, que se refugio en la Sierra de Irta. La ciudadela fue reconquistada, en 1.814, por el general Elío, que la sometió a un implacable sitio, durante el cual fue destruida la cuarta parte del castillo, así como las viviendas cercanas a la fortaleza.

Después de las guerras carlistas del s. XIX, en las que Peñíscola defendio la causa liberal, el castillo perdió gran parte de su importancia militar.

Durante el s. XIX y principios del XX, las actividades económicas de Peñiscola fueron las tradicionales agricultura y pesca. Destacaba la elaboración de vino, que era muy apreciado y exportado a través del puerto de Benicarló. Con la epidemia de filoxera desaparecieron todas la vides, y se paso al cultivo del algarrobo, el olivo y el almendro.

Hacia mediados del s. XX, una incipiente actividad, el turismo, se vio favorecida por la elección de este extraordinario entorno y paisaje para el rodaje de dos películas, Calabuch (1.956) del director Luis García Berlanga, y la superproduccion estadounidense El Cid (1.962) dirigida por Anthony Mann, que dieron a conocer la ciudad mundialmente.

Actualmente el turismo es el principal motor económico de Peñíscola, que supone una transformación constante de la misma, con algunos inconvenientes de tipo ecológico y urbano, como ya hemos visto.

Para nuestra visita entramos por el Portal de San Pere o del Papa Luna, que lo mando construir en 1.414, gran arco rebajado de sillería, que luce, en la dovela central, el blasón de piedra de Pedro
Martinez de Luna,  y que era el acceso a la fortaleza desde el mar, función que desempeño hasta el s. XVIII .
                                                                             
                                                                                                                                                 
Subimos, pues, por esta cuesta, bordeando la muralla medieval, hasta llegar a El bufador, gran brecha natural entre las rocas, frente al Fortín del Bonete, por la que ruge el mar, que por ella proyecta agua en los días de temporal.


Un poco mas arriba y siguiendo la muralla norte llegamos al Baluarte del Príncipe, una pequeña fortificación en la propia muralla, con un algunos cañones restaurados,
                                                                             

que fue cuartel de artillería en el s. XVIII. Actualmente el recinto se ha habilitado como Museo del Mar.


Desde allí hay una estupenda vista.
                                                                                   
                                                         
Seguimos subiendo por las empinadas calles del casco histórico, entre las cuales destaca una casa vertical, toda ella tapizada de conchas, llamada, por eso, Casa de las Conchas
                                                                         

La casa fue levantada por una familia de padres y tres hijos, cuya madre, haciendo de guía turístico, cuando esta actividad comenzo en Peñíscola, hacia los años 50 del siglo pasado, por la que cobraba la voluntad, se hizo con suficiente dinero para comprar el solar, sobre el que edificaron la pintoresca casa.
                                                                           

 La afición y la paciencia de la madre, hizo que la revistieran completamente de conchas; dotaron a la casa, también, de unas lindas ventanas arabescas.

En 1.961 la Casa de las Conchas estaba acabada, y desde entonces es contemplada con admiración por los visitantes.

Ya habíamos llegado al Castillo, que visitamos ampliamente.
                                                                     
                                                                                      
El castillo está emplazado en la zona mas elevada del peñón que domina la ciudad, con su altura de 64 m sobre el nivel del mar.

Destaca en todo el conjunto la sobriedad y solidez de su construcción, en el que se distinguen las estancias templarias, de las de la residencia de Benedicto XIII, en las que estuvo una de las mejores bibliotecas del mundo, en su época; desde la ventana de esa atalaya, orientada hacia el Este, donde está Italia, el Papa Luna contemplaba el mar, soñando con Roma.
                                                                      

Seguramente el mayor interés arquitectónico está en la bóveda del Cuerpo de Guardia
                                                                               
                                                                                          
 y en la Basílica de los Templarios, que fue utilizada como Basílica Pontificia por Benedicto XIII y su sucesor Clemente VIII, y en la cual reposaron los restos mortales del Papa Luna durante un tiempo.
                                                                           
                                                                                      
En el muro de la izquierda del templo me llamo la atención una placa doble que commemora los 600 años de la fundación de la Universidad escocesa de St. Andrews, la primera de Escocia, por una bula del papa Benedicto XIII, en 1.413.
                                                                             

Paseamos por el interior del castillo, atravesando el patio de armas,
                                                                   

y subiendo hasta lo mas alto, desde se contempla una bella vista.
                                                                       

Las murallas de Peñiscola , construidas en diferentes épocas rodean completamente el casco antiguo de la ciudad, sobresalen entre ellas las renacentistas ordenas construir por Felipe II, el rey constructor, como nuevas defensas con artilleria, (1.576-1.578), que fueron ejecutadas por el arquitecto Juan Bautista Antonelli (Gatteo, 1.527-1.588), con el objetivo de protegerla de los ataques de los piratas berberiscos, que asolaban el Mediterraneo, pero que no alteraron sustancialmente el castillo.
                                                                                  

Existen tres entradas a la ciudad entre las que destaca la renacentista Puerta de Sant Pere, que hemos visto mas arriba.

A la salida del castillo, y al pie de las murallas se encuentra la impresionante estatua del Papa Luna, colocada como homenaje a la figura historica, mas importante de la ciudad, Benedicto XIII, en ese emplazamiento, en 2.007.
                                                                                     

La estatua, de 2 m de altura y 700 k, fue realizada en bronce por el conocido cantante, que formo un duo con su mujer "Sergio y Estibaliz". Sergio, ademas de su carrera musical, se volco plenamente en su faceta como escultor, en la que tras veinticinco años esculpiendo en bronce, se consolido como uno de los mejores escultores figurativos, principalmente de personajes históricos.

El Papa Luna es unos de los puntos fotograficos, casi ineludible, para los muchos turistas que transitan por alli.

Muy cerca de la estatua de Benedicto XIII, adosada al castillo se encuentra la Ermita de la Virgen de la Ermitana; aunque su origen es medieval, la iglesia que podemos contemplar hoy en dia, fue mandada a construir por Sancho de Echevarria, gobernador militar de Peñiscola, en premio a la fildelidad borbonica de la población durante la Guerra de Sucesión entre el ya rey de España Felipe V de Borbón y el pretendiente archiduque Carlos de Habsburgo.

El templo, construido entre 1.708 y 1.714 tiene claras caracteristicas defensivas
                                                             

Seguimos bajando hasta el casco antiguo, con escalinatas irregulares, flores de vivos colores en las macetas de las ventanas o esquinas, empedrado firme, una calle dedicada al sol, la calle Mayor. otra dedicada al olvido.
                                                                                   

En medio del casco antiguo nos encontramos con la Iglesia Parroquial de Santa Maria de Peñiscola, con elementos arquitectónicos románicos y tracería gótica del s. XV en parte de ella, y torre campanario de silleria, de mas de 17 m
                                                                           
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 Habiamos llegado a la parte baja de la ciudad, por el lado opuesto al que habiamos entrado. Nos detuvimos un buen rato en el Parque de Artillería, con vistas al mar Mediterraneo.
                                                                 

Precioso lugar, con interesante historia que nos gusto mucho. mas en esos momentos de invierno, en que las playas, los paseos e incluso la ciudad tiene pocos visitantes y menos veraneantes y se ven sin trabas.